Casa depurada
Discurso de proclamaci¨®n del rey Felipe VI, 19 de junio de 2014.
En su discurso, Felipe VI no ha traspasado la lineas de su padre en el discurso del 22 de noviembre de 1975 respecto al punto crucial de la unidad de Espa?a.
Pero han transcurrido entre ambos discursos casi 39 a?os.
?Y, sobre todo, aquella apelaci¨®n de Juan Carlos I a la "unidad del Reinado y del Estado" fue preconstitucional. Tres a?os m¨¢s tarde, la Constituci¨®n de 1978 introduc¨ªa, por ejemplo, en su art¨ªculo II el t¨¦rmino nacionalidades.
"La Constituci¨®n se fundamenta en la indisoluble unidad de la Naci¨®n espa?ola, patria com¨²n e indivisible de todos los espa?oles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonom¨ªa de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas".
La palabra nacionalidades fue?objeto de debates y varios diputados de la Alianza Popular de Manuel Fraga se abstuvieron o votaron en contra entre otras razones por la introducci¨®n de dicha palabra.
Entonces no hab¨ªa ni amenaza inminente ni refer¨¦ndum sobre Catalu?a sobre la mesa.
En su discurso, Felipe VI reconoce impl¨ªcitamente el matiz de lo que supone ser un rey constitucional.
"Hoy puedo afirmar ante estas C¨¢maras -y lo celebro- que comienza el reinado de un Rey constitucional. Un Rey que accede a la primera magistratura del Estado de acuerdo con una Constituci¨®n que fue refrendada por los espa?oles y que es nuestra norma suprema desde hace ya m¨¢s de 35 a?os", se?ala.
Y a?ade: "Un Rey que debe atenerse al ejercicio de las funciones que constitucionalmente le han sido encomendadas y, por ello, ser s¨ªmbolo de la unidad y permanencia del Estado, asumir su m¨¢s alta representaci¨®n y arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones".
Todas las referencias a la unidad de Espa?a, pues, se mantienen dentro del cuadro del discurso de Juan Carlos I.
Y, sin embargo, a la pregunta de si Felipe VI pod¨ªa matizar, avanzar algunos pasos, la respuesta es s¨ª. Porque la Constituci¨®n de 1978 es su paraguas.
?Pero cuando la reivindica en este asunto se limita a decir: "Desde que en 1978 la Constituci¨®n reconoci¨® nuestra diversidad como una caracter¨ªstica que define nuestra propia identidad, al proclamar su voluntad de proteger a todos los pueblos de Espa?a, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. Una diversidad que nace de nuestra historia, nos engrandece y nos debe fortalecer".
Pues eso, parece que no hay nada que hacer.
Pero, al tiempo, el nuevo rey insin¨²a que tampoco parece conformarse o resignarse simplemente con cuadrarse ante la Constituci¨®n.?
?Lo dice ¨¦l mismo: "Pero las exigencias de la Corona no se agotan en el cumplimiento de sus funciones constitucionales".
Sugiere, o eso parece, la posibilidad de hacer algo:??"Deseamos, en fin, una Espa?a en la que no se rompan nunca los puentes del entendimiento, que es uno de los principios inspiradores de nuestro esp¨ªritu constitucional".
Y, sin embargo, cuando precisamente pod¨ªa matizar, ha preferido no ir m¨¢s all¨¢ de la posici¨®n tradicional, preconstitucional incluso, sobre el tema de la naci¨®n espa?ola.
Felipe VI ha centrado los mensajes, por as¨ª decir, m¨¢s penetrantes, en la renovaci¨®n de la monarqu¨ªa. Ha insistido en "una monarqu¨ªa renovada para un tiempo nuevo".
En realidad, estamos hablando de una monarqu¨ªa "depurada". A trav¨¦s de la abdicaci¨®n de Juan Carlos I y la proclamaci¨®n de Felipe VI asistimos a un proceso de?depuraci¨®n. Y desembocamos en la "renovaci¨®n".
Es esto lo que viene a reconocer Felipe VI: "Hoy, m¨¢s que nunca, los ciudadanos demandan con toda raz¨®n que los principios morales y ¨¦ticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida p¨²blica. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no s¨®lo un referente sino tambi¨¦n un servidor de esa justa y leg¨ªtima exigencia de los ciudadanos".
