El alto precio de acortar el martirio
La Zarzuela y los abogados conf¨ªan en que la declaraci¨®n satisfaga al juez y a la ciudadan¨ªa La Casa del Rey no la recuperar¨¢ para la actividad oficial de la Corona
Unas 200.000 personas salieron a la calle a aplaudirles el d¨ªa que Cristina de Borb¨®n e I?aki Urdangarin se casaron en Barcelona, en octubre de 1997. Ayer, eran necesarios m¨¢s de 200 agentes, seg¨²n Interior, para proteger de la gente a la hija del Rey. La distancia entre los aplausos de entonces y los abucheos que la Infanta escuch¨® ayer, es la misma que separa a la instituci¨®n que ocupaba los primeros puestos entre las mejor valoradas por los espa?oles, de la que ahora no llega al 4 sobre 10. Nada, ni siquiera la inoportuna cacer¨ªa del Rey en Botsuana que provoc¨® otra imagen hist¨®rica ¡ªsu disculpa ante las c¨¢maras¡ª ha hecho tanto da?o a la Corona como el caso N¨®os. Por eso del interrogatorio de ayer depende no solo el futuro de la Infanta sino el prestigio de la monarqu¨ªa, incapaz hasta ahora de recuperar los niveles de popularidad previos a la imputaci¨®n de aquel matrimonio al que la gente sal¨ªa a aplaudir.
La Zarzuela cree que la imagen de la hija de un Rey entrando en un juzgado a declarar como imputada es el precio ¡ªmucho m¨¢s alto de lo que les hubiera gustado¡ª que deben pagar para que empiece el final de lo que en repetidas ocasiones han calificado de ¡°martirio¡±. Como los abogados de do?a Cristina, conf¨ªan en que ese acontecimiento hist¨®rico, doloroso para el Monarca y para la Reina, sirva para satisfacer al juez Castro y a la ciudadan¨ªa. Es decir, que La Zarzuela pueda recuperar la iniciativa y ocupar el espacio informativo con sus actividades oficiales en lugar del goteo de titulares del caso N¨®os que lastran su agenda desde diciembre de 2011.
En la Casa del Rey saben que una vez finalizada la instrucci¨®n, llegar¨¢ el juicio oral y tienen previsto, entre los posibles escenarios que manejan, que Urdangarin vaya a la c¨¢rcel.
Con la Infanta es distinto porque es la hija del Rey. Aunque en la pr¨¢ctica tambi¨¦n ella fue apartada de la agenda oficial tras la imputaci¨®n de su marido ¡ªayer no enviaron a nadie para acompa?arla a Palma¡ª, La Zarzuela se ha esforzado por marcar la diferencia respecto a Urdangarin. Se vio claramente cuando, en unas declaraciones de las que hoy se arrepienten por c¨®mo fueron interpretadas ¡ªcomo una presi¨®n al juez¡ª , se atrevieron a mostrar su ¡°sorpresa¡± por la decisi¨®n de Jos¨¦ Castro de imputar a do?a Cristina, en abril de 2013, y su apoyo al fiscal, que se opon¨ªa. Y se vio tambi¨¦n cuando el Rey intervino en la elecci¨®n de su abogado, un padre de la Constituci¨®n, Miquel Roca, como rostro de la defensa de su hija. Urdangarin hab¨ªa elegido unilateralmente al suyo.
A partir de hoy toca hacer balance de da?os y decidir si la Infanta es recuperable, es decir, si puede volver a entregar premios, asistir a actos oficiales, representar a la instituci¨®n. A corto plazo no. Y lo m¨¢s probable es que a largo, tampoco, a?aden fuentes de la Casa del Rey. Porque una cosa es que la justicia finalmente aprecie que la cantidad defraudada no alcanza los 120.000 euros que constituyen el delito, y otra que su conducta haya sido ejemplar, condici¨®n indispensable para una instituci¨®n sin poderes cuya raz¨®n de ser y principal cometido ha de ser precisamente, el de dar una buena imagen. Y m¨¢s cuando don Juan Carlos acaba de comprometerse con todos los ciudadanos, en su discurso de nochebuena, precisamente a eso: ¡°Asumo la obligaci¨®n de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad¡±, dijo.
El Rey, recuerdan, se comprometi¨® en Navidad a asumir la ejemplaridad
En cualquier caso, solo una vez condenado Urdangarin se podr¨ªan plantear otras medidas, como que el Rey pidiera a la Infanta que renunciara a sus derechos din¨¢sticos, un gesto simb¨®lico que ella nunca ha ofrecido ¡ªes la s¨¦ptima en la l¨ªnea de sucesi¨®n al trono¡ª, y que fuentes de La Zarzuela admiten que hubiera minimizado la aver¨ªa de haberse producido inmediatamente despu¨¦s a la imputaci¨®n del duque de Palma, en diciembre de 2011.
Durante meses, en la Casa del Rey se tiraron de los pelos por la actitud de Urdangarin y su abogado, pensando que el marido de la Infanta y Mario Pascual Vives quiz¨¢ podr¨ªan haber impedido que el caso N¨®os se convirtiera en el caso Cristina de Borb¨®n de no haberse opuesto a la desimputaci¨®n de la mujer de Diego Torres. Pero cuando el juez la cit¨® como imputada por segunda vez, La Zarzuela lleg¨® a la conclusi¨®n, y as¨ª se lo hizo ver a la Infanta, de que lo mejor era no recurrir, afrontar la situaci¨®n y acudir a declarar.
Entre los escenarios que barajan est¨¢ que Urdangarin vaya a la c¨¢rcel
La Casa del Rey dej¨® en manos de do?a Cristina la decisi¨®n de c¨®mo bajar la famosa rampa. Caminando, para intentar agradar a quienes interpretaban el permiso para llegar en coche un privilegio m¨¢s; o en veh¨ªculo, para acortar 50 segundos esas im¨¢genes disponibles para cualquier medio de comunicaci¨®n del mundo durante a?os. Finalmente, do?a Cristina decidi¨® bajar la llamada cuesta de la verg¨¹enza en coche, y caminar los 13 ¨²ltimos pasos hasta la puerta de la justicia, con una sonrisa y deseando buenos d¨ªas a los periodistas.
Sus abogados la hab¨ªan sometido a un intenso entrenamiento, tambi¨¦n psicol¨®gico, para prepararse para ese momento. Repasaron con ella facturas y declaraciones de la renta, pero sobre todo ense?aron a la hija de un rey, acostumbrada a recibir reverencias cuando entra en una habitaci¨®n, a hacer algo para lo que nadie la hab¨ªa preparado nunca: dar explicaciones.
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