La escuela de los jueces
¡°Un magistrado tiene mucho poder, pero correctamente utilizado puede hacer mucho bien a la sociedad¡±, cuenta una alumna de la Escuela de Barcelona
De vez en cuando, Isabel Tom¨¢s Garc¨ªa lleva a sus alumnos/jueces hasta la balconada de la escuela y les alerta: ¡°Mirad ah¨ª abajo, ah¨ª est¨¢ la sociedad que os paga el sueldo y a la que deb¨¦is servir¡±. Abajo, se divisa una espectacular imagen de la ciudad condal: miles de bloques y rascacielos que miran al mar; y que hacen intuir bullicio y conflictos que luego terminan en los juzgados. Isabel es profesora (tambi¨¦n magistrada) de la Escuela Judicial de Barcelona, la ¨²nica que hay en Espa?a, la que desde hace 17 a?os forma a los jueces espa?oles. M¨¢s de la mitad de los jueces hoy en activo, unos 5.000, han desfilado por esta escuela (uno de los pocos centros estatales residenciados en Barcelona: est¨¢ custodiada por agentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa.
Isabel es la juez que, en 1995, abri¨® un proceso por malversaci¨®n de caudales p¨²blicos contra Antonio David Flores, exmarido de Roc¨ªo Carrasco, Roci¨ªto, hija de la fallecida cantante Roc¨ªo Jurado. Era Guardia Civil y, seg¨²n la sentencia, se qued¨® con 50.000 pesetas de una multa de tr¨¢fico que impuso a un conductor franc¨¦s (entonces, a los extranjeros, se les cobraban las multas en el acto). El automovilista, de nacionalidad francesa, logr¨® probar que Flores y un colega suyo no dieron cuenta del dinero de su multa y se la quedaron. Fue condenado a seis meses de c¨¢rcel. Isabel recuerda (ha pasado el tiempo y ahora lo puede decir) que aquel automovilista no era ning¨²n indocumentado: su perseverancia facilit¨® mucho la investigaci¨®n.
Cuando Isabel lleva a sus alumnos a la balconada, lo que trata de imbuirles es que deben huir del endiosamiento y nunca perder de vista la procedencia de su poder: el pueblo. Y que la receta de su actuaci¨®n debe ser la transparencia. Rafael Bustos, otro de los profesores de la escuela, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional, emplea un ejemplo que oy¨® en la radio para explicar la importancia de la transparencia judicial en un sistema democr¨¢tico. Lo cuenta as¨ª, bas¨¢ndose en una entrevista que le hicieron a Jorge Valdano [ex entrenador del Real Madrid y exjugador de la selecci¨®n Argentina]: ¡°Una hipot¨¦tica final de la Copa del Mundo de F¨²tbol entre Brasil y Argentina. ?ltimo minuto y empate a cero. Y le preguntan el locutor a Valdano si le gustar¨ªa que Argentina ganase in extremis con un gol ilegal hecho con la mano. Pero eso s¨ª, a la vista de los miles de espectadores. ¡°Hombre, as¨ª no¡± ¡ªrespondi¨® Valdano. ¡°Pero y si se pudiese meter ese gol con el campo vac¨ªo, sin que nadie lo viera. ¡°Hombre, en ese caso, s¨ª¡±. ¡°Esa es la democracia¡±, resume el profesor Bustos. La opacidad produce males.
Por la Escuela Judicial de Barcelona, que dirige la magistrada Gema Espinosa, han pasado las hornadas de jueces de los ¨²ltimos 17 a?os. Fue inaugurada en 1997. Ha tenido promociones de hasta 297 jueces/alumnos (la 2001/2003). Este a?o, la tijera del Ministerio de Justicia ha reducido a 35 la cifra de plazas a cubrir (frente a los 204 de la anterior promoci¨®n). Acceder al edificio acristalado que se levanta sobre una ladera de la sierra de la Collserola (cerca del Tibidabo), no es f¨¢cil. Hay que franquear una dur¨ªsima oposici¨®n. Tras finalizar Derecho, los alumnos de la escuela se pasan cuatro a?os y ocho meses (de media) hincando los codos: y un m¨ªnimo de diez horas de estudio al d¨ªa. Casi sin descanso. Solo los mejores, y dependiendo del n¨²mero de plazas, la superan.?