La crisis econ¨®mica y social ocupa su lugar.
Pero si en medio de la crisis de 1974-75, desencadenada por la cuadruplicaci¨®n de los precios del petr¨®leo de 1973, el rey puso el dedo en la llaga sin ambages, Felipe VI ha realizado una descripci¨®n vaga. Juan Carlos I dijo:?"Hoy queremos proclamar que no queremos ni un espa?ol sin trabajo, ni un trabajo que no permita a quien lo ejerce mantener con dignidad su vida personal y familiar, con acceso a los bienes de la cultura y de la econom¨ªa para ¨¦l y para sus hijos". Ni un espa?ol sin trabajo ni, dir¨ªamos hoy, trabajos basura o minijobs.
Felipe VI: "Se?or¨ªas, quiero tambi¨¦n transmitir mi cercan¨ªa y solidaridad a todos aquellos ciudadanos a los que el rigor de la crisis econ¨®mica ha golpeado duramente hasta verse heridos en su dignidad como personas. Tenemos con ellos el deber moral de trabajar para revertir esta situaci¨®n y el deber ciudadano de ofrecer protecci¨®n a las personas y a las familias m¨¢s vulnerables. Y tenemos tambi¨¦n la obligaci¨®n de transmitir un mensaje de esperanza -especialmente a los m¨¢s j¨®venes- de que la soluci¨®n de sus problemas y en particular la obtenci¨®n de un empleo, sea una prioridad para la sociedad y para el Estado. S¨¦ que todas sus Se?or¨ªas comparten estas preocupaciones y estos objetivos".
No hay referencia a la desigualdad social, a la brecha cada vez mayor entre ricos y pobres.
?Qu¨¦ pasa? ?Que ello supone arruinar la marca Espa?a? ?Implica contradecir la fr¨¢gil y tenue, ministro Luis de Guindos dixit,?recuperaci¨®n?
Se queda corto y escaso tambi¨¦n al hablar de Europa, al pintar una Europa te¨®rica, ideal, en abstracto, en la cual la cohesi¨®n social se rompe, seg¨²n han transmitido los ciudadanos europeos, y entre ellos los espa?oles, en las elecciones del 25 de Mayo de 2014. Los resultados han sido un virtual auto de procesamiento de la austeridad, del paro y de las tendencias deflacionistas, resultado todo ello de una pol¨ªtica econ¨®mica que en lugar de resolver los problemas ha provocado m¨¢s recesi¨®n.
Si hasta Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), pudo reconocer de facto la noche del 25 de mayo que la desafecci¨®n hacia los grandes partidos de gobierno era el producto de la pol¨ªtica econ¨®mica.?"En toda Europa, la gente est¨¢ claramente en retirada [respecto a los grandes partidos], quiere respuestas al espinoso problema del crecimiento", dijo en Lisboa.
Felipe VI parece haber optado por considerar que, en realidad, la tarea que le compet¨ªa era la de depurar y renovar a la monarqu¨ªa para garantizar su continuidad.?
Todo, pues, est¨¢ preparado.
Felipe VI ha hecho (referencia al Quijote) y despu¨¦s ha hablado. Es el rey esperanzado.
?Sobre todo a unas semanas de que el juez Jos¨¦ Castro dicte su auto de transformaci¨®n de las diligencias previas en procedimiento abreviado en el caso Urdangar¨ªn.
All¨ª deber¨¢ despejar la inc¨®gnita sobre si mantiene la imputaci¨®n de la infanta Cristina o la cancela. Pero aunque la mantenga, el fiscal Pedro Horrach y la Abogac¨ªa del Estado la van a recurrir ante la secci¨®n segunda de lo penal de la Audiencia de Palma de Mallorca.
La Audiencia podr¨¢ confirmarla o no. Pero lo esencial es que el ¨²ltimo paso procesal es el auto de apertura de juicio oral.
Y en este auto, que no es recurrible, si Horrach y la Abogac¨ªa no acusan por delito fiscal, como ya est¨¢ claro, el juez no podr¨¢ acusar a la infanta Cristina, esto es, no podr¨¢ sentarla en el banquillo.
?Doctrina Bot¨ªn?obliga.
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