La cita del jueves
Rajoy tiene dos opciones: reconocer sus errores o enciza?ar con el ¡°y t¨² m¨¢s¡± para provocar un griter¨ªo
Nadie es de cupron¨ªquel y los materiales, tambi¨¦n los humanos, tienen un l¨ªmite de resistencia. Los asesores cumplen una funci¨®n, como los apoderados taurinos, pero luego, cuando llega el d¨ªa se?alado, a la hora fijada se abre el port¨®n de cuadrillas, se inicia el pase¨ªllo y es el diestro quien tiene que dar cuenta de su lote sin que nadie pueda relevarle. Llevamos a?os con G¨¹rtel a cuestas y luego se han sumado Luis B¨¢rcenas y la financiaci¨®n ilegal del Partido Popular, que tiene la mayor¨ªa parlamentaria y sostiene al Gobierno. Hubo un contable desairado que tom¨® venganza y tuvimos el caso Filesa, por el que fueron condenados los socialistas implicados. Tuvimos a Rosendo Naseiro, tesorero nacional del PP que hab¨ªa venido a la pol¨ªtica para forrarse, pero unas cintas utilizadas con incorrecci¨®n procesal le sirvieron para escaquearse. Tuvimos el caso Palau y el caso Pallerols y tenemos el caso de los ERES hirviendo en Sevilla, con el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa poniendo pies en polvorosa. Pero la cita del jueves d¨ªa 1 ha sido arrancada por todas las fuerzas de la oposici¨®n para pedir cuentas al presidente por el caso B¨¢rcenas. Eso es lo que toca despu¨¦s de infinitos escaqueos que han elevado la temperatura ambiente y expandido la desmoralizaci¨®n.
Todos los intentos de eludir las preguntas han resultado contraproducentes. El presidente del Partido Popular y del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha negado a comparecer en la sede de G¨¦nova, en La Moncloa y en el Congreso, y el resultado ha sido que, en todas las ocasiones obligadas aqu¨ª o en las capitales donde ten¨ªa citas internacionales, los periodistas nacionales y hasta los rumanos se han sentido obligados a formular la misma cuesti¨®n. Se quer¨ªa poner sordina y se han puesto altavoces. Se quer¨ªa dejar exento al l¨ªder y el pringue ha llegado a todos los ministros del Gabinete y a toda la c¨²pula genovesa. Se quer¨ªa presentar, con varios a?os de retraso, a B¨¢rcenas como delincuente y al final las cuentas del presidiario de Soto del Real terminan por ofrecer m¨¢s verosimilitud que la obsesiva y reiterada negaci¨®n de la evidencia. Se quer¨ªa instrumentalizar a Manolo el del bombo, ofreci¨¦ndole algunas migajas del fest¨ªn informativo en aras de conseguir su docilidad y el rebote le ha puesto al control, con capacidad de graduar los plazos y las dosis. Se confirma as¨ª que, como nos tiene dicho Rafael S¨¢nchez Ferlosio (Vendr¨¢n m¨¢s a?os malos y nos har¨¢n m¨¢s ciegos. Ediciones Destino. Barcelona, 1993), la comunicaci¨®n ha alcanzado tal volumen y tanta prepotencia, que la noticia pesa much¨ªsimo m¨¢s que lo noticiado, que las noticias son m¨¢s hechos, hacen u ocurren enormemente m¨¢s que los hechos mismos de los que dan cuenta. Advirtamos que es un error pensar que hagan falta muy malos sentimientos para perpetrar los hechos m¨¢s sa?udos, cuando basta el convencimiento de tener raz¨®n. A¨²n m¨¢s, indica nuestro autor, acaso nunca el sentimiento haya sabido ser tan inhumano como puede llegarlo a ser la convicci¨®n. Los mensajes de B¨¢rcenas a Rajoy, en v¨ªsperas de la citaci¨®n de su Rosa ante el juez Ruz, aportan una prueba en este sentido.
Por parte del emplazado, la clave de la intervenci¨®n inicial, sin l¨ªmite de tiempo, prevista para la cita del jueves d¨ªa 1, es el juicio que se haga sobre la audiencia, sus intereses, prejuicios y conexiones medi¨¢ticas. Pero es un riesgo calculado, porque la hueste propia suma una holgada mayor¨ªa de 178 esca?os que en tiempo de tribulaci¨®n est¨¢ vacunada contra la mudanza. Tambi¨¦n ser¨¢ muy de ver c¨®mo conseguir¨¢ combinar los enfoques persuasivos a base de dosificar ethos, logos y pathos. En todo caso, las hip¨®tesis avanzadas en cuanto se refiere a B¨¢rcenas, a los sobresueldos, a la financiaci¨®n ilegal del partido, est¨¢ claro que solo han permanecido vigentes hasta que han sido refutadas con nuevas pruebas indestructibles como las que est¨¢n apareciendo cada ma?ana sin rectificaci¨®n alguna. Lo m¨¢s probable es que despu¨¦s de un resumen de la situaci¨®n econ¨®mica, basado en el ennegrecimiento del pasado, que es un ejercicio mucho m¨¢s hacedero que el de iluminar el futuro, el presidente Rajoy tenga dos opciones: la de cantar la palinodia reconociendo sus errores y la de enciza?ar con el ¡°y t¨² m¨¢s¡± para que todo culmine en escandalera con el aplaus¨®metro a favor.
Jos¨¦ ?ngel Valente, en su poema Nostalgia del destierro, nos advirti¨® de que lo peor es creer que se tiene raz¨®n por haberla tenido y esperar que la historia devane los relojes y nos devuelva intactos al tiempo en que quisi¨¦ramos que todo comenzase. Y los diputados deber¨ªan ser conscientes de que el precio que hay que pagar por la libertad disminuye cuando crece la demanda.
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