La hoguera de Espa?a
La feraz vegetaci¨®n, el minifundio, el abandono del campo y una milenaria cultura del fuego han convertido a Galicia en un polvor¨ªn donde prende el 29% de los incendios de la Pen¨ªnsula
Pepe do Fieiro, el ¨²ltimo cabrero que tuvo el monte Pindo, subi¨® el jueves a la cumbre de A Moa (627 metros) para comprobar la magnitud de la cat¨¢strofe. Una semana despu¨¦s del mayor incendio que ha sufrido Galicia este verano, con m¨¢s de 2.400 hect¨¢reas arrasadas, este paisaje pedregoso y ¨²nico de la Red Natura, que persigue el sue?o de ser parque natural, contin¨²a consumi¨¦ndose por dentro. ¡°Arriba pegaba mucho el sol, la tierra estaba recalentada y junto a nuestros pies empezaron a salir llamas de nuevo¡±, cuenta asombrado este guardi¨¢n de la memoria de O Pindo (Carnota, A Coru?a). ¡°Un vecino que ven¨ªa conmigo reaccion¨® aprisa y vaci¨® en el fuego su botella de agua. Si no la hubiera tenido a mano, tampoco habr¨ªa ido a m¨¢s: ah¨ª arriba ya no queda nada que quemar¡±.
Jos¨¦ Rodr¨ªguez Ramos, Pepe, es c¨¦lebre en esta vuelta monumental de la Costa da Morte. Dicen que nadie sabe m¨¢s del monte que fue bautizado por el escritor Otero Pedrayo como el Olimpo de los dioses celtas. El 19 de enero cumplir¨¢ 80 a?os. Con solo seis, cuando todav¨ªa viv¨ªa en el lugari?o de O Fieiro, un grupo de casas en la ladera que el otro d¨ªa se vio cercado por el fuego, tuvo que hacerse cargo del reba?o familiar. Lleg¨® a tener 200 cabras de una raza aut¨®ctona que est¨¢ extinguida. Eran animales peque?os, de pelo muy corto, sobre todo blanco y negro, y unas ubres que no llenaban un vaso. ¡°Para sacar un litro ten¨ªamos que orde?ar siete u ocho¡±, describe Pepe. ¡°Eran famosas por su carne. Por las fiestas del ap¨®stol Santiago vend¨ªamos camiones de cabras, pero entre 1954 y 1955 se acab¨® todo: vinieron los forestales del ministerio y repoblaron con pino y eucalipto las laderas del Pindo donde pastaba el ganado. Las cabras, las ovejas, las vacas y las yeguas fueron prohibidas. Tuvimos que vender los reba?os como pudimos¡±, describe. Con la desaparici¨®n del ganado, la maleza se desmand¨®. ¡°Antes todo era campo, hierba y piedras¡±, pero entonces se empez¨® a acumular la le?a seca en el monte. Pepe, al igual que el alcalde, Ram¨®n Noceda (BNG), y la Guardia Civil, no duda de que el incendio que ha devastado su paisaje querido ha sido intencionado. ¡°Tambi¨¦n en mis tiempos de pastor prend¨ªamos fuego para hacer pastos, pero nunca se nos escapaban. Los animales manten¨ªan todo limpio¡±.
Arde Galicia y solo se salva de la quema la costa de Lugo, contagiada del clima y la ordenaci¨®n del monte de Asturias. El paradigma de ello, a pesar de su empecinamiento en el tan odiado eucalipto, es el municipio de Trabada, con solo 0,08 hect¨¢reas quemadas en 2012. Los expertos coinciden en que Galicia arde porque la mitad de su territorio es bosque (una superficie forestal arbolada de m¨¢s de 1,4 millones de hect¨¢reas, casi la mitad de la comunidad, seg¨²n c¨¢lculos de la Xunta), y dos tercios, monte (esta cuenta incluye tambi¨¦n el monte bajo). Arde, adem¨¢s, porque este monte, que en un 96% est¨¢ en manos privadas o comunales, se distribuye fundamentalmente en un minifundio dif¨ªcil de cuidar y el campo sufre un abandono galopante (con m¨¢s de 1.400 n¨²cleos deshabitados y unas 2.060 aldeas que agonizan con una o dos personas). A este c¨®ctel se a?ade un ingrediente ¨²nico: una arraigada cultura del uso rural del fuego, tan enraizada que, seg¨²n una investigaci¨®n del CSIC (Joeri Kaal, 2011), se remonta a hace 6.000 a?os, cuando los cazadores de entonces se hicieron ganaderos.
