Se?ales de intensidad variable
En su discurso no ha nombrado a las viejas naciones, ni Catalu?a ni Euskadi. Solo Espa?a.
Felipe VI es el primer rey de Espa?a que puede empezar su reinado afirm¨¢ndose como rey constitucional. Nadie antes pudo hacer tal cosa: ser entero rey constitucional y afirmarse como tal desde el primer momento. Esta es una de las se?ales de fuerte intensidad emitidas en su primer discurso. No es la ¨²nica, aunque s¨ª la m¨¢s destacada. Es la Monarqu¨ªa nueva para un tiempo nuevo, subrayada por dos veces. Su reafirmaci¨®n pasar¨¢ sus pruebas el d¨ªa en que este pa¨ªs presencie el primer relevo de un entero rey constitucional por otro entero rey constitucional, que deber¨¢ ser reina si se cumplen todas las pautas previstas. Hay todo un reinado por delante para culminarla.
Las se?ales fuertes corresponden a las cuestiones de fondo. La Monarqu¨ªa est¨¢ identificada, de un lado, con la Constituci¨®n y por tanto con el sistema parlamentario y, del otro, con la idea de una Espa?a que es a la vez uni¨®n y diversidad. No era razonable esperar del Rey una aproximaci¨®n delicuescente a ambas cuestiones, a la Constituci¨®n y a la uni¨®n de los espa?oles, para complacer a los soberanistas y facilitar alg¨²n tipo de di¨¢logo.
Otra cosa son las se?ales d¨¦biles, graves y trascendentes aunque se hallen m¨¢s pegadas a las necesidades del momento. Las ha habido, muchas y en muchas direcciones. Algunas tambi¨¦n, aunque minimalistas, en direcci¨®n al soberanismo. Son d¨¦biles y escasas pero claras, sin ambig¨¹edad interpretativa, aunque con el evidente deseo de evitar la estridencia. En su discurso, se ha referido a su pasado como pr¨ªncipe de Asturias, de Girona y de Viana, los tres t¨ªtulos de heredero de los antiguos reinos y actuales nacionalidades. En su referencia a la pluralidad ling¨¹¨ªstica espa?ola ha citado a cuatro poetas, uno por cada una de las cuatro lenguas: Machado, Aresti, Espriu y Castelao. Y al final ha dado las gracias en cada una de ellas. Dos palabras.
Y eso es todo. Ni siquiera las ha nombrado. Dar nombre a la lengua catalana en Valencia y Mallorca tiene efectos pol¨ªticos, ya sabemos. Tampoco ha nombrado a las viejas naciones. Ni Catalu?a ni Euskadi, las m¨¢s conflictivas. Solo Espa?a. La debilidad de las se?ales no suscitar¨¢ problemas en un lado, pero tampoco ayudar¨¢ a resolverlos en el otro. El equilibrio era dif¨ªcil, pero se ha resuelto de forma m¨¢s que moderada, conservadora.
Hay m¨¢s se?ales dirigidas hacia esos territorios conflictivos. De humo, seg¨²n quienes est¨¢n comprometidos con el proceso soberanista. Pero no cierran puertas. Se quedan en meras rendijas por donde asoma un leve resplandor. El Rey est¨¢ dispuesto a escuchar, a comprender, a advertir y a aconsejar; aspira a una Espa?a en la que no se rompan los puentes del entendimiento; todos caben en ella, sean cuales sean los sentimientos y sensibilidades e incluso las distintas formas de sentirse espa?ol.
Al rey constitucional le corresponde emitir las se?ales y a los representantes de la soberan¨ªa popular convertirlas en pol¨ªtica, con independencia de si eran fuertes o d¨¦biles. De las palabras de Felipe VI no se deduce la obligada apertura de un di¨¢logo hasta ahora inexistente, pero tampoco lo excluye ni mucho menos lo cierra. El protagonismo ahora, como es de esperar en un rey constitucional, es todo para los representantes de los ciudadanos.
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