Erosi¨®n de la legitimidad
Los partidos de gobierno de Espa?a han quedado en una posici¨®n irrelevante en Catalu?a
A medida que he ido siguiendo el proceso tendente a conseguir la independencia de Catalu?a, estoy llegando a la conclusi¨®n de que la independencia no se va producir, pero que, como consecuencia de la movilizaci¨®n de la sociedad catalana en dicho proceso, s¨ª se va a alcanzar una extraordinaria reducci¨®n de la presencia del Estado en Catalu?a. Extraordinaria en comparaci¨®n con la que ha tenido a lo largo de casi toda la historia de Espa?a en general y con la que ha tenido desde la Transici¨®n en particular.
Mi impresi¨®n es que la movilizaci¨®n proindependentista no ha cuajado en un bloque lo suficientemente cohesionado y homog¨¦neo como para ser portador de una voluntad independentista irresistible. No pongo en duda que los sondeos acerca de la independencia han sido realizados de manera honesta y que la cifra superior al 50%, 52% en el de la Cadena Ser del d¨ªa 11, es la que ha resultado de las respuestas de los ciudadanos. Pero una cosa es opinar en una situaci¨®n de calma y tranquilidad sin que est¨¦ nada en juego y otra muy distinta mantener esa opini¨®n en un conflicto de dureza enorme en t¨¦rminos pol¨ªticos, jur¨ªdicos, econ¨®micos, sociales, familiares e identitarios, como ser¨ªa sin duda un proceso de independencia. De los sondeos que he estudiado y de los discursos que he o¨ªdo o de los art¨ªculos que he le¨ªdo no resulta una voluntad de independencia por encima de todo. En el caso de que se quisiera forzar la m¨¢quina e imponer la independencia, la mayor¨ªa se fragmentar¨ªa y ser¨ªa incapaz de conseguirlo. Las dudas que est¨¢n surgiendo sobre la permanencia o no en la Uni¨®n Europea de una Catalu?a independiente, o sobre la necesidad de que el refer¨¦ndum sea convocado de manera legal o sobre la sustituci¨®n del refer¨¦ndum por unas elecciones plebiscitarias, ya van anticipando lo que ocurrir¨ªa cuando de las palabras se pase a la acci¨®n. No parece que exista una mayor¨ªa dispuesta a pagar el coste de la independencia. Existe muy probablemente una mayor¨ªa a favor de la independencia como algo festivo y l¨²dico, como han sido las celebraciones de las ¨²ltimas Diadas. Pero esa mayor¨ªa se ver¨ªa notablemente reducida e internamente fragmentada cuando hubiera que hacer frente a las resistencias del Estado, de la Uni¨®n Europea, de poderes econ¨®micos, medi¨¢ticos, deportivos, etc¨¦tera.
El Estado construido a partir de la Transici¨®n est¨¢ haciendo aguas por diversas v¨ªas
La movilizaci¨®n independentista est¨¢ todav¨ªa lejos de alcanzar su objetivo. Pero lo que s¨ª ha conseguido es reducir la presencia pol¨ªtica del Estado en Catalu?a. Los partidos de gobierno de Espa?a, PP y PSOE, est¨¢n desliz¨¢ndose en una pendiente que les conduce a la marginalidad o a la casi marginalidad. El 10,5 que le otorga al PSC y el 7 al PP el sondeo de la SER al que antes he hecho referencia, creo que es suficientemente expresivo. Nunca antes en la historia de Espa?a la presencia pol¨ªtica del Estado ha sido tan raqu¨ªtica. En el peso de Catalu?a en la direcci¨®n pol¨ªtica de Espa?a ha contado, y mucho, que hab¨ªa partidos nacionalistas potentes que compet¨ªan en el sistema pol¨ªtico espa?ol, pero tambi¨¦n que los partidos de gobierno del Estado compet¨ªan de manera determinante en Catalu?a.
Ese equilibrio entre los partidos nacionalistas y los partidos de gobierno del Estado, esencial para la direcci¨®n pol¨ªtica del Estado, de la comunidad aut¨®noma y para el ejercicio del poder municipal, es el que parece haberse roto. Y los estudios de opini¨®n indican que el proceso de ruptura no deja de avanzar. Como estamos entrando en un ciclo electoral, vamos a tener ocasi¨®n de comprobarlo pronto.
La movilizaci¨®n independentista no ha conseguido el objetivo que persegu¨ªa, pero s¨ª ha conseguido erosionar la legitimidad del Estado en Catalu?a, situando en una posici¨®n de irrelevancia dentro de la comunidad aut¨®noma a los partidos de gobierno de Espa?a. Esto, como ya he indicado, no ha ocurrido nunca antes en la historia de Espa?a. En consecuencia, carecemos de la evidencia emp¨ªrica que nos permita anticipar los efectos que esta erosi¨®n de la legitimidad del Estado como consecuencia de la irrelevancia de los partidos de gobierno de Espa?a pueda tener tanto en la gesti¨®n del sistema pol¨ªtico espa?ol como en la del subsistema pol¨ªtico catal¨¢n. Pero est¨¢ claro que no va a contribuir a fortalecer a ninguno de los dos. Y menos en una coyuntura como en la que nos encontramos, en que el Estado construido a partir de la Transici¨®n est¨¢ haciendo aguas por diversas v¨ªas y en que sus principales instituciones, Corona, Cortes Generales, Tribunal Constitucional, Comunidades Aut¨®nomas, est¨¢n inmersos en una imponente crisis de legitimidad.
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