Esta semana, CC OO aportaba su recuento desde 1991. En dos d¨¦cadas, en la comunidad se han registrado 188.070 incendios, que han calcinado m¨¢s de 613.000 hect¨¢reas, ¡°lo equivalente a toda la provincia de Ourense¡±. Seg¨²n la web Espa?a en llamas, el 29,3 de los grandes incendios (m¨¢s de 100 hect¨¢reas) ocurridos entre 2001 y 2011 se concentra en Galicia (ver gr¨¢fico). Es un paisaje altamente combustible, pero el artefacto incendiario no est¨¢ en manos de ninguna organizaci¨®n criminal. ¡°Nunca hemos podido constatar la existencia de tramas¡±, asegura Salvador Ortega, capit¨¢n de la jefatura central del Seprona, con gran experiencia en los incendios. Cuando se habla de por qu¨¦ Galicia arde m¨¢s que el resto de Espa?a, ¡°siempre aparece una conclusi¨®n: la caracter¨ªstica propiedad forestal¡±. A esto hay que sumar ¡°la cultura del empleo del fuego para tareas agrarias¡±, que convierte en un polvor¨ªn las provincias m¨¢s c¨¢lidas, Ourense y Pontevedra. Estas dos provincias y el norte de Portugal son la hoguera de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, y tambi¨¦n donde m¨¢s veces se concluye que los fuegos fueron prendidos intencionadamente. Seg¨²n los datos del Seprona de 2012, ¡°de los 387 incendios investigados en Galicia (una peque?a parte del total), 305 fueron esclarecidos, y de ellos, 211 (casi el 70%) resultaron ser intencionados¡±.
La Fiscal¨ªa Superior de Galicia coincide en negar las tramas: no existe ese ¡°imaginario¡± de que los incendios son provocados por ¡°el trinomio madera-urbanismo-econom¨ªa del fuego¡±, aunque la mano del hombre est¨¦ detr¨¢s de casi todos los incendios forestales. Seg¨²n el ministerio p¨²blico, con un balance m¨¢s global que la Guardia Civil, siete de cada 10 se deben a negligencias, imprudencias o accidente: l¨¦ase, en Galicia, las quemas agr¨ªcolas, de residuos o forestales.
Galicia tiene una densidad forestal solo superada en Europa por Finlandia y Suecia, y a la vez suma 30.000 n¨²cleos de poblaci¨®n, la mitad de los de toda Espa?a. Sobre este paisaje planea, adem¨¢s, el factor meteorol¨®gico, con las elevadas temperaturas, la escasa humedad y las rachas fuertes de vientos del noreste que caracterizaron los partes de este ¨²ltimo mes, as¨ª como la reducci¨®n a la m¨ªnima de las labores de prevenci¨®n (pasto de los recortes presupuestarios) y el abandono del rural que dispara la biomasa, combustible ideal para que las llamas logren devorar ¨¢rboles aut¨®ctonos tan resistentes como los robles.
El resultado es explosivo y en los ¨²ltimos a?os no ha respetado parques naturales ni zonas protegidas. Ni tan siquiera el parque nacional de las Islas Atl¨¢nticas. ¡°Igual que crecen los ¨¢rboles¡±, rese?a el Consello Econ¨®mico y Social de Galicia, ¡°crece el matorral tanto en bosques como en zonas rasas¡±. Y m¨¢s tras un invierno y una primavera que fueron los m¨¢s lluviosos en d¨¦cadas. Otra vez reaparece el factor meteorol¨®gico: ¡°Es determinante en todas y cada una de las oleadas de incendios¡±, resalta el fiscal de Medio Ambiente en Galicia, ?lvaro Ortiz. Tanto, que por primera vez la Fiscal¨ªa General del Estado ha decidido introducir en sus estudios anuales la variable meteorol¨®gica.
