¡°Beatriz, ?por qu¨¦ nadie me fren¨® antes de matar a pap¨¢?¡±
La odisea judicial de unos padres c¨¢ntabros para internar a su hijo acab¨® en tragedia
Jes¨²s F. S. perdi¨® diez kilos en 30 d¨ªas. Se los trag¨® la impotencia y el sufrimiento de ver que a su hijo, con solo 30 a?os, se lo hab¨ªa comido la locura (una grave esquizofrenia) y se hab¨ªa convertido en una inconsciente m¨¢quina de hacer da?o: a sus padres, a sus vecinos y a ¨¦l mismo... Desesperado, Jes¨²s, de 62 a?os (acompa?ado de su esposa Guillermina), pidi¨® ayuda al juez de tutelas y a los servicios sanitarios del 061 de Santander. Y no hicieron nada.
Aquella inacci¨®n acabar¨ªa acarreando terribles consecuencias a toda la familia. Aun hoy, cuatro a?os despu¨¦s de la tragedia, ni el Poder Judicial ni el Gobierno c¨¢ntabro, como responsable del 061, asumen responsabilidad alguna en lo ocurrido. Pese a que est¨¢n denunciados. A Guillermina se le enrojecen los ojos cuando evoca aquella noche de locura. La que le toc¨® vivir en la casa que la familia posee en un peque?o municipio cercano a Santander el 22 de diciembre de 2009 (se omiten datos concretos identificativos por las patolog¨ªas mentales de algunos de los protagonistas).
Si el juez o el 061 se hubiesen movido m¨ªnimamente, probablemente ni Jes¨²s F. S. estar¨ªa hoy muerto ni su hijo, que tambi¨¦n se llama Jes¨²s, en el centro psiqui¨¢trico penitenciario de Fontcalent, en Alicante. Penado con 15 a?os de internamiento por el homicidio de su padre. Pese al grav¨ªsimo delito, fue absuelto. Es inimputable. No distingu¨ªa el bien del mal. Es un enfermo.
El juez envi¨® a la familia al 061 y este al juez, que ha sido ¡°incapacitado¡±
Sus padres se presentaron el 7 de diciembre de 2009 ante el entonces juez de tutelas de Santander, Antonio F.-D. Iban muy nerviosos y portaban un informe del psiquiatra habitual de Jes¨²s. El doctor prescrib¨ªa la necesidad de internarle con urgencia en psiquiatr¨ªa del hospital Marqu¨¦s de Valdecilla. No era para menos. Pocos d¨ªas antes le hab¨ªa dado una paliza a su padre (y fueron varias). Y empezaba a acumular denuncias de algunos ancianos de la zona a los que, inopinadamente, hab¨ªa golpeado. La enfermedad ven¨ªa de lejos, pero tomaba la medicaci¨®n y nunca hab¨ªa dado problemas. Un chico normal. Hasta que, seg¨²n la familia, dej¨® el tratamiento (unos dos meses antes de la tragedia) con autorizaci¨®n del psiquiatra. Sin las pastillas se notaba euf¨®rico, conversador, ¨¢gil, hac¨ªa deporte... Y quer¨ªa sentir una vida m¨¢s normal.
¡°No pararemos hasta hallar justicia¡±
La familia de Jes¨²s F. S. cree que su muerte estuvo precedida de un grave error judicial y por eso ha llevado este asunto ante el Consejo del Poder Judicial. Pero este ¨®rgano emiti¨® un informe en el que entiende que el Estado no tiene ninguna responsabilidad a efectos de una indemnizaci¨®n por el dolor y el da?o moral causados a esta familia. Y as¨ª lo ha informado al Ministerio de Justicia, que tambi¨¦n rechaz¨® reconocer el error.
La pol¨ªtica del Consejo del Poder Judicial, en aras de la independencia judicial, es que solo un tribunal superior del ¨®rgano judicial implicado puede dictaminar si un juez ha adoptado una decisi¨®n incorrecta. La familia no se ha arredrado y tambi¨¦n ha acudido a los tribunales ordinarios, a la Audiencia Nacional, frente a la decisi¨®n del ministerio y del Poder Judicial de no reconocer que la inacci¨®n del juez de tutelas contribuy¨® a la muerte del padre. En julio pasado fue el juicio. La sentencia est¨¢ a punto de salir. ¡°No vamos a parar hasta que se haga justicia¡±, apunta Beatriz, que tambi¨¦n se pregunta: ¡°?Qui¨¦n controla a quienes rigen nuestras vidas y de cuyas decisiones dependemos. Y no hablo s¨®lo de jueces, tambi¨¦n de m¨¦dicos, funcionarios¡?¡±.
Pero empez¨® a fabricar en su mente enemigos irreales. Y cuanto m¨¢s pr¨®ximos, m¨¢s odio. Sin motivo. Tras dejar la medicaci¨®n, convirti¨® el chal¨¦ en el que conviv¨ªa con sus padres (enclavado en el monte y rodeado de ¨¢rboles y prados) en un infierno. Pronto vino la paliza a su padre, y golpes a ancianos (¡°no me gustan los mayores¡±, dec¨ªa). Provistos del informe m¨¦dico, acudieron al juez de guardia, que les remiti¨® a su colega de Primera Instancia n¨²mero 11, el que en Santander se encarga de tutelar a quienes no se gobiernan a s¨ª mismos.
