La justicia no olvida a Fanekas
El etarra se sienta en el banquillo por dos atentados cometidos en 1980 Los testigos apenas recuerdan los detalles, pero las viudas siguen sufriendo
Un cura, Ismael Arrieta, se?al¨® la hora y el lugar. Y, siguiendo sus indicaciones, un comando etarra asesin¨® el 4 de octubre de 1980 en Salvatierra (?lava) a tres motoristas de la Guardia Civil que iban a regular el tr¨¢nsito de una carrera ciclista: Jos¨¦ Luis V¨¢zquez, Avelino Palma y ?ngel Prado. Seis meses antes, hab¨ªa muerto de un tiro en la nuca el jefe de la polic¨ªa municipal de Vitoria, Eugenio L¨¢zaro. Casi 34 a?os despu¨¦s, ha sido juzgado en la Audiencia Nacional por esos atentados Jos¨¦ Lorenzo Ayestaran Legorburu, Fanekas. Ambos juicios quedaron ayer vistos para sentencia. La fiscal y la acusaci¨®n piden para ¨¦l 111 a?os de c¨¢rcel en total. Su abogado solicita la absoluci¨®n por considerar que no hay pruebas suficientes y que, en el caso de Salvatierra, el crimen estar¨ªa prescrito.
La fiscal, Ana No¨¦, explic¨® que la justicia espa?ola ¡°en ning¨²n momento ha cejado el empe?o¡± de castigar a los responsables, y que si ambos juicios se celebraban casi 34 a?os despu¨¦s era porque el procesado hab¨ªa huido. Fanekas burl¨® a la justicia desde el momento en que sali¨® de la c¨¢rcel con la ley de amnist¨ªa de 1977. Tras quedar libre, regres¨® a ETA ¡ªayer, durante el juicio, reivindic¨® su pertenencia a la banda¡ª, se integr¨® en el comando Axulari y luego en el Araba. Solo en 1980, se le atribuye haber participado en tres atentados con cinco v¨ªctimas mortales. Despu¨¦s se refugi¨® en Venezuela, pa¨ªs en el que permaneci¨® hasta 2009.
El Gobierno de Hugo Ch¨¢vez lleg¨® a ofrecerles a ¨¦l y otros tres etarras la nacionalidad para que no fueran extraditados a Espa?a, pero la presi¨®n del Ejecutivo espa?ol frustr¨® la maniobra en 2006. Venezuela no solo fue un refugio para Fanekas. En 2008 imparti¨® en la periferia de Caracas un curso de adiestramiento en tiro y preparaci¨®n de explosivos para integrantes de la banda. La suerte se le acab¨® en 2010, cuando fue arrestado en Francia, en una operaci¨®n en la que cay¨® el entonces jefe de ETA, Ibon Gogeaskoetxea. Y, con 56 a?os, Fanekas se sent¨® ayer en el banquillo por dos atentados cometidos cuando ten¨ªa 22.
Los etarras llamados a declarar se ampararon en el tiempo transcurrido. ¡°Lo tengo totalmente olvidado¡±, dijo I?aki Arakama Mendia, Makario, condenado en 2003 por participar en el mismo atentado en Salvatierra. Pero no solo ellos no recordaban. La desmemoria de un polic¨ªa, testigo del asesinato de Eugenio L¨¢zaro, termin¨® de exasperar al juez Alfonso Guevara. ¡°Creo que no todos los d¨ªas se ve c¨®mo muere el jefe propio. Uno se olvida de los detalles, pero por muchos a?os que pasen, queda grabado. No es normal presenciar el asesinato del jefe y adem¨¢s, siendo usted polic¨ªa. ?Lo vio o no lo vio?¡±, espet¨® al testigo, que declaraba por videoconferencia. La fiscal pidi¨® entonces que le leyeran la declaraci¨®n que hab¨ªa hecho en su d¨ªa y en la que describ¨ªa c¨®mo estando parado en un sem¨¢foro con su coche hab¨ªa visto a dos individuos aproximarse a su jefe y dispararle en la nuca. El agente, finalmente, ratific¨® aquella declaraci¨®n.
Las que no han olvidado un detalle son las viudas de los guardias civiles asesinados en Salvatierra. ¡°O¨ª unas sirenas, eso era normal. Y al rato llamaron a la puerta. Eso no lo era. Abr¨ª y me encontr¨¦ a tres compa?eros de mi marido. ¡®?Es Jos¨¦ Luis?¡¯, les pregunt¨¦. Asintieron. ¡®?Sufri¨®?¡¯ Dijeron que no, pero luego supe que s¨ª. Que hab¨ªa intentado refugiarse bajo un coche y que el etarra hab¨ªa vuelto para rematarlo¡±.
Gema L¨®pez lo tem¨ªa. Por eso, entre otras cosas, tend¨ªa en el ba?o, y no fuera, el uniforme de su marido. Cuando lo mataron, ten¨ªa 23 a?os y estaba embarazada de cuatro meses. ¡°Llev¨¢bamos casados cinco meses y seis d¨ªas¡±, recuerda. ¡°Aquel d¨ªa a Jos¨¦ Luis no le tocaba trabajar. Hab¨ªa salido a tomar una cerveza al cuartel, que era el ¨²nico sitio donde pod¨ªa ir porque entonces era la guerra ¡ªse refiere a la etapa m¨¢s sanguinaria de ETA, los a?os de plomo¡ª y le pidieron que sustituyera a otro que iba a vigilar la vuelta ciclista¡±. Aquel compa?ero fue uno de los que llam¨® a su puerta, horas despu¨¦s, desencajado, para comunicarle la noticia. ¡°Desde aquel d¨ªa necesito pastillas para dormir, para poder levantarme por las ma?anas, para vivir¡±.
Tambi¨¦n Manuela Orantes sigue en tratamiento psicol¨®gico desde que le comunicaron que ETA hab¨ªa asesinado a su marido, Avelino Palma. ¡°?l hab¨ªa pedido el traslado al Pa¨ªs Vasco por el plus de peligrosidad. ?Maldito plus! Llevaba un mes y cuatro d¨ªas all¨ª¡±, recuerda. ¡°Y yo solo quer¨ªa morirme, no ten¨ªa ganas de vivir¡±. Manuela acudi¨® al juicio acompa?ada por sus hijos, que entonces ten¨ªan solo 2 y 3 a?os.
La fiscal acusa a Fanekas de rematar al marido de Gema bajo el coche. Se basa en la declaraci¨®n del etarra Mikel Lopetegui, la principal prueba esgrimida en ambos juicios por la fiscal y los abogados de la acusaci¨®n, Emilio Murcia y Antonio Guerrero. Lopetegui formaba parte del mismo comando y aquel d¨ªa, seg¨²n declar¨®, "¨¦l proteg¨ªa la acci¨®n" de sus compa?eros con una metralleta oculta bajo la ropa.Gracias a su declaraci¨®n fueron detenidos diez etarras. Se suicid¨® en su celda en 1988.?
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