Cinco tipos de incendiarios
La Fiscal¨ªa de Medio Ambiente ha establecido cinco perfiles de incendiario tras conseguir que 231 de los 552 detenidos del pasado a?o respondieran a un cuestionario. La mitad eran de Galicia.
1. INCENDIO AGR?COLA. Se producen por imprudencias punibles, principalmente por la ma?ana. El autor, que suele dedicarse al sector agr¨ªcola, permanece en el lugar de los hechos cuando llegan los servicios de extinci¨®n. Suele estar jubilado.
2. GANADERO. La motivaci¨®n de este incendio suele ser tambi¨¦n la imprudencia punible, aunque no habr¨ªa que descartar la venganza. La zona afectada ser¨¢ de uso ganadero. El autor ser¨¢ joven (menos de 34 a?os) y frecuentemente se encontrar¨¢ empleado en el sector de la industria. Puede contar con antecedentes penales.
3. FORESTAL. La motivaci¨®n es cometerlos sin sentido aparente, fruto de alg¨²n trastorno. Se suele prender m¨¢s de un foco. Este tipo de autores suelen ser j¨®venes (menos de 34 a?os), que trabajan de manera espor¨¢dica en una tarea no cualificada. Frecuentemente ser¨¢n analfabetos y cuando han estado escolarizados suspender¨ªan habitualmente. Su infancia y crianza habr¨ªan sido dif¨ªciles, con problemas en la familia. En el momento del incendio vivir¨¢ con sus padres y tendr¨¢ pocos amigos. El siniestro lo ha podido cometer bajo el efecto de sustancias, alcohol principalmente. Habr¨ªa prendido el fuego con un mechero.
4. FORESTAL DESDE PISTA. La motivaci¨®n ser¨¢ sin sentido aparente o fruto de alg¨²n trastorno. El incendio frecuentemente se iniciar¨¢ de noche desde una pista. El autor tendr¨¢ de 46 a 60 a?os, soltero y desempleado o, en caso de trabajar, con mala adaptaci¨®n al mismo. Puede dedicarse a la pesca. Tendr¨¢ estudios primarios (EGB) que habr¨¢ conseguido aprobando con dificultad. Su infancia y crianza habr¨ªan sido normales y vivir¨¢ con sus padres en un pueblo. Tendr¨¢ pocos amigos, gust¨¢ndole estar solo en su tiempo libre. Probablemente conocer¨¢ al propietario de los terrenos y el medio de ignici¨®n puede ser un artefacto artesanal.
5. AGR?COLA/CINEG?TICO. La motivaci¨®n ser¨¢ obtener alg¨²n beneficio. Se llevar¨¢n a cabo en verano y en un d¨ªa laborable. El autor tendr¨¢ entre 34 y 46 a?os, estar¨¢ desempleado o trabajar¨¢ en la construcci¨®n. Puede ser analfabeto y su rendimiento acad¨¦mico habr¨ªa sido malo. Frecuentemente vivir¨¢ con otros que no ser¨¢n ni su pareja ni su familia. Puede abusar de sustancias. Conocer¨¢ al propietario de los terrenos porque ser¨¢ su vecino.
Varios d¨ªas de ausencia de lluvia en ¨¦poca de calor disparan las alertas. Las condiciones eran ¡°extremas¡±, destaca el informe de la Guardia Civil, durante la tremenda oleada de fuegos que arras¨® 95.000 hect¨¢reas en Galicia en agosto de 2006. O durante el caluroso octubre de 2011, cuando ya estaba desmantelado el dispositivo de extinci¨®n y se sucedieron grandes incendios, sobre todo en Ourense, como el que se prolong¨® durante nueve d¨ªas en Manzaneda, reduciendo a cenizas 1.800 hect¨¢reas. La sequ¨ªa era tambi¨¦n inaudita y persistente en marzo del pasado a?o, cuando de nuevo los telediarios abr¨ªan con una Galicia en llamas.
