Muerte en la tuber¨ªa del olvido
Un enfermo de c¨¢ncer decide morir solo y en la indigencia para no hacer sufrir a su familia Su cad¨¢ver es hallado bajo un puente del Ebro cinco a?os despu¨¦s
Una tuber¨ªa de apenas un metro de di¨¢metro bajo un puente del Ebro fue el escondrijo que Luis Huertas Castel escogi¨® para apartarse del mundo, para no molestar, para evitar que su familia sufriera vi¨¦ndole languidecer por un c¨¢ncer. Luis, que ha muerto con 67 a?os, decidi¨® marcharse hace cinco de su casa de Zaragoza, en la que viv¨ªa solo. Y decidi¨® perderse del mundo tras serle diagnosticada la enfermedad.
Estaba divorciado y ten¨ªa una hija, dos hermanas y una sobrina. Y decidi¨® emprender una vida de indigente, an¨®nima. Como techo para su dolor se busc¨® una rec¨®ndita tuber¨ªa, donde nadie le viera. Luis falleci¨® el pasado domingo en Zaragoza, solo, como quer¨ªa, dentro de la tuber¨ªa, situada bajo un puente oculto entre juncos. Su cuerpo fue hallado por ?ngel, el hombre con el que compart¨ªa la tuber¨ªa. Al volver por la noche, lo hall¨® muerto. No sab¨ªa que ten¨ªa c¨¢ncer, pero s¨ª not¨® su progresivo deterioro.
?ngel nunca olvidar¨¢ las ¨²ltimas palabras que le oy¨® pronunciar: ¡°Yo, en esta vida, ya no hago nada¡±. ?ngel es un indigente entrado en la cincuentena, castigado tras una d¨¦cada viviendo en la calle. En ocasiones la mirada se le pierde en el infinito. Y se le empa?an los ojos cuando habla de Luis. ¡°?l sab¨ªa lo que ten¨ªa, pero nunca me lo cont¨®, me enter¨¦ despu¨¦s de su muerte. Yo intent¨¦ convencerlo de que fuera al hospital¡±. ?ngel lleva una semana pasando las noches en casa de un amigo: no se siente con fuerzas para volver a dormir solo en esa ca?er¨ªa de apenas cinco metros de largo que se llena de fango cuando llueve.
Antes de ocultarse en la ca?er¨ªa,
Huertas ten¨ªa dos hermanas en Zaragoza, que jam¨¢s supieron las condiciones en las que viv¨ªa. Luis tan solo mantuvo de forma espor¨¢dica contacto con una de ellas y con su cu?ado. Les aseguraba que viv¨ªa en una habitaci¨®n alquilada en el piso de un amigo. Un d¨ªa, el correo dirigido a Luis empez¨® a llegar al buz¨®n de su hermana. ?l hab¨ªa comenzado a dar la direcci¨®n de ella como la suya. ¡°Jam¨¢s sospechamos nada. Cuando le ve¨ªamos estaba limpio, era imposible pensar algo as¨ª¡±, explica su cu?ado, que pide el anonimato, tras explicar que la familia est¨¢ sobrepasada por lo ocurrido.
Har¨¢ un mes, una hermana lo vio por ¨²ltima vez en Zaragoza. Y ¨¦l se neg¨® a irse con ella. No quer¨ªa hacerles sufrir y no cont¨® nada de su situaci¨®n. Tiempo atr¨¢s, hab¨ªa asistido al largo dolor de ella, que perdi¨® una hija v¨ªctima tambi¨¦n del c¨¢ncer. Esta hermana, que tambi¨¦n pide que no se d¨¦ su nombre, intuy¨® fatalmente que el indigente fallecido del que hablaban los medios regionales pod¨ªa ser su hermano cuando vio las iniciales del fallecido y la edad. Pregunt¨® y se cercior¨® de que era ¨¦l.
