La huella imborrable de la valent¨ªa
Nos ha dejado Adolfo Su¨¢rez. No es dif¨ªcil imaginar que nuestro pa¨ªs le va a despedir con un sincero, justo y un¨¢nime homenaje. Se lo merece ¨¦l y se lo merece la Espa?a de la democracia. Los sentimientos de afecto hacia su figura y los elogios hacia su tarea no nos van a sonar exagerados. ?sta es una ocasi¨®n para no contener ni los unos ni los otros, para no regatear el aprecio por una trayectoria p¨²blica, pol¨ªtica, de servicio al Estado.
Adolfo Su¨¢rez lider¨® el cambio de una vieja y desgarrada naci¨®n a un pa¨ªs democr¨¢tico y reconciliado consigo mismo. No somos los espa?oles muy dados a reconocer momentos ¨¦picos en nuestra historia, padecemos una especie de tentaci¨®n fatalista, esa querencia a pensar que nuestra historia termina mal. Hoy m¨¢s que nunca debemos reconocer que la Transici¨®n fue un gran ejemplo colectivo, un gran ejemplo para el mundo, y que esa haza?a s¨®lo se entiende a partir de la actitud de Adolfo Su¨¢rez, de su af¨¢n de concordia, de su determinaci¨®n, de su valent¨ªa. Una valent¨ªa que dej¨® una huella imborrable en su gesto ante los golpistas del 23F.
Aquella situaci¨®n representa en cierta medida tambi¨¦n la vertiente dram¨¢tica de su trayectoria pol¨ªtica y personal. Conoci¨® la cr¨ªtica dura y la soledad, pero nada borrar¨¢ de nuestra memoria su grandeza y su ejemplo. Hoy m¨¢s que nunca debemos reconocer que gracias a Adolfo Su¨¢rez y a los otros padres fundadores varias generaciones de espa?oles hayamos vivido en libertad, en paz y en democracia. Los grandes pa¨ªses saben honrar a sus grandes hombres. Esa es ahora nuestra tarea, nuestro deber con el Presidente Su¨¢rez, para que su recuerdo nos reconforte y estimule.
La conversaci¨®n m¨¢s larga que tuve con Adolfo Su¨¢rez fue el 12 de Octubre de 2001, en el desfile de las Fuerzas Armadas. Fue un di¨¢logo afectuoso, me di¨® consejos para mi papel como l¨ªder de la oposici¨®n y, bajo un paraguas que ¨¦l sosten¨ªa, advert¨ª los s¨ªntomas de su p¨¦rdida de memoria. Una p¨¦rdida de memoria que representa una gran paradoja. Adolfo Su¨¢rez perdi¨® aquello que gracias a ¨¦l ganamos todos, la memoria de la concordia, del respeto y de la dignidad como pa¨ªs. Con mucho respeto, con mucha gratitud, debemos decir hoy, pues, que el servicio a Espa?a de Adolfo Su¨¢rez quedar¨¢ para siempre en nuestra memoria
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