El d¨ªa que mataron a ¡®el samur¨¢i¡¯
Carlos Ribas mat¨® a Jes¨²s Recuenco y luego se suicid¨® en casa de sus padres en Cuenca
El pueblo de Sotorribas, Cuenca, est¨¢ de luto. Han matado a uno de los suyos. Jes¨²s ?ngel Recuenco Hidalgo recibi¨® un disparo de bala en el cuello cuando sal¨ªa de trabajar el pasado mi¨¦rcoles sobre las dos y media de la tarde. Este hombre, de 33 a?os, ten¨ªa un negocio de organizaci¨®n de eventos que hab¨ªa inaugurado hace apenas nueve meses, en la plaza de Espa?a de Cuenca. Pero Recuenco no fue el ¨²nico que muri¨® ese d¨ªa. La mano que apret¨® el gatillo tambi¨¦n termin¨® con su propia vida. Juan Carlos Ca?ada, el presunto asesino, se suicid¨® 30 minutos m¨¢s tarde en la casa de su padre, ubicada en la calle de Calder¨®n de la Barca, esquina con la plaza de la Constituci¨®n, a unos 100 metros de donde yac¨ªa el cuerpo de Recuenco.
No fue el destino quien los cruz¨® ese d¨ªa, ni una discusi¨®n moment¨¢nea la que termin¨® con sus vidas. Los dos hombres se conoc¨ªan desde hac¨ªa a?os: hab¨ªan trabajado juntos, afrontaban un litigio legal entre ellos, y compart¨ªan las mismas pasiones: la m¨²sica y los espect¨¢culos. Ca?ada era conocido como Carlos Ribas, un seud¨®nimo que ¨¦l mismo eligi¨® para que fuese su nombre art¨ªstico. En 1996 Ribas abri¨® la empresa Espect¨¢culos CR SL y contrat¨® a Recuenco. Todo iba viento en popa. Seg¨²n cuenta un conductor que lo ayudaba a trasladar el mobiliario para fiestas infantiles, esta empresa era la ¨²nica que se dedicaba a este sector en la ciudad conquense, y una de las pocas que hab¨ªa en Castilla-La Mancha.
Ambos eran muy conocidos en Cuenca, no solo por sus asuntos empresariales, sino porque cantaban en distintos grupos musicales y participaban en las fiestas populares. Recuenco, el Samur¨¢i.?¡ªporque fue componente en la Orquesta Samur¨¢i¡ª, era una cara conocida y querida y por ello no solo le echar¨¢n de menos su hermana menor y sus padres, sino los poco m¨¢s de 800 habitantes de Sotorribas, tanto que el Ayuntamiento de esta localidad ha declarado tres d¨ªas de luto oficial. No estaba casado, ni ten¨ªa novia. Viv¨ªa por y para la m¨²sica. Todos los d¨ªas se desplazaba de su pueblo, Sotorribas, a la ciudad para abrir su local DeFiesta. Adem¨¢s, era m¨¢nager de un grupo llamado Affrican Band desde hace un par de a?os, y cant¨® a lo largo de su vida en distintas orquestas.
Ribas, de 57 a?os, era hijo de Mari Lu y Lorenzo, una pareja famosa en Cuenca. El padre era due?o de mudanzas Ca?ada, y aunque se jubil¨® hace aproximadamente 10 a?os, los conquenses siguen relacionando a la familia con dicha empresa. Entre los bares de la zona, Ribas es recordado como un hombre alegre, normal y que no se met¨ªa en problemas. Se separ¨® de la ¨²nica mujer con la que se cas¨® y con la que tuvo una sola hija. Las dos mujeres viven en Alicante, por lo que no presenciaron la tragedia. Acudieron al tanatorio pero no al funeral, el cual se llev¨® a cabo el jueves a las 19.30. La iglesia, ubicada junto al puente de San Ant¨®n que atraviesa el r¨ªo J¨²car, estaba repleta.
Ribas era entonces el jefe de Recuenco. En marzo del a?o pasado, sin embargo, el samur¨¢i fue despedido de la empresa Ca?ada. La abogada de Recuenco, Montserrat Rodr¨ªguez Guix¨¤, explica que un d¨ªa su cliente acudi¨® a su trabajo y las puertas estaban cerradas. De un d¨ªa para otro se hab¨ªa quedado sin empleo. El Juzgado de lo Social n¨²mero 1 de Cuenca declar¨® el pasado diciembre que el despido era improcedente y obligaba a la empresa Espect¨¢culos CR a abonar a Recuenco 12.263 euros. Adem¨¢s, logr¨® que los tribunales le concedieran el embargo preventivo de la empresa para garantizar el pago de la deuda.
Pero Ribas ni hab¨ªa pagado la deuda ni hab¨ªa readmitido a su empleado en la empresa. Por lo tanto, cuenta la letrada de oficio, ten¨ªan una cita en el juzgado la pr¨®xima semana. ¡°La demanda siempre fue en contra de la empresa, no estaba dirigida hacia ninguna persona en concreto, el representante de la compa?¨ªa nunca acudi¨® a los juzgados, yo sab¨ªa qui¨¦n era porque en Cuenca nos conocemos todos, pero nunca lo vi en la sala¡±, afirma Rodr¨ªguez.
El ¨²ltimo autob¨²s para llegar de Cuenca a Sotorribas sale a las 14.30. El conductor para frente al bar Fia?o despu¨¦s de 30 minutos de viaje. La due?a es la prima hermana de la madre de Recuenco. Entre l¨¢grimas cuenta lo afable que era su sobrino. ¡°Siempre estaba alegre. Siempre ven¨ªa a saludarnos. ?Problemas con el alcohol, o drogas? Ninguno¡±, afirma esta mujer mientras muestra unas fotos de cuando Recuenco era peque?o. No hab¨ªa cambiado mucho, segu¨ªa teniendo ojos azules, pelo casta?o y complexi¨®n robusta. La hermana de Jes¨²s les llam¨® desde el hospital, ya que le hab¨ªa dado un ataque de ansiedad, para que llevasen a su madre a Cuenca.?
Nadie sabe las verdaderas razones que llevaron a Ribas a disparar el arma, una pistola que las primeras hip¨®tesis apuntan que era peque?a y antigua. El dato no se puede confirmar, ya que el Juzgado de Primera Instancia e Instrucci¨®n n¨²mero 4 de Cuenca ha decretado secreto de sumario. Pocos se lo creen, pero sucedi¨®. Cuando la plaza de Espa?a estaba casi desierta y la mayor¨ªa de los sitios ya hab¨ªan cerrado porque era la hora de comer y las palomas bajaban del tejado de la Subdelegaci¨®n de Gobierno para buscar migajas sin que nadie las ahuyentara, Ribas apret¨® el gatillo. El samur¨¢i estaba a punto de cerrar su local cuando recibi¨® el balazo. Se ech¨® las manos a la garganta, se arrastr¨® hasta la escalera que separa su establecimiento de la plaza, y cay¨® rendido.
La marca de la bala atraves¨® la pared del local de Recuenco y lleg¨® a la florister¨ªa de al lado. El tr¨¢gico acontecimiento est¨¢ en boca de los conquenses, que se posicionan en defensa de uno o de otro y que no siempre est¨¢n de acuerdo. Coinciden, eso s¨ª, en que matar y luego matarse en casa de los padres sobrepasa todos los l¨ªmites.
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