Marineros expertos junto a reconvertidos por la crisis
Angustiosa espera en Muros (A Coru?a), de donde son cinco tripulantes desaparecidos
Cuando naci¨® su segundo hijo, hace justo tres a?os, el treinta?ero Lucas Mayo Abeij¨®n decidi¨® dejar la construcci¨®n en Canarias para enrolarse en el pesquero Santa Ana, propiedad de un armador de su municipio, Muros (A Coru?a). Abocado por la falta de trabajo, otro vecino de Lucas en la localidad de Tal, Manuel Indalecio Mayo Brea, de 50 a?os, casado y padre de dos hijos, tambi¨¦n se dej¨® convencer por su amigo el armador Juan Jos¨¦ Belayo para cambiar su profesi¨®n de carpintero por la de marinero en ese mismo barco, dedicado a la pesca de la caballa, el jurel y el lirio.
El domingo, sobre las nueve de la noche, tras celebrar con familiares y vecinos el tercer cumplea?os de su peque?o, Lucas recogi¨® sus cosas y se reuni¨® con Indalecio y otros dos compa?eros de la localidad de al lado, Abelleira, estos s¨ª marineros experimentados. Los cuatro hombres, que a pasar en casa los fines de semana cuando faenan en aguas del Cant¨¢brico, siempre hacen juntos las tres horas y pico de ruta hasta el puerto de Avil¨¦s. All¨ª, como cada medianoche de domingo, les esperaba el Santa Ana, reformado por completo en 2011, as¨ª como los otros cinco tripulantes, incluido el chico de 28 a?os que se estrenaba como marinero en pr¨¢cticas.
¡°Un despiste¡±
¡°Esto fue un despiste por exceso de confianza, por no estar atentos, no pudo ser otra cosa¡±, se lamentaba un veterano marinero de Abelleira, pegado a la casa, cerrada a cal y canto, del patr¨®n y ¨²nico superviviente, Manuel Simal Sande, de 50 a?os. En Muros, donde se decretaron tres d¨ªas de luto, todos saben de pesca y de la tragedia del mar. Pero nadie alcanzaba a explicar, m¨¢s all¨¢ de una fatalidad ocurrida con buen tiempo despu¨¦s de tres meses de temporales, las causas de un naufragio que se llev¨® a tres de sus vecinos. En el bar cerca de donde viv¨ªa con su esposa y dos hijos el maquinista, Manuel Tajes Send¨®n, de 43 a?os, las conversaciones iban en el mismo sentido: el mar es traidor. ¡°No puedes despistarse, aunque est¨¦ como un plato¡±.
Cuando lleg¨® la fatal noticia, las esposas corrieron a Avil¨¦s. La de Indalecio no sab¨ªa que su marido era uno de los dos ¨²nicos cad¨¢veres hallados. En casa de Lucas, vecinos y familiares, como en un velatorio, se instalaron en el gran balc¨®n para esperar, angustiados. ¡°Es como una historia que se repite¡±, dec¨ªa uno de ellos, ¡°la mujer de Lucas tambi¨¦n perdi¨® a su padre en el mar siendo peque?ita¡±.
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