Monarqu¨ªa insostenible
Para que sea posible reformar la Constituci¨®n, el principio de legitimaci¨®n democr¨¢tica no puede estar encorsetado
La Monarqu¨ªa no tiene un problema por la Rep¨²blica. Lo tiene por ella misma y por el sistema pol¨ªtico que se articul¨® a partir de las Leyes Fundamentales del general Franco para hacer posible su Restauraci¨®n.
La Monarqu¨ªa en Espa?a carece de legitimidad propia. El dep¨®sito de legitimidad lo agotaron Carlos IV, Fernando VII, Isabel II y Alfonso XIII. Es, en consecuencia, una especie amenazada de extinci¨®n, que no puede cometer errores para sobrevivir. Mientras los miembros de la familia real no los han cometido de manera que resultara visible, la instituci¨®n no ha sido puesta en cuesti¨®n. Cuando los errores han sido inocultables, han saltado todas las alarmas. De ah¨ª la abdicaci¨®n. La primera amenaza para la Monarqu¨ªa no ha venido de la Rep¨²blica, sino del interior de la Casa del Rey.
Pero lo que dificulta la supervivencia de la Monarqu¨ªa no son tanto esos errores como el agotamiento del sistema pol¨ªtico con el que se hizo la Transici¨®n, dise?ado para garantizar el asentamiento de la Restauraci¨®n. El objetivo era la Restauraci¨®n. El instrumento era pasar de la dictadura a la democracia. A finales del siglo XX no pod¨ªa ser de otra manera. Pero el objetivo era la Restauraci¨®n, al servicio del cual se dise?¨® el instrumento: el tipo de democracia que deber¨ªa hacerla posible sin riesgos.
Hay una continuidad materialmente constitucional entre 1845, 1876 y 1978. Son las tres constituciones que han estado vigentes durante casi toda la historia constitucional de Espa?a y todas ellas han estado presididas por la desconfianza hacia el protagonismo que pudiera alcanzar la ciudadan¨ªa en la direcci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. La Monarqu¨ªa ha sido en todas ellas la expresi¨®n de dicha desconfianza. La Monarqu¨ªa, salvo en 1931, ha sido siempre indisponible para el ejercicio del poder constituyente del pueblo espa?ol y, como consecuencia de ello, l¨ªmite para el protagonismo de la sociedad espa?ola en su proceso de direcci¨®n pol¨ªtica.
Esta es la raz¨®n por la que en Espa?a no se ha reformado la Constituci¨®n. Ni se va a reformar. Para que la reforma de la Constituci¨®n sea posible, el principio de legitimaci¨®n democr¨¢tica no puede estar encorsetado. Si lo est¨¢, el v¨ªnculo entre legitimidad de origen y legitimidad de ejercicio se erosiona hasta llegar a desaparecer y el sistema pol¨ªtico se hunde. Es lo que nos ha ocurrido en el pasado y me temo que es lo que nos va a volver a ocurrir.
Creo que no est¨¢ en la mano del Rey poder evitarlo. Puede evitar que la Casa del Rey cometa errores. Si la supervivencia de la Monarqu¨ªa dependiera de ello, lo podr¨ªa conseguir. Pero una monarqu¨ªa parlamentaria no puede sobrevivir si el sistema pol¨ªtico sobre el que se eleva est¨¢ podrido y, como consecuencia de ello, carece de legitimidad. Juan Carlos I y Felipe VI no tienen la responsabilidad que tuvo Alfonso XIII en la descomposici¨®n de la Primera Restauraci¨®n, pero su posici¨®n es casi tan insostenible.
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