La estudiada sonrisa de la Infanta
Do?a Cristina durmi¨® ayer en La Zarzuela para informar a la familia real
El misterio se resolvi¨® a las 9.50 de la ma?ana, diez minutos antes de la hora se?alada para que un miembro directo de la familia real compareciera por primera vez ante la justicia en calidad de imputado. Do?a Cristina no se atrevi¨®, finalmente, a ofrecer el gesto de renunciar al privilegio de bajar en coche esa rampa de la verg¨¹enza hasta el juzgado. El veh¨ªculo se par¨® frente a una valla, a 13 pasos de la puerta, que fueron los ¨²nicos que la Infanta recorri¨® ante las c¨¢maras. Con un bolso en la mano y una sonrisa estudiada en la cara.
¡°Buenos d¨ªas¡± repiti¨® tres veces antes de entrar en el territorio del juez Pedro Castro y del fiscal Pedro Horrach. La acompa?aban su abogado, Miquel Roca, y sus escoltas. Ni su marido, ni ning¨²n representante de La Zarzuela, que ayer prefiri¨® no hacer ninguna declaraci¨®n oficial para que no fuera interpretada como una injerencia judicial. Vest¨ªa con sobriedad: chaqueta oscura, pantal¨®n, camisa blanca.
La decisi¨®n de llegar en coche, en lugar de andando, como s¨ª hizo en su d¨ªa I?aki Urdangarin ¡ªpese a que tambi¨¦n a ¨¦l le hab¨ªan concedido la autorizaci¨®n para ahorrarse los 50 pasos de la c¨¦lebre rampa¡ª, acort¨® sensiblemente los planos de la Infanta declarando como imputada que desde ayer est¨¢n disponibles para cualquier canal en el mundo cada vez que se hable del caso N¨®os, de la monarqu¨ªa, de la corrupci¨®n en Espa?a.
La Infanta oy¨® muy lejos los pitidos de la manifestaci¨®n antimon¨¢rquica que en esos momentos hab¨ªa en las calles aleda?as. Casi pod¨ªan ignorarse de lo poco que se o¨ªan en el hueco final de la rampa, una suerte que no han tenido miembros de su familia que en recientes actos oficiales y en circunstancias mucho menos traum¨¢ticas ¡ªuna ¨®pera en el Liceo; la inauguraci¨®n de un parque de palmeras...¡ª han sido recibidos con abucheos. Y en alg¨²n caso, con pancartas que alud¨ªan directamente al caso de corrupci¨®n por el que desde el pasado 7 de enero est¨¢ imputada do?a Cristina.
La Infanta deseaba llegar serena a esa prueba desconocida, in¨¦dita para un miembro de la familia real, de dar explicaciones. Por eso renunci¨® a bajar andando. No quer¨ªa arriesgarse, explican fuentes de su entorno, a que un grito la descompusiera y derrumbarse dentro del juzgado.
Sonri¨® a la prensa como sonre¨ªa a los fot¨®grafos que la segu¨ªan en los actos oficiales antes de que fuera apartada de la agenda oficial de la Casa del Rey en octubre de 2011, a dos meses de la imputaci¨®n de su marido. Sonri¨® tambi¨¦n a dos empleadas del juzgado que asomadas a la ventana le dijeron: ¡°Buenos d¨ªas, Infanta¡±.
Y finalmente, cruz¨® la puerta de la justicia, sin pasar por el detector de metales, donde dej¨® de ser una infanta de Espa?a para convertirse en Cristina de Borb¨®n, una imputada m¨¢s en el caso N¨®os.
¡°Est¨¢ aparentemente tranquila. La han preparado bien¡±, declar¨® uno de sus mayores enemigos en esa sala, el abogado de la acusaci¨®n Frente C¨ªvico, Manuel Delgado, cuando a las dos horas de declaraci¨®n aprovech¨® un receso para fumar un pitillo. Do?a Cristina se hab¨ªa entrenado a conciencia para ofrecer ¡°un relato claro, coherente y veraz¡±, anticipaban sus abogados, que convenciera de su inocencia. Y no solo eso. Se hab¨ªa preparado tambi¨¦n para parecer tranquila y demostrar, insist¨ªan sus letrados, que no tiene ¡°nada que ocultar¡±.
A do?a Cristina le preocupaban especialmente las preguntas del juez Castro, el hombre que la hab¨ªa acusado de ¡°mirar para otro lado¡± y de prestarse a que Aizoon ¡ªla sociedad que compart¨ªa al 50% con su marido¡ª ¡°sirviera de andamiaje imprescindible para la comisi¨®n de delitos fiscales¡± en su auto de imputaci¨®n del pasado 7 de enero. En ese mismo escrito, el magistrado ya anticipaba que ser¨ªa dif¨ªcil convencerle de la conexi¨®n entre los cursos de baile a domicilio o una lujosa vajilla de 1.741 euros y la actividad de la sociedad Aizoon, que fue la que los abon¨®.
Seg¨²n declar¨® su abogado, pese a algunos momentos de tensi¨®n, el juez Castro hab¨ªa estado ¡°correcto¡± con la Infanta, que no perdi¨® la calma mientras respond¨ªa a sus preguntas frente al retrato vigilante de su padre, el Rey, que presid¨ªa la sala.
Pasadas las seis de la tarde, despu¨¦s de m¨¢s de seis horas de declaraci¨®n, do?a Cristina abandon¨® el juzgado y volvi¨® a su mundo. Tom¨® un avi¨®n a Madrid y fue directa a La Zarzuela para explicar a su familia c¨®mo hab¨ªa ido el interrogatorio, qu¨¦ le hab¨ªan preguntado sobre ella, sobre su padre, sobre su marido... Pas¨® la noche en palacio. Hoy, previsiblemente, regresar¨¢ a Barcelona y despu¨¦s a Ginebra (Suiza), donde trabaja para La Caixa.
La Casa del Rey, no obstante, hab¨ªa estado al tanto en todo momento sobre la evoluci¨®n del interrogatorio a trav¨¦s del abogado Miquel Roca, que informaba por tel¨¦fono: las noticias iban del palacio al juzgado y del juzgado a palacio.
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