La tesorera de B¨¢rcenas
Rosal¨ªa Iglesias, depositaria de los secretos de su esposo, amenaza con ¡°dar guerra¡±
Entre los planes futuros de Rosal¨ªa Iglesias Villar no est¨¢ ser la mujer florero del preso Luis B¨¢rcenas. No se retirar¨¢ discretamente a su Astorga natal para esperar a que su marido purgue todas las culpas en la c¨¢rcel como tanta mujer de convicto. Tampoco aceptar¨¢ ser condenada sin que alg¨²n otro pague su precio. Rosal¨ªa ha dejado de lado su imagen de mujer resignada y ha puesto de manifiesto que la ley del silencio no regir¨¢ su conducta. ¡°Si quieren guerra la tendr¨¢n¡±, ha dejado dicho para que llegue donde tiene que llegar.
Rosal¨ªa no ha modificado su vestuario de boutique exclusiva para simular una modestia que no tiene su cuenta corriente. Ni siquiera cuando tuvo que presentarse ante el juez Ruz para prestar declaraci¨®n como imputada en seis delitos moder¨® la calidad de su vestuario. Acostumbrada al anonimato de la vida de ¡°mujer de¡± gerente, se ha tenido que adaptar muy r¨¢pido a cruzar la pasarela de la Audiencia Nacional: firme, estirada, altiva, acompa?ada siempre de grandes gafas de sol, con rictus circunspecto. Con cara de asco, cuentan algunos cronistas. Dentro de la sala, abogados curtidos en mil causas la describen como una mujer ¡°con gran entereza¡±.
¡ª ?Recuerda haber entregado una cantidad de 150.000 euros, el equivalente a 25 millones de pesetas, para participar en alg¨²n tipo de promoci¨®n?, le pregunt¨® el juez Pedreira, anterior instructor del caso G¨¹rtel, en abril de 2010.
¡ª Mire ¡ª contest¨® sin temblarle la voz¡ª, yo no he tenido 25 millones de pesetas en mi mano nunca, se lo puedo garantizar, o sea, y le agradezco que me lo diga en pesetas, porque si no, no s¨¦ de qu¨¦ cantidad estamos hablando. No, no he entregado jam¨¢s a nadie esa cantidad de dinero.
Quiz¨¢s nunca tuvo en su mano 25 millones de pesetas, pero s¨ª 500.000 euros.
Cuatro a?os antes de hacer esa declaraci¨®n ante el juez ingresaba personalmente mil billetes de 500 euros en la sucursal de Caja Madrid de debajo de su casa en la calle Pr¨ªncipe de Vergara, en el barrio noble de Madrid.
¡°Si hemos hecho algo habr¨¢ que pagar, pero no por los dem¨¢s¡±
Los esfuerzos de Rosal¨ªa por hacerse pasar ante el juez por mujer florero no han fructificado: ha sido imputada y desimputada en 2010 y vuelta a imputar en 2013 por seis delitos: tres de fraude fiscal, uno de blanqueo de capitales, falsedad documental y estafa procesal en grado de tentativa. Su marido suma 14 delitos.
Obligada a responder por una fianza de responsabilidad civil de seis millones de euros, Rosal¨ªa no acudi¨® a su ¨²ltima cita en el juzgado hace unas semanas: dej¨® dicho a trav¨¦s de su abogado que mandar¨ªa un listado de los bienes embargables. A sus 53 a?os, no parece dispuesta a bajar la cabeza.
¡°Tiene conversaci¨®n anexa, no habla de politica¡±, dice Verstrynge
Porque la fiel esposa de B¨¢rcenas, la que ¡°no miraba¡± los papeles que su marido le hac¨ªa firmar, tiene el orgullo de quien ha venido de abajo, del barrio de San Andr¨¦s, del ¡°otro lado de la muralla¡±, como se distingue en Astorga a los de origen humilde.
Hija de un camionero, Juan Luis Iglesias ?lvarez, es la menor de cuatro hermanas. Estudi¨® con las monjas en Las Madres Escolapias y empez¨® a trabajar a una edad temprana en la empresa de su padre, que se dedicaba a recoger escombros de las obras con su cami¨®n. En ese pueblo leon¨¦s de unos 11.000 habitantes, que algunos maragatos definen como ¡°un pueblo sin porvenir, en el que solamente hab¨ªa curas y militares¡±, sigui¨® viviendo su familia cuando ella decidi¨®, a los veinte a?os, probar suerte en Madrid.
All¨¢ en Le¨®n se quedaron sus padres y sus tres hermanas. Una falleci¨® hace un par de a?os, otra abri¨® una joyer¨ªa con su marido en una calle cercana al ayuntamiento de la localidad y la tercera trabaja en una f¨¢brica de embutidos. Rosal¨ªa Iglesias, cuya ¡°belleza¡± y ¡°atractivo natura¡± recuerda y ensalza todo el mundo, march¨® a la capital despu¨¦s de romper su relaci¨®n con el hijo de un general, a la saz¨®n teniente de artiller¨ªa, cuya familia no la consider¨® digna de su categor¨ªa social. Qui¨¦n iba a pensar en el pueblo que llegar¨ªa tan lejos. Si vuelve, como tantos especulan, no ser¨¢ probablemente a ese otro lado de la muralla.
