El rey que abandon¨® el centralismo
Monarqu¨ªa y centralismo han sido t¨¦rminos estrechamente asociados en Espa?a, el reinado de Juan Carlos I es la excepci¨®n
Monarqu¨ªa y centralismo han sido t¨¦rminos estrechamente asociados en la historia de Espa?a desde que termin¨® la guerra de sucesi¨®n en 1714, cuando Felipe V import¨® de la Francia de su abuelo Luis XIV la estructura unitaria y concentrada del poder. Solo hay una excepci¨®n al centralismo borb¨®nico en el balance de los sucesivos reinados de los monarcas espa?oles y esta es la del largo reinado que ahora acaba de Juan Carlos I, en el que queda radicalmente desmentida esa identificaci¨®n secular entre el centralismo hisp¨¢nico y la corona espa?ola, a la que algunos, tanto entre partidarios como entre detractores, consideran elemento esencial de la existencia misma de la idea de Espa?a.
Con el reinado de don Juan Carlos se han producido al menos dos hechos excepcionales que marcan la diferencia respecto a cualquier otro de sus antecesores en el trono. Han sido reconocidas hasta niveles desconocidos en el pasado los derechos y las competencias de autogobierno de las nacionalidades hist¨®ricas, donde hab¨ªan crecido durante el ¨²ltimo siglo y medio potentes reivindicaciones nacionalistas. Y este reconocimiento se ha hecho mediante un sistema generalizado de redistribuci¨®n regional del poder, el ahora impugnado caf¨¦ para todos, que ha convertido a la monarqu¨ªa espa?ola en un r¨¦gimen descentralizado, en las ant¨ªpodas del centralismo borb¨®nico. Mientras algunos polit¨®logos clasifican ya a la Espa?a actual entre los reg¨ªmenes federales, otros piensan que se trata de un sistema federal solo parcial en el que todav¨ªa se mantienen estructuras centralistas. Pero incluso en este ¨²ltimo caso, no queda desmentido el car¨¢cter excepcional del reinado juancarlista respecto al pasado.
El partido catal¨¢n m¨¢s votado en las ¨²ltimas elecciones europeas se declara republicano en sus siglas
Esta actitud tan distinta se expresa muy concretamente en las relaciones entre el rey Juan Carlos y Catalu?a. Bajo su reinado, los catalanes consiguieron la restauraci¨®n de su instituci¨®n secular, la Generalitat, en la persona del presidente Josep Tarradellas, que hab¨ªa conservado la legitimidad democr¨¢tica y republicana en el exilio. Le siguieron la Constituci¨®n espa?ola, que reconoc¨ªa el derecho de Catalu?a al autogobierno, y sobre todo el Estatuto de Autonom¨ªa, que ha permitido el mayor despliegue de competencias de autogobierno de toda la historia de Catalu?a contempor¨¢nea y en t¨¦rminos comparativos m¨¢s complejos tambi¨¦n desde los tiempos medievales. Y todo ello se ha consolidado en la etapa m¨¢s larga y de mayor autogobierno de toda su historia, a pesar del deterioro de las relaciones entre los gobiernos de Catalu?a y Espa?a de la ¨²ltima d¨¦cada y de los recientes temores a una recentralizaci¨®n e incluso a una definitiva e inaceptable asimilaci¨®n expresados por el nacionalismo.
Ahora el partido catal¨¢n m¨¢s votado en las ¨²ltimas elecciones europeas se declara republicano en sus siglas. El actual Gobierno catal¨¢n, salido de las urnas el 25 de noviembre de 2012, prepara para el 9 de noviembre la celebraci¨®n de una consulta para decidir sobre la eventual secesi¨®n de Catalu?a, que ha sido desautorizada por las Cortes espa?olas. Hasta ahora, nada hab¨ªa hist¨®rica y conceptualmente m¨¢s incompatible con la monarqu¨ªa espa?ola que la Catalu?a republicana y secesionista ahora en auge. Pero la abdicaci¨®n y la entronizaci¨®n del nuevo rey significan un nuevo comienzo y la apertura de una nueva etapa, que son precisamente los momentos en que aparece la oportunidad de que los callejones sin salida se abran y los rompecabezas se resuelvan.
En el seno del propio movimiento independentista hay voces e incluso documentos que especulan con la eventualidad de conservar la corona espa?ola como instituci¨®n compartida con el conjunto de Espa?a por parte de una Catalu?a independiente. El catalanismo conservador formul¨® hace aproximadamente un siglo y por boca de Francesc Camb¨®, una pregunta crucial sobre el r¨¦gimen pol¨ªtico espa?ol: ¡°?Monarqu¨ªa? ?Rep¨²blica? Catalu?a¡±. Si ahora la monarqu¨ªa pudiera ser la respuesta al dilema entre el statu quo y la independencia catalana, entonces tambi¨¦n podr¨ªa ser la soluci¨®n al dilema m¨¢s fruct¨ªfero entre satisfacer los evidentes deseos de un mayor autogobierno expresados en sucesivas elecciones por los catalanes y el mantenimiento del marco constitucional de convivencia construido al principio del reinado de Juan Carlos. Si el padre abandon¨® el centralismo, el hijo tiene ahora la oportunidad de consolidar y culminar la Espa?a de todos que justo ahora empieza a estar en duda.
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