El juez entendi¨® que la agresi¨®n paterna no era un asunto tan grave. Y env¨ªo al matrimonio al 061 para que fueran ellos los que actuaran. Se toparon con la irracionalidad. El coordinador del 061 comunic¨® a Guillermina (est¨¢ grabado y consta en el sumario) que, para internar involuntariamente a Jes¨²s, deb¨ªan conseguir una orden del juez. ¡°No, no, el juez nada; si estuvimos directamente hablando con ¨¦l, y nos dijo que no, que ellos no ingresan a nadie (¡) que tiene que hacerlo el 061 y luego ¨¦l ratifica¡±, replicaba la madre. El di¨¢logo es una antolog¨ªa de la impotencia de una madre que acude a un sitio y desde este la mandan a otro y desde este otro al mismo, y as¨ª sucesivamente. Los padres volvieron a casa desolados. No sab¨ªan qu¨¦ hacer. El juez los hab¨ªa mandado al 061 y el 061 al juez.
D¨ªas despu¨¦s, en la madrugada del 20 de diciembre de 2009, la esquizofrenia se apoder¨® por completo de Jes¨²s. Eran las dos de la madrugada. Y Jes¨²s se ceg¨® ¡°con quien m¨¢s hab¨ªa querido en el mundo; eran inseparables: mi padre¡±, cuenta Beatriz, la hermana mayor. Asi¨® un cuchillo, entr¨® en el dormitorio de sus padres y acuchillo a su progenitor. Guillermina se interpuso y result¨® herida. ¡°Mi madre me llam¨® sobre las tres y media de la madrugada, y me dijo que estaba en el hospital de Valdecilla. Cuando llegu¨¦, no sab¨ªa que mi padre estaba muerto...¡±, recuerda Beatriz.
El magistrado que rehus¨® internarle fue luego ingresado en otro psiqui¨¢trico
Semanas despu¨¦s su hermano ser¨ªa trasladado al psiqui¨¢trico de Alicante. El padre fue incinerado en medio de un fuerte dolor vecinal: Guillermina es muy querida y conocida por haber sido durante muchos a?os la practicante de la zona. Durante los dos meses siguientes al crimen, Jes¨²s estuvo como ¡°en una nube¡±. No se acordaba de nada. Su madre y hermanas eran un mar de dudas. ?C¨®mo reaccionar¨ªa si le visitaban? ?Le dar¨ªa una nueva crisis? Cuando le visitaron era una persona normal. Coherente. Y era consciente de lo que hab¨ªa hecho. Ahora s¨ª se toma la medicaci¨®n y est¨¢ considerado un interno mod¨¦lico. Solo quiere ayudar a los dem¨¢s internos.
El reencuentro entre rejas con su familia fue muy triste, de nudos en el est¨®mago. ¡°Beatriz, ?c¨®mo no me par¨® nadie antes de hacer eso?¡±, coment¨® a su hermana en Fontcalent. La familia tiene claro que el juez debi¨® actuar. ?C¨®mo? Enviando urgentemente al forense a reconocer a Jes¨²s. Y redactando un auto ordenando al 061 su internamiento. No pod¨ªa seguir as¨ª: los enfrentamientos con su padre eran frecuentes en casa. Y algunos ancianos (¡°no me gustan las personas mayores¡±, dec¨ªa) de la zona se apartaban a su paso para que no les golpeara. Y crec¨ªan las denuncias por lesiones. Sin embargo, la ¨²nica vez que la Guardia Civil se present¨® en casa fue, no por la agresi¨®n al padre, ni a los ancianos, sino por dejar a deber diez euros en una gasolinera, se lamenta Beatriz.
No hay una estad¨ªstica judicial espec¨ªfica, pero son frecuentes las denuncias de padres maltratados por hijos (no diagnosticados) que esconden graves trastornos mentales. Lo dicen as¨ª los fiscales de menores en sus memorias de actividades. ?Es el juez o son los servicios sanitarios los que debieron ordenar la hospitalizaci¨®n de Jes¨²s? El juez decano de Santander, Jos¨¦ Arsuaga, se?ala que desde 2008 para los internamientos involuntarios se estableci¨® un protocolo, seg¨²n el cual la misi¨®n de trasladar (no internar) a un enfermo a un hospital psiqui¨¢trico compete al 061 y no al juez. Y que solo si el psiquiatra del hospital ratifica el internamiento, en un plazo de 72 horas el juez y el forense han de visitarlo y asumir su tutela. En cambio, el art¨ªculo 763 de la Ley de Enjuiciamiento Civil se?ala: ¡°El internamiento, por raz¨®n de trastorno ps¨ªquico, de una persona que no est¨¦ en condiciones de decidirlo por s¨ª (...) requerir¨¢ autorizaci¨®n judicial (...) La autorizaci¨®n ser¨¢ previa a dicho internamiento¡±. Es decir, la ley encomienda ese cometido al juez (se trata de una medida de privaci¨®n de libertad).
El juez que eludi¨® internar a Jes¨²s, de unos 50 a?os, ha sido jubilado anticipadamente por el Consejo del Poder Judicial. Por ¡°incapacidad permanente¡± para ser juez. Y no por su supuesta inacci¨®n en el caso de Jes¨²s, sino porque tambi¨¦n sufre un grave trastorno mental. En agosto de 2011, se desplaz¨® a M¨¢laga y supuestamente acos¨® a una colega suya, que le denunci¨®. La polic¨ªa de M¨¢laga se lo llev¨® primero a comisar¨ªa, sin detenerle, aunque opuso gran resistencia. Un colega suyo de M¨¢laga orden¨® ipso facto su internamiento involuntario en un hospital psiqui¨¢trico, sin tener que acudir a ning¨²n 061. ¡°?Por qu¨¦ tuvo que morir mi padre? ?por qu¨¦ nadie fren¨® a Jes¨²s?¡±, se pregunta a¨²n hoy la familia.
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