La confianza en Rajoy cae al m¨ªnimo entre sus propios votantes
La oposici¨®n centra sus ataques en la supuesta falta de palabra del presidente del Gobierno
Desde que es presidente del Gobierno no se recuerda a Mariano Rajoy repitiendo el adjetivo con el que siempre se hab¨ªa definido ¨¦l mismo antes: ¡°previsible¡±. Ahora la pol¨ªtica espa?ola gira en torno a su palabra, a si minti¨® y a si cumple sus compromisos. El mi¨¦rcoles en el Congreso Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y Cayo Lara le acusaron reiteradamente de mentir en la C¨¢mara a prop¨®sito de Luis B¨¢rcenas. Y la pr¨®xima semana la portavoz de UPyD, Rosa D¨ªez, le preguntar¨¢ directa y crudamente si cree que ¡°un presidente del Gobierno debe mentir¡±.
Es decir, est¨¢ en cuesti¨®n su credibilidad, porque se ha esforzado en convertir sus respuestas al esc¨¢ndalo en una cuesti¨®n de fe. Rajoy paga la factura de haber dejado en el aire explicaciones sobre rectificaciones y compromisos aparcados. Ha abusado de su palabra sin cuidar el cumplimiento y el resultado es que, seg¨²n la serie de sondeos de Metroscopia para EL PA?S, su credibilidad est¨¢ bajo m¨ªnimos, incluso entre los votantes del PP. Hasta un 64% de los que le apoyaron en las generales de 2011 asegura ahora que conf¨ªa poco o nada en ¨¦l. Este porcentaje era del 28% al inicio de su mandato. Este nivel de confianza, el m¨¢s bajo de su mandato, es equiparable al que tuvo Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero entre sus propios votantes al final de su presidencia. Tambi¨¦n Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar bas¨® el final de su mandato en la confianza en su palabra y arriesg¨® convirtiendo en acto de fe la existencia de armas de destrucci¨®n masiva en Irak. La diferencia notable es que estaba de retirada mientras que Rajoy est¨¢ a¨²n en la mitad de legislatura.
Los dirigentes populares se preguntan estos d¨ªas c¨®mo es posible que se crea m¨¢s al extesorero que al presidente y quiz¨¢s la respuesta est¨¦ en ese 64% de desconfianza. Sus apariciones p¨²blicas en momentos delicados como el debate sobre el estado de la naci¨®n o la comparecencia del 1 de agosto no solo no sirven para remontar su imagen y credibilidad, sino que marcan puntos de inflexi¨®n a la baja en la estimaci¨®n de voto del PP. As¨ª hasta llegar al 30,1% de la ¨²ltima encuesta, con una participaci¨®n estimada del 62%, la m¨¢s baja de la legislatura.
La estrategia de Rajoy pasa por aplazar para la segunda parte de la legislatura el cumplimiento de su programa, empezando por la bajada de impuestos y la mejora de datos econ¨®micos que prometi¨® en campa?a. Ha explicado que la herencia que se encontr¨® le ha obligado a cambiar el paso y promover medidas que no deseaba. Pero en ese camino se ha dejado jirones de credibilidad, dif¨ªciles de recuperar, y lleva al PP a una fidelidad de voto en una cifra r¨¦cord del 38%.
En ese cap¨ªtulo de rectificaciones e incumplimientos por la realidad econ¨®mica se incluyen las referidas a las bajadas de impuestos y el compromiso de no tocar las pensiones, entre otros. El primero se lo afe¨® Aznar en mayo cuando le reproch¨® que no proteja a las clases medias, que son su gran objetivo electoral. Y el segundo qued¨® superado hace un a?o y ahora con la reforma iniciada.
Hay tambi¨¦n abuso de compromisos superados y no explicados. Por ejemplo, el 23 de octubre de 2012 Rajoy dijo en el Senado sobre el rescate a los bancos: ¡°Eso nunca lo va a pagar el Estado¡±. Recientemente se ha conocido que las entidades financieras que recibieron ese dinero no lo han devuelto, es decir, el Estado lo ha asumido como deuda. Otro ejemplo: la pasada semana Rajoy explic¨® en rueda de prensa en Rusia una posici¨®n sobre Siria, distinta a la que horas despu¨¦s se conoci¨® a trav¨¦s de la Casa Blanca.
Tomando al vuelo esa debilidad, la oposici¨®n ha centrado la agenda pol¨ªtica en la credibilidad y la palabra del presidente, buscando la herida sangrante de Rajoy. Y quedan por aclarar detalles como su compromiso en el Congreso de que rompi¨® con B¨¢rcenas cuando supo que ten¨ªa una cuenta en Suiza, pese a que se ha sabido que le escribi¨® un SMS d¨¢ndole ¨¢nimos dos d¨ªas despu¨¦s. No le ayudan tampoco los traspi¨¦s de los dirigentes del PP al explicar, por ejemplo, el ¡°finiquito diferido y simulado¡± de su extesorero.
Rajoy nunca ha sido un l¨ªder carism¨¢tico que despertara entusiasmos, pero era visto como fiable, seg¨²n los sondeos de entonces. Su reto es ser capaz de convencer y movilizar en lo que queda de legislatura a sus electores desencantados. Su m¨ªnimo 30,1% de estimaci¨®n de voto viene de la proyecci¨®n de un porcentaje alto de sus votantes que ahora dicen dar la espalda al PP y que engordan la abstenci¨®n hasta el 38%.
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