?Vuelve la Anti-Espa?a?
En las elecciones de febrero de 1936, de los 473 esca?os del Congreso de los Diputados el Partido Comunista de Espa?a logr¨® 17 y Falange Espa?ola ninguno. Solo seis meses despu¨¦s, en julio, se produjo la sublevaci¨®n de algunas unidades militares que degener¨® en guerra civil. Entonces, fueron esas dos formaciones las que, a pesar de su insignificancia parlamentaria, terminaron polarizando el enfrentamiento entre las dos Espa?as y las dos Catalunyas que se combat¨ªan. Desde el principio, la guerra necesit¨® de esas palabras que carga el diablo y galvanizan a los combatientes. De ah¨ª que quienes luchaban bajo las bendiciones eclesiales optaran por descartar que tuvieran enfrente a otros espa?oles de diferentes ideas o afinidades. Imaginaban que su lucha era la de la bestia y el ¨¢ngel, conforme la describ¨ªa en su poema el primer Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n, a la altura de 1938.
En un lado, el de la Cruzada, combat¨ªa Espa?a. En el otro, sus enemigos, la Anti- Espa?a, la conspiraci¨®n judeo-mas¨®nica-bolchevique, que deb¨ªa ser erradicada de la faz de la tierra y aniquilada. El 1 de abril de 1939, el ¨²ltimo parte del cuartel del general¨ªsimo conclu¨ªa diciendo ¡°la guerra ha terminado¡±: Empezaba la victoria. La concordia hubo de esperar a que la convocara don Juan Carlos al ser proclamado Rey, porque solo quiso serlo de todos los espa?oles. La paz reconciliadora solo lleg¨® con la Constituci¨®n de 1978. Han pasado 35 a?os y ahora son visibles los intentos de volver al lenguaje de la Espa?a aut¨¦ntica y de la Anti-Espa?a. La puja decidida de prietas las filas pretende un dicasterio vigilante que mantenga su particular sentido de la ortodoxia. Las unidades de la Brunete medi¨¢tica compiten entre s¨ª para ganar el campeonato de la desmesura, sin dejar espacio a la reflexi¨®n inteligente. En vez de desactivar la desafecci¨®n observable en Catalu?a respecto de Espa?a; en vez de tomar posiciones ¡°a favor de Catalu?a en Espa?a¡±; en vez de evitar que prenda tambi¨¦n otra desafecci¨®n generalizada en el resto de Espa?a hacia Catalu?a, pugnan por exacerbar los peores sentimientos y abonar el campo de los secesionistas.
Algunos medios pugnan por exacerbar los peores sentimientos y abonar el campo de los secesionistas
Siguiendo una actitud mim¨¦tica, en Catalu?a tambi¨¦n se ha intentado trazar otra divisoria cainita entre los buenos catalanes, independentistas por supuesto, y los r¨¦probos, resistentes a sumarse a la pi?a deseada. Por eso, como se?alaba un buen amigo periodista en su telegrama a Artur Mas, el Molt Honorable President de la Generalitat, causa espanto que se creara de urgencia el pasado julio un registro oficial de adhesiones a las pol¨ªticas impulsadas por el Gobierno de Catalu?a. Su prop¨®sito declarado era recabar informaci¨®n y datos personales de los comulgantes adheridos, que se mantendr¨ªan en secreto hasta que conviniera hacerlos p¨²blicos. Es el Todo por la Patria, cualquiera que sea su per¨ªmetro. Parece seguir el precedente del certificado de adhesi¨®n al Movimiento Nacional, imprescindible en el r¨¦gimen de Franco. Un sistema acreditado para distinguir entonces a los buenos y malos espa?oles y que iba a ensayarse ahora para hacer lo mismo con los catalanes. Ayer se anunciaba la renuncia a ese intento y debemos celebrar todos que se haya desistido del disparate.
Vienen enseguida los int¨¦rpretes totalizadores, que disponen de pizarra en las cabeceras relevantes. Suben al estrado y presentan en t¨¦rminos monol¨ªticos las actitudes prevalecientes en Madrid o en Barcelona. Hablan, por ejemplo, de la prensa de Madrid caracteriz¨¢ndola a partir de sus expresiones m¨¢s arriscadas. Las perciben como una amenaza, pero deber¨ªan saber que esa amenaza antes expandirse y vadear el Ebro hace sentir sus efectos m¨¢s inmediatos sobre quienes est¨¢n avecindados en Madrid. Porque quienes viven y trabajan en la Villa se sienten avergonzados cuando se elige a los alistados en las filas del exabrupto como si fueran sus abanderados indiscutibles e indiscutidos. Madrid es ancho y ajeno a esa barbarie dial¨¦ctica. Tiene m¨²ltiples circuitos para la atribuci¨®n del prestigio social, en modo alguno cristaliza en la abyecci¨®n sino que reconoce la inteligencia sintiente, conforme a los esclarecimientos de Xavier Zubiri. Conviene distinguir bien en vez de extraviarse siguiendo algunos se?uelos, que la convertir¨ªan en el destino natural de los improperios proferidos en defensa propia.
Porque los valedores de la espa?olez est¨¢n siempre estrechando el per¨ªmetro de su particular Espa?a y ampliando el de sus sospechas para incluir all¨ª a cuantos act¨²an con conciencia y criterio propio sin atender a la servidumbre que les querr¨ªan imponer. As¨ª son etiquetados con la estrella de la Anti-Espa?a, por ejemplo, el vicepresidente de la Comisi¨®n Europea Joaqu¨ªn Almunia, el juez del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo Lu¨ªs L¨®pez Guerra o el padre de la Constituci¨®n Miquel Roca. Quien les estigmatice lo hace tambi¨¦n a todos nosotros. Vale.
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