Dej¨¤ vu
Ser¨¢ un c¨¢ntico a la negaci¨®n de la evidencia que tenemos ante nuestros ojos
En el Congreso de los Diputados, el ambiente de las grandes ocasiones lo marca primero la abundancia de escoltas y de ch¨®feres y luego de periodistas, agrupados en diferentes corrillos. A las tribunas de Prensa suben solo los aficionados m¨¢s cl¨¢sicos, convencidos de la superioridad que desde all¨ª alcanzan para dirigir de modo lib¨¦rrimo su mirada hacia cualquier punto o esca?o del hemiciclo, sin encadenamiento alguno a la se?al institucional de televisi¨®n, de la que responde el realizador.
Porque esa se?al, pese al esfuerzo reconocido de neutralidad y a emitirse sin m¨¢s se?al de audio que la procedente de quien ocupe la presidencia y de quienes se van relevando en la tribuna de oradores, sin aditamento de comentario, indicaci¨®n o traspunte alguno, ofrece de modo inevitable una determinada versi¨®n, por muy sin palabras que sea, resultante de la mera yuxtaposici¨®n sucesiva de los planos, enfoques y secuencias elegidos.
Como en las competiciones atl¨¦ticas, en el Congreso se escuchar¨¢ la sinton¨ªa equivalente a la advertencia de ¡°jueces y cronometradores a sus puestos¡± y tras la lectura de la comunicaci¨®n escueta del Gobierno su presidente, Mariano Rajoy, proceder¨¢ a la lectura de los treinta folios preparados en casa. Ser¨¢ otra ocasi¨®n inaugural, un c¨¢ntico a la negaci¨®n de la evidencia que tenemos ante nuestros ojos. Un ejercicio como el de la piscina prob¨¢tica, donde los ciegos ven, los cojos andan y los leprosos quedan limpios.
Como el d¨ªa que naci¨® Abenamar se dejar¨¢ otra vez constancia de las grandes se?ales que se presentan, con la mar en calma y la luna crecida. Adem¨¢s, se aportar¨¢n los ecos del Fondo Monetario, el Banco Central Europeo y la Comisi¨®n de Bruselas, es decir, de la troika en pleno, haciendo la ola al presidente Rajoy, en cuya oreja tambi¨¦n cuchiche¨® alguna complacencia el mism¨ªsimo Barck Obama visitado en la Casa Blanca.
Todo compondr¨¢ el cuadro del dej¨¤ vu, como dicen los castizos. De modo que cualquier otra conversaci¨®n que se intente ser¨¢ considerada perturbadora y contraria a los intereses generales, cuya definici¨®n se reserva en exclusiva Moncloa. Ni la crecida del independentismo, ni los conflictos territoriales, ni los muertos de Ceuta, ni la reforma de la ley del aborto, ni los nuevos yacimientos de corrupci¨®n, ni la privatizaci¨®n para mayor negocio del registro civil, ni la escasez y carest¨ªa del cr¨¦dito, ni el desastre imposible del sector el¨¦ctrico, ni los casi seis millones de parados que sobrepasan la cifra recibida del gobierno anterior, ni la reconversi¨®n de radiotelevisi¨®n espa?ola en servicio dom¨¦stico del Gobierno, ni las elecciones al Parlamento Europeo, ni la reforma constitucional, nada alterar¨¢ la impavidez del presidente. Para todas las carencias, pasados dos a?os y medio, sigue habiendo un solo responsable: el gobierno socialista de Zapatero. Cualquier cr¨ªtica merecer¨¢ el consabido ¡°y t¨² m¨¢s¡±. La prensa del d¨ªa siguiente le atribuir¨¢ victoria apabullante. Y si alguien critica la falta de proyecto la vicepresidenta para todo, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa le dar¨¢ su merecido.
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