Un tr¨¢nsito sin traumas

La noticia de la abdicaci¨®n del Rey ha sido una sorpresa relativa. Ciertamente, nadie esperaba que fuera hoy, ni siquiera nadie, aun entre los que pod¨ªan estar enterados, se atrev¨ªa a afirmar que ello suceder¨ªa en un futuro m¨¢s o menos inmediato. El Rey es muy cabez¨®n, no dejar¨¢ de serlo hasta que muera, dec¨ªan muchos. Afortunadamente se han equivocado.

Las razones de salud convert¨ªan las apariciones p¨²blicas del Rey durante los ¨²ltimos tiempos en escenas bastante penosas. M¨¢s todav¨ªa al estar acostumbrados a un Rey en¨¦rgico, en buena forma y deportista. El decaimiento f¨ªsico ha sido muy acelerado. Al principio se pod¨ªa pensar en una recuperaci¨®n, pero cada vez era m¨¢s evidente que esta no llegaba y que, probablemente, no llegar¨ªa nunca. Por otro lado, las funciones de un monarca parlamentario est¨¢n muy volcadas en las relaciones p¨²blicas: recibir a ciudadanos o a personalidades extranjeras, presidir actos y viajar por Espa?a o por el resto del mundo. Cada vez se hac¨ªa m¨¢s evidente que estas tareas no pod¨ªa llevarlas a cabo con eficacia.

No pienso que el cambio de rey genere gran preocupaci¨®n, sino todo lo contrario, m¨¢s bien alivio. Todos cuantos conocen de cerca al actual Pr¨ªncipe y futuro Rey saben que se trata de una persona muy bien preparada, con un alto sentido de la responsabilidad, reflexiva, que sabe escuchar, prudente y sensata. El futuro Rey es menos extrovertido y abierto que el Rey Juan Carlos, pero mejor cualificado t¨¦cnicamente para entender los asuntos de Estado. El tr¨¢nsito no ser¨¢ ning¨²n trauma, siendo importante se desarrollar¨¢ con normalidad, con la normalidad constitucional.