Gobernar no es registrar
Rajoy resiste la tentaci¨®n de ceder y pactar compromisos m¨¢s llevaderos para su tensi¨®n arterial
Gobernar no es ceder era el t¨ªtulo de una tercera de Abc firmada por Joaqu¨ªn Garrigues Walker, ministro de Obras P¨²blicas del Gobierno de Adolfo Su¨¢rez, que se public¨® el 23 de noviembre de 1977. Se trataba de un elogio al entonces primer ministro laborista brit¨¢nico James Callaghan, que hab¨ªa resistido las presiones para llevar adelante una pol¨ªtica impopular en aras de recuperar la econom¨ªa del pa¨ªs. Garrigues tra¨ªa ese ejemplo a cuento para contraponerlo a lo sucedido en los pactos de La Moncloa, que se hab¨ªan sellado el 25 de octubre anterior. Reclamaba de Su¨¢rez el mantenimiento de la misma actitud sin concesiones que hab¨ªa hecho posible la reforma pol¨ªtica. Era una referencia a la ley que se someti¨® a refer¨¦ndum y permiti¨® la celebraci¨®n de las primeras elecciones generales libres el 15 de junio de ese mismo a?o, de las que salieron unas C¨¢maras que asumieron la funci¨®n constituyente y dieron a luz la Carta Magna del 6 de diciembre de 1978. Parece que casi todos los ¨¦xitos pol¨ªticos alcanzados llegaron precedidos de renuncias inteligentes, pero concedamos que gobernar no es ceder.
Tambi¨¦n est¨¢n los c¨ªnicos aferrados al estribillo atroz de que ¡°en este pa¨ªs, el que resiste, gana¡±
Veamos ahora si ¡°Gobernar es resistir¡±, seg¨²n el lema conservador que se atribuye al general Ram¨®n Mar¨ªa Narv¨¢ez, quien, en trance de muerte, cuando le instaban a perdonar a sus enemigos, replic¨® que le era imposible acceder a ese ruego porque los hab¨ªa matado a todos. Aceptemos que, por ejemplo, resistir a los grupos de presi¨®n en su pugna insaciable por condicionar la legislaci¨®n de la manera que sea m¨¢s favorable a sus intereses, deber¨ªa contarse entre las actitudes exigibles a un Gobierno con una cierta idea de su misi¨®n al servicio del inter¨¦s general. Tambi¨¦n que quien opte por mantener esa resistencia en modo alguno ha de verse sorprendido por el precio a pagar en la vida p¨²blica como consecuencia de asumir ese comportamiento sin avenirse a pactos ni compromisos contrarios. Claro que enseguida se echa de ver que gobernar es algo m¨¢s que resistir, incluso si nos atenemos a la acepci¨®n benigna que aqu¨ª se ha considerado. Porque tambi¨¦n est¨¢n los c¨ªnicos aferrados al estribillo atroz de que ¡°en este pa¨ªs, el que resiste, gana¡±.
De vuelta al momento presente, todav¨ªa en la estela del cumplimiento del II A?o Triunfal, conviene atender al modo de gobernar del presidente Mariano Rajoy. Sus palmeros enseguida aducir¨¢n los m¨¦ritos que le adornan para concluir que en modo alguno el marianismo cristaliza en el primer sistema aqu¨ª abordado y que ni por asomo puede predicarse del presidente que entienda el oficio de gobernar como el de ceder. Alegar¨¢n que ha mantenido impasible el adem¨¢n frente a las presiones para que cediera, ejercidas tanto desde muy diferentes sectores de la vida nacional como desde las m¨¢s poderosas multinacionales o las m¨¢s diversas capitales del mundo.
La resistencia de Rajoy es el¨¢stica y sabe aprovechar a su favor la fuerza del adversario
Obs¨¦rvese para confirmarlo su comportamiento, por ejemplo, ante las pretensiones de Luis B¨¢rcenas, Francisco Camps, Carlos Fabra, Jaume Matas, el Bigotes, la trama G¨¹rtel, Miguel Blesa, Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, Rafael Bardaj¨ª, Barak Obama, el presidente de Kazajst¨¢n Nursult¨¢n Nazarb¨¢yer, el presidente de Eurovegas Sheldon Adelson, Cemex, YPS, el cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco Varela o Mar¨ªa Dolores de Cospedal. Siempre ha resistido a la tentaci¨®n de ceder y pactar compromisos m¨¢s llevaderos para su propia tensi¨®n arterial. Tampoco se ajustar¨ªa el modo de gobernar del presidente Rajoy al esquema estricto que se encierra en el lema ¡°gobernar es resistir¡±. Hay caracter¨ªsticas propias que desbordan ese proceder mec¨¢nico. La resistencia de nuestro protagonista es el¨¢stica y sabe aprovechar a su favor, como se hace en las artes marciales, la fuerza del adversario.
Escuchados los panegiristas, si continu¨¢ramos la indagaci¨®n sobre el gobernar del presidente Rajoy advertir¨ªamos de qu¨¦ forma tan exacta le valdr¨ªa de mote her¨¢ldico a su escudo la leyenda de que ¡°gobernar es registrar¡±. En efecto, puede que en alguna ocasi¨®n le desv¨ªen de su punto de equilibrio, pero abandonado a su propio natural entiende que ¡°gobernar es registrar¡±. Su idea del Gobierno es que le corresponde una funci¨®n en todo an¨¢loga a la de la Agencia Nacional de Meteorolog¨ªa: observar las condiciones atmosf¨¦ricas y proceder al registro fiel de los valores que de modo sucesivo alcanzan al cumplirse los intervalos cronol¨®gicos pautados. De la Agencia no puede esperarse que modifique la fuerza del viento, ni la presi¨®n, ni la temperatura, ni la pluviosidad, ni el anticicl¨®n de las Azores. La Agencia se atiene al registro. As¨ª tambi¨¦n opera Rajoy con la prima de riesgo, el paro, B¨¢rcenas o la devaluaci¨®n salarial. Algunos ministros, que a¨²n resisten fuera de la unidad de quemados de La Moncloa, hacen sus intentos. El presidente Rajoy se atiene al registro, para eso oposit¨® y en ese escalaf¨®n conserva su plaza.
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