Un informador ind¨ªgena indic¨® a la polic¨ªa d¨®nde estaban los secuestrados
El liberado: "Voy a hacer algo que cre¨ª que no iba a hacer nunca, que es pedirle matrimonio"
Al principio no le creyeron. Cuando el informante lleg¨® al comando de la Polic¨ªa de La Guajira diciendo que sab¨ªa el lugar exacto donde ten¨ªan secuestrados a los espa?oles Conchi Marlaska y ?ngel Serrano, los polic¨ªas no le creyeron.
El hombre, de rasgos ind¨ªgenas, lleg¨® el viernes 14 de junio, en horas de la ma?ana, pidiendo la recompensa de 100 millones de pesos (unos 40.000 euros) que la Polic¨ªa estaba ofreciendo por informaci¨®n que permitiera resolver el caso.
Y no le creyeron porque desde hac¨ªa unos d¨ªas estaban apareciendo informantes falsos que llevaban a las autoridades a lugares equivocados. "Nosotros le podemos entregar la plata, pero necesitamos pruebas, necesitamos saber que usted no nos est¨¢ mintiendo". le dijo el coronel ?lber Velasco Garavito, comandante en La Guajira.
El secuestro que acabar¨¢ en boda
A ?ngel S¨¢nchez y a Conchi Marlaska los secuestraron el pasado 17 de mayo bien lejos de su tierra y los condenaron, parad¨®jicamente, a estar juntos pero atados a una cadena. Pero despu¨¦s de ser rescatados por la polic¨ªa, los entrevistan y aparecen en portadas de peri¨®dicos. Y, como si no fuera suficientemente novelesco, ?ngel, conmovido, saca de su sufrimiento una frase que deja mudos a los periodistas.
Al finalizar la comparecencia en la residencia del embajador de Espa?a en Bogot¨¢ pero a¨²n ante los periodistas, S¨¢nchez, de 49 a?os, aprovech¨® para declararse a su novia, de 43, con la que tiene una relaci¨®n desde hace siete a?os.
¡ªVoy a hacer algo que cre¨ª que no iba a hacer nunca, y menos en estas circunstancias, que es pedirle matrimonio. Espero que no me diga que no¡ª, dijo S¨¢nchez.
Ella, sorprendida, brome¨®:
¡ªEsto parece un concurso....
S¨¢nchez prosigui¨®:
¡ªYo quer¨ªa decir una cosa muy importante que quer¨ªa valorar en p¨²blico. Yo estoy vivo gracias a ella, quiero que todo el mundo lo sepa, porque si no me hubiera vuelto loco.
Luego le pregunta a Conchi, as¨ª, como si nada, delante de todo ese mundo:
¡ª?Te quieres casar conmigo?
Y ella le contesta que s¨ª. Un s¨ª rotundo.
¡ªEs fundamental hacer equipo y sacar toda la fuerza¡ª, agrega ?ngel, recordando que ah¨ª, en medio de esa dificultad se dieron cuenta de que ambos est¨¢n convocados a vivir un destino com¨²n.
Pero el individuo, casi jurando que dec¨ªa la verdad, quer¨ªa la plata de inmediato. Para ese momento la Polic¨ªa ya ten¨ªa identificados a los secuestradores, pues estos hab¨ªan recibido en Colombia, a trav¨¦s de dos personas en Espa?a, un pago extorsivo de 53.000 euros, como parte de las gestiones de la liberaci¨®n. Lo ¨²nico que faltaba era saber el punto exacto (la caleta, era la palabra que usaba la polic¨ªa) donde ten¨ªan a los espa?oles, a quienes cambiaban de lugar dos veces al d¨ªa.
Luego de varias deliberaciones sobre la credibilidad del informante, el Gaula de la Polic¨ªa (Unidad antisecuestro) tom¨® el riesgo.
El testigo parti¨® del comando de la Polic¨ªa no solo con un adelanto del dinero, sino dotado con equipos satelitales para que, desde la distancia, se pudieran ubicar las coordenadas. Su compromiso era regresar en la tarde, con descripciones detalladas no solo de los lugares de acceso al intrincado territorio ¡ªdes¨¦rtico, ¨¢rido¡ª, sino con impresiones en las que deb¨ªa detallar los rasgos y la condici¨®n en la que estaban los secuestrados.
Y pasaron las horas y el hombre regres¨® con todo lo que le hab¨ªan pedido. ¡°Nos dimos cuenta de que hab¨ªa una alt¨ªsima probabilidad de que esa informaci¨®n fuera cierta. El rescate se abr¨ªa como una operaci¨®n muy peligrosa, pues nos pod¨ªan matar a los secuestrados. Pero ten¨ªamos los equipos, el personal (incluso un helic¨®ptero disponible las 24 horas). Y se hizo la evaluaci¨®n y comenz¨® el operativo¡±, dice Velasco.