Luis sab¨ªa que iba a morir y por eso se apart¨® de la civilizaci¨®n. Las citaciones m¨¦dicas le llegaban a casa de su hermana. Ella iba al m¨¦dico ese d¨ªa, en la confianza de que ver¨ªa all¨ª a su hermano, pero ¨¦l nunca acud¨ªa. Hace dos semanas lleg¨® a estar ingresado unos d¨ªas en el hospital Royo Villanova de Zaragoza, pero exigi¨® que no avisaran a nadie.
Su hermana y su cu?ado a¨²n no se explican c¨®mo pudo tomar esa decisi¨®n. Nunca intuyeron que estaba viviendo bajo un puente, no muy lejos de la casa en la que ellos viven. Luis no era pobre. Ten¨ªa una pensi¨®n de unos 2.200 euros, explica su cu?ado, quien afirma que le insistieron en alguna ocasi¨®n en que se alquilara un piso para ¨¦l solo, en lugar de compartir casa con otras personas, como hizo tras divorciarse. Antes de morir, lo dej¨® todo solucionado, incluidos dinero para su funeral y su entierro.
En el pueblo natal de la familia, Villarluengo, un enclave semiescondido en la sierra de Teruel de apenas 200 habitantes, solo los mayores se acuerdan de Luis, que un d¨ªa se march¨® y nunca m¨¢s volvi¨®.
El hombre ten¨ªa una hija, dos hermanas y una sobrina
En Zaragoza hizo la mili, se cas¨® y tuvo una hija. Solo una de sus hermanas contin¨²a visitando Villarluengo frecuentemente, aseguran los vecinos. ¡°La familia est¨¢ muy afectada, ha sido un golpe muy duro, no se imaginaban que pod¨ªa pasar esto¡±, comenta una lugare?a muy cercana a los Huertas.
?ngel conoci¨® a Luis all¨¢ por 2007 en el parque Macanaz, a orillas del r¨ªo Ebro, muy cerca de la tuber¨ªa que acabaron compartiendo. Por aquel entonces Huertas ya se hab¨ªa separado. Una noche, cuando ?ngel estaba a punto de irse a dormir, se lo encontr¨® vagando por los alrededores del descampado en el que se encuentra la tuber¨ªa. ¡°He decidido no volver a ver a mi hermana nunca m¨¢s¡±, le espet¨® Luis. ¡°Bueno, pues vente para el agujero¡±, respondi¨® el que se iba a convertir en su compa?ero hasta el final. Nunca le pregunt¨® por qu¨¦ abandonaba su anterior vida.Ni le sugiri¨® que alquilase una casa para ¨¦l solo.
Con la pensi¨®n de ambos compraban la comida que cocinaban en la parrilla situada en la boca del conducto, aunque Luis a veces desaparec¨ªa durante el d¨ªa, sin darle a ?ngel m¨¢s explicaciones. El cu?ado de Luis explica que algunos d¨ªas com¨ªa en restaurantes del barrio. La acequia seca por la que se llega a la tuber¨ªa est¨¢ plagada de los objetos que ?ngel recoge para intentar vender o porque piensa que le pueden ser ¨²tiles. ¡°Luis nunca tra¨ªa nada, no le interesaba¡±, explica su compa?ero.
Durante los primeros meses de convivencia, Luis todav¨ªa trabajaba en una f¨¢brica de piensos en Utebo, una localidad a 12 kil¨®metros de Zaragoza. Como madrugaba, ¨¦l se colocaba en la parte m¨¢s externa de la tuber¨ªa para no despertar a su amigo cuando ten¨ªa que marchar a trabajar. Al cumplir los 62 a?os se jubil¨®. Una parte del dinero iba a parar a la cuenta de su hija, seg¨²n relata ?ngel, en manos desde hace a?os de los servicios sociales aragoneses. En el Bolet¨ªn Oficial de la comunidad aut¨®noma constan varias notificaciones a nombre de Luis Huertas de la Direcci¨®n Provincial de Servicios Sociales por un asunto relacionado con la protecci¨®n de menores. ¡°?l quer¨ªa ingresarle suficiente dinero para que se pudiera comprar un piso¡±, asegura ?ngel, que ahora se pregunta algo preocupado a qui¨¦n puede devolverle todas las cosas que dej¨® su amigo en la tuber¨ªa.
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