Aquellos d¨ªas ardi¨® el magn¨ªfico parque natural Fragas do Eume, en la comarca ferrolana. Y las brasas volvieron a incendiar la teor¨ªa institucional, desde la Xunta, sobre la existencia de una trama de gente interesada en cambiar el uso de ese suelo, de opositores a las restricciones que implican un espacio natural protegido como ese. El Gobierno gallego se lanz¨® a publicar p¨¢ginas de publicidad en la prensa con el lema ¡°Hay que parar a los incendiarios¡±. Pero no era para nada eso. La investigaci¨®n judicial concluy¨® confirmando la sospecha inicial: fue una colilla la que origin¨® aquel fuego que devast¨® 750 hect¨¢reas, 350 del parque natural.
Las fiscal¨ªas responsables de coordinar y supervisar las investigaciones de las fuerzas de seguridad no se cansan de repetir que ¡°no hay ning¨²n prop¨®sito criminal concertado¡± para plantar fuego, ¡°ning¨²n inter¨¦s general¡±. ¡°Si los hubiera, ya se habr¨ªan descubierto¡±, responde siempre el fiscal jefe de Galicia, Carlos Varela. Por mucho que, en plena oleada de este verano, la Xunta de Alberto N¨²?ez Feij¨®o volviera, y especialmente en la ¨²ltima semana, a recuperar esa teor¨ªa, y a declarar que es un problema de ¡°orden p¨²blico¡±.
Esta campa?a veraniega de lucha contra el fuego ¡°va extraordinariamente bien¡±, se felicitaba, no obstante, Feij¨®o a finales de agosto. ¡°Francamente eficaz¡±, remachaba el mi¨¦rcoles pasado el ministro de Agricultura, Miguel Arias Ca?ete, con la pol¨¦mica pol¨ªtica y ecologista al rojo vivo tras el incendio de O Pindo. Hay menos superficie quemada y menos incendios. Pero este a?o ya se duplic¨® el n¨²mero de grandes fuegos, los que arrasan m¨¢s de 500 hect¨¢reas. Ya van siete frente a tres de 2012.
El Gobierno gallego denuncia, machac¨®n, el ¡°car¨¢cter homicida¡± de los recientes grandes fuegos, habla de ¡°una serie de personas empe?adas en acabar con el patrimonio natural y hacer da?o¡±, logra desbloquear una partida de gasto p¨²blico, pese a las restricciones, para de nuevo publicar una campa?a institucional llamando a delatar ¡°las matr¨ªculas de coches que salen de noche de un bosque¡±. A la defensiva por las cr¨ªticas contra su denostada pol¨ªtica forestal y la polvareda que suscitan los cambios y retrasos, sin precedentes, que introdujo este a?o en el operativo de prevenci¨®n y extinci¨®n, elude datos e informes oficiales para refugiarse en ¡°la lacra de incendiarios que aprovechan condiciones meteorol¨®gicas adversas para provocar fuego¡±.
Pero la inmensa mayor¨ªa de las personas detenidas (imputadas por el delito de incendio forestal, una media de 200 anuales en Galicia, l¨ªder en Espa?a en este aspecto) provocaron el fuego por negligencia o accidente. El motivo n¨²mero uno de las llamas provocadas, pero no intencionadas (seis de cada diez, y va en aumento), es la quema de rastrojos en el campo. Un h¨¢bito incrustado en el ADN del mundo rural gallego. Se realizan m¨¢s de 400.000 al a?o. ¡°Y basta con que salga mal el 1% para tener la causa de muchos incendios¡±, destaca el fiscal ?lvaro Ortiz.
Vuelve a ser el motivo m¨¢s extendido, con diferencia, entre los ya 140 imputados por incendio forestal en Galicia en lo que va de este a?o. Muchos saben que est¨¢ prohibido en esta ¨¦poca, que carecen del imprescindible permiso, que se les puede ir de las manos. Pero aun as¨ª lo hacen.
Una ¡°imprudencia punible¡±, de acuerdo con el C¨®digo Penal, provocada, pero no intencionada, por ¡°incendiarios agr¨ªcolas¡±, seg¨²n la denominaci¨®n de uno de los cinco ¡°perfiles¡± que establece la fiscal¨ªa con cuestionarios (Galicia aporta la mitad del total) remitidos por las fuerzas de seguridad y psic¨®logos de la Guardia Civil y de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Este estudio intenta invertir la hist¨®ricamente muy baja tasa de esclarecimiento. Es muy dif¨ªcil encontrar pruebas y responsables.