Seg¨²n un estudio, un 67% de estos alumnos/jueces empiezan a dar ordenes a la Guardia Civil con entre 26 y 29 a?os de edad. Amaia Ganuza pertenece a la actual promoci¨®n, la 2013/2015. Es de las m¨¢s j¨®venes. ?Por qu¨¦ quiso usted ser juez? Amaia se muestra firme: ¡°Un juez tiene mucho poder, pero correctamente utilizado puede hacer mucho bien a la sociedad¡±. Sus compa?eros Mar¨ªa Belmonte, palentina de 28 a?os; Diego Mart¨ªnez, vallisoletano de 32 o Daniel C., de 26, coinciden con ella en ese car¨¢cter de servicio p¨²blico, y en la "responsabilidad" inherente al cargo. Los que superan la oposici¨®n, tienen que estar dos a?os en la Escuela Judicial: perciben unos 1.000 euros (2.000 en Italia) al mes que les proporciona el Gobierno para su estancia en la capital catalana. La mayor¨ªa viven en alquiler, en pisos compartidos. Y tiene que subir a diario al centro escolar, la atalaya desde la que se divisa Barcelona.
El? estudio revela que no siempre la elecci¨®n de la carrera judicial es vocacional: mayoritariamente los alumnos eligieron ser juez por "la estabilidad en el empleo" y por "la muy aceptable" remuneraci¨®n que perciben. Un juez de instrucci¨®n de Madrid, con tres guardias mensuales, puede alcanzar los 4.500 euros mensuales. En provincias, y en los partidos judiciales m¨¢s peque?os, primeros destinos de los jueces que salen de la escuela, el sueldo baja muchos enteros, algo m¨¢s de 2.000 euros.
El primer a?o de escuela es m¨¢s te¨®rico: profundizan en lo aprendido durante la oposici¨®n ("venimos con todas las leyes en la cabeza, pero sin ninguna practica¡±, cuenta Amaia, mientras redacta en casa una sentencia que le han puesto los profesores sobre un caso ficticio); el segundo, todo pr¨¢cticas. Acompa?an y ayudan en sus tareas a jueces ya en activo que hacen de tutores. E incluso les punt¨²an. Todo bajo la supervisi¨®n de lo profesores de la escuela. Tambi¨¦n visitan c¨¢rceles, acuden a comisar¨ªas de polic¨ªa, a barrios conflictivos... Los profesores buscan acabar con aquella imagen del juez al que, casi reci¨¦n salido de la oposici¨®n, se le daba un despacho y se pon¨ªa a dictar sentencias o instruir casos tras a?os encerrado estudiando, pero ajenos al pulso ciudadano. Entre los alumnos hay compa?erismo, pero tambi¨¦n mucha competencia. Cuanto mejor nota saquen al final, m¨¢s posibilidades de elegir luego su primer destino.
Llama la atenci¨®n del citado estudio que la cifra de juezas de las ¨²ltimas promociones casi duplica (65%)) a la de jueces (35,52%). Carlos Lesmes, el nuevo presidente del Consejo del Poder Judicial (al que pertenece la escuela de Barcelona), ha hecho una encendida apuesta por la igualdad en una carrera en cuyos altos cargos predomina el var¨®n. En el Tribunal Supremo, con cerca de cien jueces, solo hay nueve mujeres, aunque recientemente ha sido nombrada para la Sala Segunda, la Penal, la magistrada que har¨¢ el n¨²mero diez, Ana Ferrer: ser¨¢ la primera mujer que acceda a esta Sala en sus 100 a?os de existencia.
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