Los desahucios en su laberinto
El juez Fern¨¢ndez Seij¨® critica la ineficacia de las medidas para ayudar a las familias
En el a?o 1989 Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez escribi¨® una personal visi¨®n de los ¨²ltimos d¨ªas del libertador Sim¨®n Bol¨ªvar, una visi¨®n amarga y desesperanzada que titul¨®?El General en su Laberinto. La novela es una reflexi¨®n sobre el poder, sobre la soledad, tambi¨¦n sobre lo complicado que es librarse de algunos laberintos; la met¨¢fora puede ser ¨²til para intentar aproximarse a la situaci¨®n de las ejecuciones hipotecarias, de los llamados desahucios, a finales del a?o 2013.
Hace poco m¨¢s o menos un a?o los medios de comunicaci¨®n se hicieron eco de los movimientos sociales surgidos en torno a la plataforma Stop Desahucios. La imagen de personas que se ve¨ªan obligadas a abandonar sus casas por imposibilidad material de pagar los pr¨¦stamos hipotecarios, los portales llenos de cajas a medio hacer, maletas destartaladas, familias enteras esperando con rabia la llegada de la comisi¨®n judicial, se convirtieron en las estampas m¨¢s amargas y representativas de los efectos de la crisis econ¨®mica.
La fortaleza de esos movimientos y de quienes lo lideraban, capaces de denunciar abusos e injusticias, de plantear la alternativa de una modificaci¨®n legislativa por medio de la llamada daci¨®n en pago ¨C la p¨¦rdida de la vivienda con cancelaci¨®n de la totalidad de la deuda -, coincidi¨® con un severo varapalo de las autoridades de la Uni¨®n Europea a las pol¨ªticas espa?olas en materia de pr¨¦stamos hipotecarios. Primero en noviembre de 2012, despu¨¦s en marzo de 2013 el Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea consider¨® que la legislaci¨®n espa?ola no tutelaba suficientemente a los consumidores en los procesos de desahucios.
Fruto de aquellas movilizaciones se forz¨® una reforma legislativa que ten¨ªa por objeto adecuar la legislaci¨®n nacional a las exigencias comunitarias, tambi¨¦n se propon¨ªa dar una respuesta en clave social al problema de la ejecuci¨®n hipotecaria. Se aceptaba as¨ª algo evidente: Que en la concesi¨®n de muchos pr¨¦stamos y en otros aspectos de la contrataci¨®n financiera se hab¨ªan cometido abusos que hab¨ªan colocado a los consumidores en una evidente situaci¨®n de desequilibrio.
Un a?o despu¨¦s la tensi¨®n social parece haberse diluido, las plataformas ya no ocupan los titulares de los medios de comunicaci¨®n y algunas entidades financieras, no todas, han aceptado f¨®rmulas alternativas al desahucio judicial.
No puede decirse, sin embargo, que hayamos salido del laberinto, cierto es que se ha dado un breve respiro a los consumidores pero desde el gobierno siguen empe?ados en no dar una soluci¨®n a problemas enquistados.
El anuncio de creaci¨®n de un gran ¡°parque de vivienda social¡± no se ha concretado en iniciativas reconocibles, los juzgados siguen inundados con miles de demandas en las que los particulares denuncian abusos y atropellos en la contrataci¨®n, no se permite de modo defectivo que los deudores puedan negociar su deuda para que se reduzca a cantidades razonables, muchos de ellos siguen condenados de por vida a hacer frente a unas sumas que les resultar¨¢ imposible saldar y que comprometer¨¢n el futuro tambi¨¦n de sus familias.
?Qu¨¦ ha ocurrido durante estos meses? Cierto es que las reformas legales tanto de mayo de 2013 como de septiembre de 2013, la llamada Ley de Emprendedores, introducen ajustes que, a la postre, pueden resultar remedios provisionales, sin efectividad.
Seguimos sin tener una legislaci¨®n de tutela del consumidor sobre endeudado que sea equiparable a la que existe en pa¨ªses como Francia, Alemania o el Reino Unido.
Mientras se publicitan estas reformas lo cierto es que muchas entidades financieras han transferido sus riesgos, los pr¨¦stamos pendientes de cobro, al llamado Banco Malo, y el precio de transferencia en muchas ocasiones ha sido menos de la mitad de la deuda, es decir, las entidades financieras han aceptado recuperar menos del 50% de lo que se les deb¨ªa y han saneado sus balances.
En otras ocasiones las entidades han preferido vender los cr¨¦ditos a fondos extranjeros de inversi¨®n por menos del 20% del valor de la deuda lo que quiere decir que las familias ver¨¢n en un futuro como ya no les reclama el banco al que pidieron el pr¨¦stamo, sino uno de estos fondos saneadores.
Se podr¨¢ decir que no hay obligaci¨®n legal de comunicar al consumidor el detalle de estas transferencias, que no tiene por qu¨¦ saber que su hipoteca se ha vendido a un precio muy por debajo de la deuda. Sorprende, sin embargo, que una entidad financiera est¨¦ dispuesta a deshacerse de hipotecas que considera de dudoso cobro por un precio de derribo y no haya estado dispuesto a aceptar una daci¨®n en pago o una rebaja de la deuda en un 15% o 20%. Parece como si conceder pr¨¦stamos hipotecarios hubiera dejado de ser un negocio apetecible.
Se obliga a los consumidores a perderse en procedimientos judiciales o administrativos de compleja comprensi¨®n para obtener, en el mejor de los casos una m¨ªnima rebaja en los intereses, una moratoria de un par de a?os en el pago, poco m¨¢s. Ni el analista m¨¢s optimista puede asegurar que Espa?a pueda tener a corto o a medio plazos niveles econ¨®micos que permitan que los particulares disfruten de una situaci¨®n similar a la que ten¨ªamos en 2006. Incluso mejorando algunos indicadores macroecon¨®micos, las perspectivas para los consumidores siguen siendo tenebrosas, se ha desmantelado el estado del bienestar, se han diluido los derechos de los trabajadores y la austeridad es una receta que se impone sobre todo a los m¨¢s d¨¦biles.
Mientras no se adopten medidas estructurales que permitan a cientos de miles de ciudadanos una segunda oportunidad, mientras no se aborde con vocaci¨®n de futuro una pol¨ªtica razonable en materia de acceso a la vivienda, el laberinto de las hipotecas y el drama de los desahucio seguir¨¢ lastrando las expectativas de recuperaci¨®n efectiva de la gente de la calle. A la vuelta de cualquier vericueto podemos descubrir que, lejos de salir del laberinto, nos encontramos todav¨ªa m¨¢s perdidos en ¨¦l.
Jos¨¦ Mar¨ªa Fern¨¢ndez Seij¨® es magistrado del juzgado n¨²mero 3 de lo mercantil de Barcelona.
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