Fronteras
Las fronteras ya no coinciden con los l¨ªmites geogr¨¢ficos: se ubican en los aeropuertos o en las bases de datos
En un libro de Z. Bauman que, ?c¨®mo no!, lleva el t¨ªtulo de Vigilancia l¨ªquida, el anciano y l¨²cido profesor nos hace ver que las fronteras ya no coinciden con los l¨ªmites geogr¨¢ficos. Ahora se ubican generalmente en los aeropuertos o en las bases de datos que en muchos casos est¨¢n incluso fuera del pa¨ªs en cuesti¨®n. En este nuevo mundo las fronteras se han hecho, en efecto, m¨®viles o ¡°l¨ªquidas¡±. Si no, que se lo digan a la NSA, que nos esp¨ªa all¨ª donde estemos, sin necesidad de que sus funcionarios se muevan de Washington, Utah o dondequiera que tengan sus sedes. Tampoco hay fronteras para los sat¨¦lites. El control se ha des-espacializado, la geograf¨ªa es secundaria.
Y, sin embargo, nos empe?amos en pretender que todo sigue siendo ¡°s¨®lido¡±, que nada ha cambiado, y que la seguridad solo es posible al modo tradicional, afirmando el Estado territorial. Lo piensa Putin, desde luego, y tambi¨¦n esta temerosa Europa de la renacionalizaci¨®n de todo, amenazada ahora incluso por nuevas fronteras interiores. O los pa¨ªses a los que se ha pedido que informen del seguimiento del desafortunado vuelo del avi¨®n desaparecido de Malaysian Airlines, que se niegan a dar la informaci¨®n de sus radares para que no se sepa la vigilancia efectiva que son capaces de ejercer sobre sus ¡°fronteras¡±. ?Incre¨ªble!
No es de extra?ar as¨ª que respecto a la inmigraci¨®n predomine una visi¨®n que S. Sassen ha calificado como de ¡°imaginer¨ªa de las invasiones masivas¡±, que tanto y tan profundamente est¨¢n calando en la conciencia europea. La ¡°violaci¨®n¡± de las fronteras se convierte en algo insoportable; la de los derechos humanos parece, por el contrario, bastante m¨¢s llevadera. La afirmaci¨®n de las fronteras ha devenido en el signo de la incapacidad de nuestro mundo para tomar conciencia de que todo ha cambiado, que aqu¨ª tambi¨¦n hace falta una nueva pol¨ªtica; una pol¨ªtica que tome como punto de partida la vulnerabilidad, la nuestra y la de ellos, la de los pobres ¡°b¨¢rbaros¡± del sur; que nuestra seguridad pasa por su bienestar, y no por el filo de las cuchillas o la altura de las vallas; que solo mediante mecanismos de gobernanza global conseguiremos resolver los problemas de unos y de otros; que somos interdependientes, no sociedades aisladas y amuralladas, y que esas interdependencias son lo que hemos que gestionar.
Hoy se nos enfrentan dos im¨¢genes, la de Putin con el ce?o fruncido en su encendido discurso ante la Duma, tan lleno de resabios y remembranzas del mundo de ayer, y la de la alegr¨ªa y los bailes de quienes consiguen saltar la valla de nuestra ¡°frontera¡±, aquellos a quienes negamos un porvenir. A estos ¨²ltimos les expulsaremos o les pondremos a ganarse la vida en las calles. A aquel le consentiremos casi cuanto se proponga. Somos enanos geopol¨ªticos con ¨ªnfulas de grandes potencias a la antigua. Siempre mirando al pasado, el futuro queda como un mero tiempo verbal.
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