La proclamaci¨®n del rey Felipe VI
Se ignora d¨®nde fijar¨¢n su residencia el nuevo Rey y el que acaba de abdicar
El automatismo mon¨¢rquico nos hubiera llevado a dos invocaciones sucesivas. La primera hubiera sido ?El rey Juan Carlos ha abdicado!; la segunda, ?Viva el rey Felipe VI! Pero, seg¨²n proceder habitual, nos hemos encontrado con que, 36 a?os despu¨¦s de la Constituci¨®n, sigue pendiente de cumplirse el apartado 5? del art¨ªculo 57. Es decir, que falta esa ley org¨¢nica a la que se encomienda resolver ¡°las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesi¨®n a la Corona¡±. De modo que tantos a?os de par¨¢lisis quedar¨¢n interrumpidos de modo s¨²bito para recurrir a un procedimiento fulminante, que permitir¨¢ dotarnos instant¨¢neamente de esa norma hasta ahora olvidada del sal¨®n en el ¨¢ngulo oscuro.
El apego al proceder sumar¨ªsimo que va a desplegarse tuvo otro episodio reciente cuando se ofreci¨® a los mercados una reforma constitucional en aras de garantizarles prioridad para el pago de la deuda externa. El proyecto que se aprobar¨¢ hoy en el Consejo de Ministros extraordinario terminar¨¢ en una ley org¨¢nica de un solo art¨ªculo, el referente a la abdicaci¨®n, para evitarse cualquier otro enredo o demora. Sabemos ya que se tramitar¨¢ por procedimiento de urgencia y en lectura ¨²nica. As¨ª, en diez d¨ªas, podr¨ªa quedar aprobada por mayor¨ªa absoluta, seg¨²n se exige para las leyes org¨¢nicas, dado que en ambas C¨¢maras se cuenta con el favor comprometido de los esca?os sumados del Partido Popular y del partido socialista, cifra que supera con holgura la mitad m¨¢s uno de diputados o senadores.
Recordemos que la carencia legal sobre el orden de sucesi¨®n a la Corona trae causa de la coexistencia de dos actitudes opuestas. De una parte, las fulminantes, exhibidas por la vicepresidenta Soraya S¨¢enz de Santamaria, que para el caso quiere una ley; de otra, las indolentes, en cuyas filas predominan los contrarios a la proliferaci¨®n legislativa. A esta divergencia paralizante hay que sumar un respeto equivocado hacia la materia sucesoria, habida cuenta de la especial susceptibilidad que podr¨ªa despertar. Por eso hemos llegado a este momento de necesidad y nos hemos encontrado sin las leyes precisas. La decisi¨®n acordada entre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y lo que queda del l¨ªder dimitido de la oposici¨®n, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, sacrifica todos los objetivos de la ley a la inmediatez, porque se quiere llegar a la proclamaci¨®n del rey Felipe VI antes de fin de mes. Pero hubiera valido la pena aprovechar el envite para regular con m¨¢s amplitud los derechos sucesorios, m¨¢xime si en unos d¨ªas puede haber novedades en el caso N¨®os que afecten a la infanta Cristina.
En la tradici¨®n espa?ola no hay coronaci¨®n, pero nos falta por saber c¨®mo ser¨¢ la proclamaci¨®n del Rey que llega, m¨¢s all¨¢ de la jura en la sesi¨®n conjunta del Congreso y el Senado en el palacio de San Jer¨®nimo. Tampoco se conoce qu¨¦ papel se reservar¨¢ al p¨²blico de a pie, si habr¨¢ invitaciones a los dignatarios extranjeros, ni d¨®nde fijar¨¢ su residencia el nuevo Rey ni el que acaba de abdicar. Atentos.
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