La suerte estaba echada. Las coordenadas mostraban una rancher¨ªa ind¨ªgena en inmediaciones del municipio de Maicao, muy cerca de la frontera con Venezuela, en cuya entrada hac¨ªa guardia un hombre en moto. Su funci¨®n era la de campanero, la del que avisaba de movimientos raros. Por lo que hab¨ªa dicho el informante, la Polic¨ªa sab¨ªa que en ese momento los secuestradores estaban celebrando el cobro de los 53.000 euros. Hab¨ªa muchas posibilidades de que estuvieran borrachos, tomando chirrinchi, de fiesta.
Y fue por esa raz¨®n que a las 2.10 de la madrugada del s¨¢bado, la Polic¨ªa moviliza hacia la entrada de la rancher¨ªa a varios agentes encubiertos, vestidos de ind¨ªgenas wayuu, con sus respectivos animales y prendas, para distraer la atenci¨®n del campanero. Mientras tanto, las Fuerzas Especiales entran al resguardo, pero a Conchi y a ?ngel se los han acabado de llevar. ¡°En ese momento los est¨¢n moviendo, y una vez se dan cuenta que estamos cerca, sueltan a los espa?oles, los dejan sobre la v¨ªa y huyen¡±.
En medio de la oscuridad, Conchi y ?ngel no saben lo que est¨¢ ocurriendo, est¨¢n asustados, comienzan a gritar ¡°?somos los espa?oles, somos los espa?oles!¡±, luego de lo cual se escuchan unas palabras que parecen de mentira: ¡°?Somos del Gaula de la Polic¨ªa Nacional, ustedes est¨¢n libres!¡±
Por las calles de los municipios de Uribia y Maicao desde hac¨ªa varios d¨ªas corr¨ªa un rumor que apenas se dec¨ªa entre dientes: que en el secuestro hab¨ªa ind¨ªgenas involucrados. Al final, el discurrir de los hechos as¨ª lo confirm¨®. Quienes retuvieron inicialmente a los dos asturianos, seg¨²n la Polic¨ªa, fueron los miembros de una peque?a banda conocida como Los Ping¨¹inos, conformada por ind¨ªgenas, con arraigo familiar en Uribia.
Sin embargo, dice el coronel Velasco, al principio el objetivo no era el de cometer un secuestro. ¡°Les quer¨ªan robar, pero cuando vieron que se trataba de extranjeros, montaron una retenci¨®n improvisada. Tan improvisada que los delincuentes se dividieron entre los que dec¨ªan que ten¨ªan que soltarlos, y los que, por el contrario, quer¨ªan aprovecharse de la situaci¨®n¡±.
Las autoridades se?alan a Cristian Sierra, Jos¨¦ e Iraki Diaz como las cabezas detr¨¢s del rapto, una vez que se los entregan Los Ping¨¹inos. Y, aunque las ¨®rdenes de captura est¨¢n casi listas, la informaci¨®n que tiene la Polic¨ªa es que los integrantes de la organizaci¨®n, que no tienen antecedentes penales en Colombia, cruzaron la frontera para refugiarse en Venezuela, por lo que ya se activaron los canales diplom¨¢ticos y de cooperaci¨®n policial. La cacer¨ªa ser¨¢ a trav¨¦s de Interpol. \[En Madrid fueron detenidos, el pasado s¨¢bado, un espa?ol y otro hombre originario de Siria tras cobrar el rescate en el Palacio de Hielo\].
Deshidratados y con afecciones estomacales, aunque sanos y sin un rasgu?o, ?ngel y Conchi comenzar¨¢n el viaje de regreso a sus casas, al otro lado del oc¨¦ano. Una vez fueron liberados, consumieron agua sin parar. Sobre las cinco de la madrugada del s¨¢bado, le pidieron desayuno a los polic¨ªas: mor¨ªan de hambre.
Ya habr¨¢ tiempo para que relaten su odisea. Para que cuenten cosas como que a Conchi (a diferencia de ?ngel) los captores no la encadenaron, tratando de mostrar una ¡°buena imagen¡±, como si un secuestro no fuera de por s¨ª ya demasiado perverso.
"A nosotros nos dijeron que los encaden¨¢ramos de pies y manos, pero no lo vamos a hacer", les dec¨ªan.
Conchi y ?ngel ya tendr¨¢n tiempo de relatar que al principio la dieta era a punta de arepa y queso, pero que luego de algunos d¨ªas les serv¨ªan chivo, pero un chivo muy duro, dif¨ªcil de masticar, en medio de la precariedad sanitaria y la ausencia de luz el¨¦ctrica.
Al llegar a Espa?a, Conchi y ?ngel hablar¨¢n del carcelero, ese tipo corpulento y gordo que ped¨ªa tanta comida para ¨¦l que hasta sobraba para ellos. Ya contar¨¢n que al principio dorm¨ªan en chinchorros (o hamacas) pero que la ¨²ltima semana les dieron colchonetas. Ya hablar¨¢n de las voces de los secuestradores que hablaban en wayuunaiki, la lengua nativa. Ya habr¨¢ tiempo de hablar de esa tierra que nunca van a olvidar.
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