Sea por el despecho o por una necesidad de progresar fuera de los muros de Astorga, Rosal¨ªa Iglesias se desplaz¨® a Madrid y se coloc¨® como dependienta en una peleter¨ªa. La tienda result¨® ser una de las frecuentadas por la entonces esposa de Luis B¨¢rcenas, que disfrutaba de un buen trabajo en Alianza Popular. Las dos mujeres simpatizaron y, meses m¨¢s tarde, de esa naciente amistad surgi¨® la recomendaci¨®n para que el entonces tesorero de Alianza Popular ¡ªy padrino de B¨¢rcenas¡ª, ?ngel Sanch¨ªs, propusiera a Rosal¨ªa en 1983 como secretaria del tambi¨¦n entonces secretario general del partido Jorge Verstrynge. Poco tiempo despu¨¦s, el gerente, un jovenc¨ªsimo Luis B¨¢rcenas, reclamaba los servicios de la ¡°trabajadora, eficaz y puntual¡± secretaria: ¡°Me la pidi¨® porque ten¨ªa un pico de trabajo¡±, comenta Verstrynge.
En el PP saben que la aplicada secretaria maneja informaci¨®n privilegiada
No tard¨® mucho en hacerse p¨²blico el idilio. En 1989, B¨¢rcenas, divorciado ya de su primera mujer, se casaba con Rosal¨ªa. Poco despu¨¦s, nac¨ªa su hijo Guillermo.
Rosal¨ªa solo trabaj¨® tres a?os para el partido. Despu¨¦s se limit¨® a ejercer de discreta mujer de gerente. ¡°Tiene una conversaci¨®n anexa, en las cenas nunca hablaba de pol¨ªtica ni de nada ligado a las cuestiones de su marido. En ese terreno siempre ha ocupado un segundo plano¡±, cuenta Verstrynge que, pese a romper con el partido, ha seguido manteniendo una buena relaci¨®n personal con la pareja.
¡ª ?Quieres ser El Cabr¨®n o el ¨²nico cabr¨®n?, le lleg¨® a preguntar a Luis B¨¢rcenas hace alg¨²n tiempo, despu¨¦s de que ¨¦ste le dijera aquello de: ¡°No te creas nada de lo que est¨¢n diciendo de m¨ª¡±.
Verstrynge es de los que opinan que Luis y Rosal¨ªa forman una pareja muy s¨®lida. ¡°Si hemos hecho algo habr¨¢ que pagar por lo que hemos hecho, pero no por lo que han hecho los dem¨¢s¡±, dice que le coment¨® Rosal¨ªa recientemente.
El papel de la maragata ha ido ganando enteros desde el momento en el que la investigaci¨®n judicial comenz¨® a acorralar a su marido y el Partido Popular pas¨® de una posici¨®n de cerrada defensa a una descalificaci¨®n absoluta. Entre estos dos estados extremos, el partido pas¨® por la tibieza de rescindir el contrato al tesorero, al mismo tiempo que se le pagaba despacho, ch¨®fer y abogado y se le manten¨ªan unos ingresos mensuales calificados de ¡°indemnizaci¨®n en diferido¡±.
En todo este proceso degenerativo de abandono, Rosal¨ªa fue cobrando protagonismo. Mientras trataba de perfeccionar su papel de mujer invisible oculta bajo abrigos de vis¨®n y gafas oscuras, se conoc¨ªa que fue una de los cuatro asistentes a aquella reuni¨®n clave de marzo de 2010 a cuatro bandas en el despacho de Mariano Rajoy de la calle G¨¦nova: ella, su marido, Javier Arenas, en calidad de "amigo" y vicesecretario del partido y el ahora presidente del Gobierno. En esa cumbre, seg¨²n declar¨® este verano la secretaria general del PP, Mar¨ªa Dolores de Cospedal, se pact¨® ¡°una salida¡± para el todav¨ªa entonces tesorero.
De su papel cada vez m¨¢s sobresaliente pocos dudan. Ella, acompa?ando a su marido como una sombra a sus viajes a Suiza. Ella, silenciosa o silenciada, que no se acordaba de haber comprado una obra de arte de medio mill¨®n de euros a una artista argentina. Ella, sin oficio ni beneficio, con una cuenta de once millones de euros. Ella, ahora, cuando ha demostrado estar a la altura de las circunstancias y dominar los entresijos de la tesorer¨ªa del partido popular. Y quien dice entresijos, dice secretos.
El poder¨ªo de Rosal¨ªa fue suficiente como para cruzarse mensajes con el presidente del Gobierno: ¡°Rosa, gracias. Eres un encanto. Yo estar¨¦ ah¨ª siempre. Al final la vida es resistir y que alguien te ayude¡¡±, le escribi¨® Rajoy.
Mucha gente dentro del PP ha descubierto que la an¨®nima esposa de B¨¢rcenas, que aquella aplicada secretaria, se ha manejado en otros c¨ªrculos y dispone de informaci¨®n privilegiada: ¡°Debe ser la gran depositaria de los secretos de B¨¢rcenas que, claro est¨¢, ha tenido tiempo para ponerla al d¨ªa de todo y es la persona en la que realmente podr¨¢ confiar ahora y en el tiempo que tenga que estar en prisi¨®n¡±. Gente del partido teme la respuesta de esta mujer convertida en el canal de filtraci¨®n, en el brazo ejecutor de Luis B¨¢rcenas, en su fiel tesorera.
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