Su candidato no es su candidato
En este ambiente de confusi¨®n y opacidad no es de extra?ar que los espa?oles y el resto de europeos profesen una desconfianza hacia la UE y los que la gobiernan sin precedentes
Cuando el domingo 25 usted vaya a votar, en teor¨ªa estar¨¢ eligiendo tambi¨¦n al hombre ¡ªo a la mujer, hay una candidata, la Verde¡ª que presidir¨¢ la Comisi¨®n Europea, el Ejecutivo del que emanan las leyes que nos afectan a los europeos. Nos lo han contado con insistencia durante esta campa?a. Nos han explicado que esta vez es diferente. Que nuestro voto importa m¨¢s que nunca porque ahora s¨ª, los Gobiernos de la UE ¡°tendr¨¢n en cuenta¡± los resultados electorales para nombrar al presidente de la Comisi¨®n. La Uni¨®n ser¨¢ m¨¢s democr¨¢tica, m¨¢s leg¨ªtima y los europeos nos sentiremos m¨¢s cerca de Bruselas.
Dos son los presidenciables con m¨¢s posibilidades: el luxemburgu¨¦s Jean Claude Juncker, conservador, y el socialista alem¨¢n Martin Schulz, que en los ¨²ltimos d¨ªas se han dejado ver por Espa?a. Los telediarios, se han hecho eco de la transcendencia del desembarco de los primeros espadas europeos. Yo que usted sin embargo, no perder¨ªa demasiado tiempo en dilucidar si Juncker, Schulz, Verhoftatdt (liberal), Keller y Bove (Verdes) o Tsipras (Izquierda) le caen bien o mal. Le advierto de que en Bruselas gozan de escaso predicamento y que alguno de ellos acabe presidiendo la Comisi¨®n depender¨¢ m¨¢s de los tejemanejes de los Veintiocho que de que resulten m¨¢s o menos votados.
La intensidad de la rumorolog¨ªa y el quinielismo que emana estos d¨ªas de Bruselas son abrumadores. Que si Merkel nunca permitir¨ªa que Schulz, candidato del partido rival alem¨¢n, gobierne la Comisi¨®n. Que si Juncker en realidad no le ha gustado nunca a la canciller y adem¨¢s cree que no goza de la salud necesaria para el puesto. Que en cualquier caso no quiere tener en Bruselas una figura fuerte y europe¨ªsta.
Luego est¨¢n los brit¨¢nicos. Que si el primer ministro Cameron, no puede ver a ninguno de los dos ni en pintura porque son demasiado federalistas; hombres de Bruselas. Que si al que gane le pondr¨¢n a dirigir la diplomacia europea como premio de consolaci¨®n y pactar¨¢n una figura de consenso ¡ªhablan ahora de una mujer¡ª ignorando la votaci¨®n. Y el franc¨¦s, Fran?ois Hollande, que ahora dice en Le Monde que respetar¨¢ la voluntad de los votantes. Que a medida que se acercan las elecciones, cobra fuerza la tesis de que los l¨ªderes de los 28 ya no puedan frenar las expectativas de los candidatos sin dinamitar la cuestionada legitimidad democr¨¢tica de la UE.
Si todo esto le resulta demasiado complicado y decide ce?irse a lo cercano, puede que no corra mucha mejor suerte, porque el trilerismo pol¨ªtico no se detiene en los Pirineos. En Espa?a, el Partido Popular presenta a Miguel Arias Ca?ete como cabeza de lista. Si los pasillos de Bruselas aciertan, Ca?ete acabar¨¢ de comisario en el Ejecutivo comunitario. En la Euroc¨¢mara, a cuyas elecciones se presenta, no se le ver¨¢ el pelo y en su lugar dejar¨¢ a Estaban Gonz¨¢lez Pons. Puede que usted votara por Ca?ete, pero lament¨¢ndolo mucho, en Bruselas tienen para ¨¦l en mente un ascenso.
En este ambiente de confusi¨®n y opacidad no es de extra?ar que los espa?oles y el resto de europeos profesen una desconfianza hacia la UE y los que la gobiernan sin precedentes. Que a estas alturas anden decidiendo si o c¨®mo y cu¨¢nto burlan el resultado electoral, da un poco de miedo.
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