Encerrado por vacaciones
Tena viaj¨® a Granada en Semana Santa y acab¨® en prisi¨®n por error hasta que los jueces volvieron al trabajo cinco d¨ªas despu¨¦s
La primera noche en la celda de la prisi¨®n de Albolote (Granada) no pudo pegar ojo. La segunda empez¨® a creerse lo que le estaba pasando. La tercera, su cabeza herv¨ªa al plantearse cu¨¢ntos amaneceres iba a vivir all¨ª. Comenz¨® a preguntarse si tal vez nadie se dar¨ªa cuenta del error. ?Tardar¨ªan d¨ªas, meses, a?os? La angustia dio paso al agotamiento por las emociones acumuladas, y por fin pudo dormir. Juan Enrique Tena Mart¨ªn, extreme?o, de 35 a?os, fue detenido a las seis de la ma?ana del 9 de abril de 2009, cuando acababa de volver a su hotel despu¨¦s de ver las procesiones nocturnas de Semana Santa de la ciudad andaluza, donde estaba de vacaciones. Sali¨® de su habitaci¨®n con lo puesto, y con lo puesto pas¨® sus primeras noches carcelarias. No quer¨ªa ni usar el pijama que le dieron en prisi¨®n.
Comparti¨® litera con un condenado por maltrato. Al principio no se atrev¨ªa ni a mirarlo, pero las horas de reclusi¨®n pesaron y acab¨® por confraternizar. El cautiverio de Tena dur¨® tan solo cinco d¨ªas, pero en su moral pesaron como a?os, y todav¨ªa nadie le ha explicado por qu¨¦ delito le detuvieron y mucho menos ha recibido una disculpa. Con los que no os¨® cruzar la mirada fue con el resto de internos, entre los que vagaba durante las ¡°horas de patio¡±. Tena era un cuerpo extra?o en aquel centro penitenciario. ¡°Estaba muerto de miedo, me sent¨ªa como en una pel¨ªcula, no pod¨ªa evitar pensar qu¨¦ habr¨ªa hecho esa gente¡±. En esos cinco d¨ªas no entabl¨® conversaci¨®n con nadie m¨¢s que con su compa?ero de litera.
¡°T¨² sabr¨¢s lo que has hecho¡±, era lo ¨²nico que le dec¨ªan los agentes que lo detuvieron. Solo le comunicaron que la orden de arresto proven¨ªa de la Audiencia Nacional y que arrastraba su delito desde 2003. ¡°As¨ª que en ese momento me puse a pensar en todo lo que hab¨ªa hecho ese a?o. Dije: ¡®Igual he dejado de pagar algo a Hacienda...¡¯. Pero enseguida me di cuenta de que no, de que todo era un error¡±, relata en un bar a pocos metros del hospital de Fuenlabrada (Madrid), donde trabaja de enfermero. Ahora lo cuenta tranquilo, incluso suena como si lo hubiera superado a fuerza de recitar la historia decenas de veces, pero en su momento la experiencia le cost¨® dos meses de baja y varios a?os de tratamiento psicol¨®gico. ¡°Fue poco tiempo, pero me afect¨® mucho. Durante unos meses ten¨ªa miedo cuando ve¨ªa un coche de polic¨ªa, evitaba viajar, y si lo hac¨ªa, reservaba otra persona usando su DNI¡±.
Tena a¨²n no acierta a comprender c¨®mo con la tecnolog¨ªa actual pudieron encerrar a un inocente que solo compart¨ªa con el verdadero culpable el primer apellido (Israel Tena Mart¨ª), que adem¨¢s ya estaba cumpliendo su condena en una prisi¨®n de Castell¨®n. ¡°La sensaci¨®n que me queda es que le puede pasar a cualquiera y, sobre todo, ese sentimiento de que para el sistema no eres nadie: solo un n¨²mero¡±, apunta. Recuerda que no se cans¨® de repetir a todos los funcionarios que tuvo delante que todo era un malentendido, pero en sus palabras se atisba un fondo de comprensi¨®n: ¡°En parte los entiendo. Hac¨ªan su trabajo. Me imagino que todos los que entran ah¨ª lo hacen diciendo que son inocentes¡±.
Tambi¨¦n en esta serie...
Los peque?os detalles regresan: el fr¨ªo nocturno de abril que entraba por la ventana junto a la que estaba su cama, la comida en una bandeja que asomaba cada d¨ªa a la misma hora por la ventanita en la puerta de acero, los desayunos a las ocho de la ma?ana, el kit del detenido ¡ªun pijama y unas s¨¢banas¡ª que le entregaron despu¨¦s de fichar el ingreso en prisi¨®n, las caminatas por el m¨®dulo en busca de un funcionario amable al que contarle su situaci¨®n, y la conciencia final de que la soluci¨®n ten¨ªa que venir desde fuera: ¡°Al final te rindes. ?Para qu¨¦ vas a decir nada, si no te har¨¢n caso?¡±.
Si la detenci¨®n err¨®nea de Tena no hubiese coincidido con d¨ªas festivos, probablemente su pesadilla habr¨ªa durado tan solo unas horas o, tal vez, ni siquiera habr¨ªa pisado la c¨¢rcel. Cada vez que hac¨ªa una llamada, la respuesta que obten¨ªa su abogada era que la Audiencia Nacional estaba cerrada en Semana Santa y que hasta el lunes no se pod¨ªa hacer nada. Todas sus gestiones fueron in¨²tiles: el descanso judicial resultaba verdaderamente sagrado. Mientras, Tena hac¨ªa c¨¢balas en su celda sobre el hombre con el que le hab¨ªan confundido. ¡°Deb¨ªa de ser un pez gordo¡±, cuenta ahora con algo de gracia, ¡°porque para estar requerido por la Audiencia Nacional¡¡±. El segundo d¨ªa de encierro fueron a visitarle sus padres, que hab¨ªan viajado desde Extremadura tras ser alertados por el compa?ero de viaje de Tena. Le llevaron revistas de divulgaci¨®n cient¨ªfica y algo de sosiego al asegurarle que estaban empujando desde fuera para que todo acabara cuanto antes.
Tena fue confundido con un delincuente con el mismo apellido que
El entuerto se deshizo el lunes por la ma?ana, cuando el juez de guardia de la Audiencia Nacional verific¨® la confusi¨®n de identidades y decret¨® su liberaci¨®n. Por la tarde, cuando el turista encarcelado firm¨® el documento que acreditaba su salida, se encontr¨® con una parad¨®jica sorpresa: el nombre que le atribu¨ªa la polic¨ªa volv¨ªa a ser err¨®neo y no era ni el suyo ni el del verdadero condenado, sino un tercero. ¡°Eso ya fue lo ¨²ltimo que me faltaba. Les hice que lo corrigieran inmediatamente porque no quer¨ªa m¨¢s problemas¡±, se?ala. Al salir, contempl¨® el paisaje, con Sierra Nevada al fondo, y la frase ¡°?qu¨¦ bonita es la libertad!¡± le brot¨® del pecho.?Meses m¨¢s tarde, Interior le indemniz¨® con 3.000 euros, pero ¨¦l no los acept¨® y despu¨¦s de que la Audiencia archivara su caso, recurri¨® a la v¨ªa administrativa para obtener una indemnizaci¨®n m¨¢s alta. A¨²n no hay una resoluci¨®n, explica Tena.
Al a?o siguiente regres¨® a Granada, invitado por el Ayuntamiento. Juan Enrique Tena no guarda rencor a la ciudad, pero s¨ª al ¡°sistema¡± que le hizo dormir cinco noches en una celda.
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