Los pir¨®manos en sentido estricto, que queman por quemar, est¨¢n en v¨ªas de desaparici¨®n. Solo el 7% en el caso de Galicia. Seg¨²n el capit¨¢n del Seprona consultado, en 2012 solo un gallego (de Agolada, Pontevedra) fue juzgado y declarado como tal: como un enfermo mental armado de mechero. Pero era un caso digno del Guinness: se le atribuyeron 150 incendios en tres provincias. En el 27% de los incendios que no son por negligencia, o sea, los provocados con intenci¨®n dolosa, otra vez aparecen a la cabeza ¡°las pr¨¢cticas tradicionales inadecuadas¡±, como quemar vegetaci¨®n para regenerar pastos o prender un fuego para ahuyentar animales, sobre todo jabal¨ªes. ¡°Es muy importante distinguir el grado de intencionalidad¡±, advierte el fiscal de Medio Ambiente. Hay una intenci¨®n, pero no de causar da?o. Los incendiarios con maldad, que act¨²an por venganza o por empe?o en causar grandes perjuicios, son pocos. Apenas el 15% de ese tercio de incendios con ¨¢nimo doloso. El capit¨¢n Ortega recuerda un dato curioso: el a?o pasado, los ¨²nicos tres incendios de Espa?a en los que el Seprona pudo demostrar que se trataba de estratagemas para ¡°distraer a las fuerzas de seguridad¡± se declararon en Pontevedra. Narcos que prendieron fuegos para entretener a los agentes mientras descargaban la droga en las R¨ªas Baixas.
Identificar a un sospechoso, y sobre todo encontrar pruebas para sentarlo en el banquillo de los acusados, es muy dif¨ªcil. A bombo y platillo se dio a conocer la detenci¨®n y posterior libertad con cargos del septuagenario pastor de ovejas, principal sospechoso del gran incendio este agosto de Oia-O Rosal (Pontevedra), que arras¨® 1.850 hect¨¢reas. Cuenta ahora con s¨®lidas coartadas, como la de un concejal de su pueblo que dice haber estado con ¨¦l cuando se inici¨® el fuego.
Puede que resulte al final como el tortuoso camino que llev¨® a detener a un indigente sin todas sus facultades mentales por el mayor incendio en Galicia en la ¨²ltima d¨¦cada, el de Cerdedo (Pontevedra), en aquel terrible verano de 2006, con 8.000 hect¨¢reas calcinadas y dos v¨ªctimas mortales, dos mujeres que quedaron atrapadas en su coche. El hombre pas¨® un a?o en la c¨¢rcel, pero luego fue absuelto.
Pero si hay unos cuantos sospechosos y solo unos pocos culpables, de la Galicia en llamas tambi¨¦n surgen historias de valientes an¨®nimos que se enfrentan al fuego para salvar la tierra generosa, que tanto dio de comer. Manuela Barja, hoy m¨¢s conocida como Manuela sin Miedo, no hizo caso de las brigadas contraincendios que le ordenaban marchar a casa cuando, en marzo del a?o pasado, y cumplidos los 83, se ech¨® al monte herida en una mano para defender las fincas de su aldea de Laioso, en el municipio orensano de Vilar de Santos. La empuj¨® el amor por su paisaje y el no soportar ni por un instante m¨¢s los lamentos de sus vecinos, en aquel incendio que arras¨® 400 hect¨¢reas. Ese d¨ªa, la imagen de su cara ennegrecida por el humo espeso, la cabeza protegida solamente por el pa?uelo oscuro que siempre lleva, dio la vuelta a Espa?a. Su marido, ya fallecido, hab¨ªa sido brigadista, y ella en su juventud tambi¨¦n hab¨ªa participado en la extinci¨®n de alg¨²n fuego desbocado. La lumbre siempre se ha prendido, dice, coincidiendo totalmente en su planteamiento con Pepe do Fieiro, el ¨²ltimo pastor que retir¨® sus cabras de O Pindo. Los viejos se van muriendo, cada vez son menos manos que trabajen la tierra. ¡°Ahora ya no hay quien roce¡±, dice, ¡°a la fuerza tiene que arder el monte¡±.
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