El fiscal pide 26 a?os de c¨¢rcel para cuatro guardias civiles por ¡°torturas¡±
Considera que agredieron de forma atroz a dos brit¨¢nicos que hab¨ªan detenido
¡°La confianza en el derecho de defensa est¨¢ abolida si no se puede confiar en la actuaci¨®n policial¡°, asegur¨® el fiscal Julio Cano ante la Audiencia de Palma al reclamar penas que suman 26 a?os de c¨¢rcel por torturas y lesiones para un sargento y tres agentes de la Guardia Civil. El acusador considerara que, en distintos momentos, durante una madrugada, los guardias y su jefe directo agredieron e intimidaron, de forma atroz, a dos brit¨¢nicos que hab¨ªan detenido y que estaban en los calabozos del puesto de Palmanova (Mallorca)
Los hechos sometidos a juicio hasta este lunes ocurrieron en noviembre de 2009. El suboficial, para el que se le piden 11 a?os de c¨¢rcel por cuatro delitos de lesiones y torturas, fue agredido y qued¨® inconsciente en un pub, libre de servicio, en una pelea iniciada por una de las dos supuestas v¨ªctimas.
La tortura en el C¨®digo Penal
El art¨ªculo 174 del C¨®digo Penal vigente se?ala que incurren en torturas la "autoridad o funcionario p¨²blico que, abusando de su cargo, y con el fin de obtener una confesi¨®n o informaci¨®n de cualquier persona o de castigarla por cualquier hecho que haya cometido o se sospeche que ha cometido, o por cualquier raz¨®n basada en alg¨²n tipo de discriminaci¨®n, la sometiere a condiciones o procedimientos que por su naturaleza, duraci¨®n u otras circunstancias, le supongan sufrimientos f¨ªsicos o mentales, la supresi¨®n o disminuci¨®n de sus facultades de conocimiento, discernimiento o decisi¨®n o que, de cualquier otro modo, atenten contra su integridad moral. El culpable de tortura ser¨¢ castigado con la pena de prisi¨®n de dos a seis a?os si el atentado fuera grave, y de prisi¨®n de uno a tres a?os si no lo es. Adem¨¢s de las penas se?aladas se impondr¨¢, en todo caso, la pena de inhabilitaci¨®n absoluta de ocho a 12 a?os.
El agresor del sargento y su amigo fueron detenidos y conducidos al cuartel. Tres guardias del equipo del suboficial y este, en distintas ocasiones, quisieron asustar y reprender al agresor y a su compa?ero. Los agentes afrontan una petici¨®n de pena de cinco a?os cada uno. El fiscal solicit¨® que se aplique para todos los reos la atenuante de la dilaci¨®n indebida del caso.
Seg¨²n la versi¨®n de la acusaci¨®n, el sargento pas¨® al calabozo y la emprendi¨® con guantes y tambi¨¦n con una porra con los detenidos. Horas m¨¢s tarde, se plant¨® delante de una v¨ªctima y se qued¨® mir¨¢ndole a los ojos y respirando profundamente hasta crear una situaci¨®n de p¨¢nico de aquel.
Los tres guardias con el sargento, con intenci¨®n de reprender y escarmentar a los dos arrestados, seg¨²n el fiscal, dieron golpes y zapatazos y se mofaron de ambos ciudadanos brit¨¢nicos.
El abogado del Estado, en nombre de Ministerio de Interior, y las defensas rechazaron todos los hechos. Los abogados del sargento y el de los guardias refutaron la existencia de base para mantener la condena por los dos delitos. Resaltaron la ausencia de los dos testigos acusadores y dieron a entender que estos deber¨ªan ser los juzgados por abuso de derecho.
Un letrado de los agentes tild¨® a las supuestas v¨ªctimas de rebeldes ante la Justicia, otro dijo que no hab¨ªan querido acudir a la vista y un tercer defensor de los guardias se?al¨® que uno de los supuestos agredidos era traficante de droga y que sab¨ªa que era investigado.
Siete huellas de porra en el cuerpo
El fiscal aludi¨® al miedo de los testigos y a los relatos contradictorios recabados en el juicio que desdec¨ªan o emborronaban las primeras versiones. El fiscal Cano subray¨® que una de las dos v¨ªctimas que han renunciado a comparecer recibi¨® llamadas conminatorias al Reino Unido desde Espa?a.
Este caso ha sido objeto de una investigaci¨®n interna de la Guardia Civil -que no lleg¨® completa a la vista-, del atestado policial, de la instrucci¨®n judicial, de una causa en un juzgado togado militar y, adem¨¢s, de un juicio penal por la denuncia de los guardias contra los dos detenidos, condenados por faltas de lesiones y desobediencia leve.
La base de la prueba de la acusaci¨®n del Ministerio P¨²blico se centr¨® en las denuncias iniciales de los dos detenidos, en los partes m¨¦dicos y en el relato del forense que los analiz¨®. Adem¨¢s se rese?aron los informes de los psic¨®logos que aludieron a las situaciones de estr¨¦s postraum¨¢tico de los supuestos torturados, que sent¨ªan impactos emocionales semejantes a los postb¨¦licos.
Ambos detenidos presentaban multicontusiones, hasta siete huellas de porra en el cuerpo, sendas fracturas en los brazos, erosiones y heridas en la cara. En sus relatos, los guardias se?alaron que se autolesionaron en el calabozo y que, ya antes, su detenci¨®n y conducci¨®n a cuartel fue dif¨ªcil y violenta. Uno de los brit¨¢nicos huy¨® al salir del coche policial, esposado con las manos atr¨¢s, y cay¨® y se hiri¨® en una ceja. Durante la noche en que estuvieron detenidos fueron conducidos dos veces al centro de salud y al hospital.
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