Ira en la mezquita de los afganos
Los salafistas detenidos en el barrio melillense de La Ca?ada dejaron atr¨¢s una vida de juergas y discotecas para practicar la versi¨®n m¨¢s rigorista del islam
Los ¨¢nimos en la trastienda de la mezquita blanca, el epicentro del islamismo salafista de Melilla est¨¢n encendidos. Seis de sus fieles fueron detenidos la madrugada del viernes en una aparatosa redada en La Ca?ada de Hidum y otros tres barrios perif¨¦ricos y de mayor¨ªa musulmana de Melilla. Les acusan de reclutar yihadistas para los conflictos africanos como Mal¨ª o Libia.
El puesto m¨®vil de hamburguesas y bocadillos con el que Benaissa Laghmouchi Baghdadi, presuntamente el primer yihadista espa?ol retornado de Mal¨ª, se ganaba la vida antes de ser detenido el viernes ha quedado ahora aparcado en la parte trasera de la mezquita. Con ¨¦l daba de comer a los fieles que se sientan a conversar a la fresca hasta altas horas de la ma?ana. En este peque?o habit¨¢culo, ocho hombres con barba larga y la mayor¨ªa vestidos al modo afgano ofrecen visiblemente alterados su versi¨®n de lo sucedido.
¡°Dicen que somos la mezquita de los terroristas s¨®lo porque somos m¨¢s estrictos, porque cumplimos con las leyes de Al¨¢. Nos consideran extremistas por llevar barba y t¨²nicas largas¡±, estima Javier Mohamed, con pelo rapado, barba crecida y un fuerte acento andaluz. Defienden que no tienen ninguna relaci¨®n con Mal¨ª, con Siria, ni con ning¨²n pa¨ªs extranjero.
Ahmed Alal, hermano de Mustafa Alal, otro de los detenidos, no tiene duda de que Marruecos est¨¢ detr¨¢s de las detenciones, que el Gobierno del pa¨ªs vecino ¡°no gobierna este lugar y eso no lo pueden soportar¡±, estima. ¡°En el resto de las mezquitas bendicen a Mohamed VI y a Hassan II. Nosotros no. S¨®lo bendecimos a Al¨¢. Somos monote¨ªstas¡±, apunta otro compa?ero.
El islamismo riguroso de los barbudos de la mezquita blanca es sobrevenido, al igual que el de los detenidos. ¡°?ramos juerguistas, sal¨ªamos, ¨ªbamos a las discotecas, pero ya no¡±, dice uno de ellos. Un melillense que no pertenece al entorno salafista, pero que es antiguo amigo de Rachid Abdel Nahet, otro de los arrestados, explica que el acusado ¡°era un chico normal, que sal¨ªa con chicas cristianas, beb¨ªa, le gustaban las motos buenas¡±. Cuenta tambi¨¦n, que hace unos a?os enferm¨® y prometi¨® que si se curaba nunca m¨¢s beber¨ªa alcohol y vivir¨ªa de acuerdo con la Sharia, la ley isl¨¢mica.
Ya fuera del barrio, en una cafeter¨ªa del centro de Melilla, otro vecino de La Ca?ada, que naci¨® y creci¨® en el entorno de los detenidos, no ve con buenos ojos la transformaci¨®n de algunos de sus compa?eros de juergas. ¡°Ahora, si no llevas barba larga, ni te saludan. Viven en su mundo y no se mezclan con los dem¨¢s¡±. ¡°Antes de Bin Laden, esta gente no exist¨ªa aqu¨ª en Melilla¡±. Fuentes del espionaje coinciden en que el salafismo de la mezquita de los afganos se implant¨® en Melilla a partir del 11 de septiembre de 2001.
Alal trabaja en la construcci¨®n desde hace 20 a?os, Mohamed es electricista en paro, otro es futbolista y los hay tambi¨¦n que est¨¢n en paro. Les une su viaje espiritual hacia el islam ultraconservador y la mezquita de La Ca?ada, conocida como ¡°la de los afganos¡± donde rezan cinco veces al d¨ªa. Apenas se dejan ver por el centro de Melilla, a no ser que tengan que hacer gestiones en el banco o en alg¨²n organismo oficial.
Los reunidos en la trastienda constituyen, seg¨²n los investigadores, el segundo escal¨®n de una trama vinculada al narcotr¨¢fico y a redes internacionales de reclutamiento con bases en Dinamarca, Alemania, Turqu¨ªa y, sobre todo, Marruecos. En este pa¨ªs acusan tambi¨¦n a los detenidos de dirigir campos de entrenamiento para yihadistas
La Ca?ada es un sitio duro, poblado por gente humilde, con alt¨ªsimas tasas de desempleo y convertido en un supermercado de la droga. La polic¨ªa no acostumbra a entrar al barrio y la mayor¨ªa de los melillenses tampoco. La madrugada del viernes, los vecinos apedrearon a los agentes cuando entraron en la espectacular operaci¨®n Javer, cubiertos con pasamonta?as y de acuerdo con la versi¨®n de los vecinos, de forma especialmente agresiva. ¡°Enca?onaron a j¨®venes que dorm¨ªan tranquilamente en su casa¡±, dice uno de los vecinos. Lo mismo sucedi¨® el pasado enero, cuando algunos residentes de La Ca?ada se sintieron injustamente excluidos de un plan de empleo y montaron barricadas, prendieron fuego a contenedores y llegaron a utilizar armas de fuego, seg¨²n la polic¨ªa. Este barrio, de paredes desconchadas y casas a medio terminar es el que han elegido los islamistas ultraconservadores de Melilla para florecer; al calor de la frustraci¨®n y el olvido de las autoridades.
Las interpretaciones m¨¢s rigoristas del islam avanzan en Melilla, donde ahora es relativamente frecuente toparse con mujeres con la cara tapada por el niqab ¨Cs¨®lo los ojos al descubierto- y guantes en las manos. Los amigos de los sospechosos sostienen que una cosa es el tir¨®n de las costumbres ultraconservadoras y otra distinta la apolog¨ªa del terrorismo de la que se les acusa. ¡°Condenamos el terrorismo. No estamos a favor de matar a nadie. Nos est¨¢n provocando y al final Melilla va a reventar¡±, dice exaltado uno de los barbudos antes de abandonar la trastienda de la mezquita, cuyo ambiente se caldea por momentos. Los investigadores dan sin embargo por hecho que los que abrazan el salafismo en La Ca?ada inician un camino que les conduce a la criminalidad.
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