Mar¨ªa Mart¨ªn, una anciana ante las togas
Fue la primera v¨ªctima del franquismo en declarar ante el Tribunal Supremo Ha muerto sin lograr recuperar los restos de su madre
Fue la primera v¨ªctima del franquismo en declarar ante un tribunal. El escenario no era el que hab¨ªa imaginado, porque el juez al que hab¨ªa pedido ayuda era aquel d¨ªa el acusado, pero el juicio contra Baltasar Garz¨®n por su investigaci¨®n de los cr¨ªmenes de la Guerra Civil y la dictadura permiti¨® a Mar¨ªa Mart¨ªn denunciar ante las togas del Supremo: ¡°A mi madre la mataron en 1936 con 27 hombres y tres mujeres...¡±.
Era 1 de febrero de 2012. Ten¨ªa 81 a?os. Ha muerto esta semana, a los 83. Un problema de salud la hac¨ªa hablar en susurros con una voz ronca en la que cada palabra parec¨ªa un esfuerzo descomunal. Con esa voz angustiante, vestida de luto, resumi¨® en 13 minutos aquel d¨ªa ante el Supremo la triste historia de su vida.
Era la primera vez que les ten¨ªa delante, pero ya se hab¨ªa dirigido a los jueces por carta para explicarles por qu¨¦ hab¨ªa acudido a la justicia: ¡°Desde que mataron a su mujer hasta el 29 de marzo de 1977 en que muri¨®, mi padre solicit¨® en Pedro Bernardo (?vila) que le dejaran recoger los restos de mi madre, pero la ¨²nica respuesta que recibi¨® fue: ¡®T¨² te la llevar¨¢s al cementerio cuando las ranas cr¨ªen pelo. No andes molestando no vayamos a hacer contigo lo que hicimos con ella¡¯. Si fuera la madre de cualquiera de ustedes, habr¨ªan movido cielo y tierra para recoger los restos¡±, les escribi¨® Mar¨ªa. ¡°Con todo mi dolor les env¨ªo un saludo de esta mujer que sigue esperando que las ranas cr¨ªen pelo¡±, se desped¨ªa.
Ten¨ªa seis a?os, una hermana de 12 y otra de dos cuando fusilaron a su madre, Faustina. Antes de matarla, los falangistas le hab¨ªan rapado la cabeza. ¡°Todo menos un mech¨®n en la coronilla que le ataron con un lazo rojo antes de hacerle pasear por el pueblo con un grupo de mujeres a las que hab¨ªan hecho lo mismo¡±, recordaba. Su padre nunca se recuper¨®. Mar¨ªa le sigui¨® muchas veces hasta el lugar donde hab¨ªan matado a su madre, y escondida, le ve¨ªa llorar durante horas arrodillado en la tierra. ¡°Agarraba un pu?ado de zarzas y ten¨ªa las manos tan duras de trabajar, que ni sangraba¡±, recordaba Mar¨ªa. Su padre era segador. Su madre guisaba y limpiaba en casas de otros. ¡°La mataron porque le ped¨ªan 1.000 pesetas, y no las ten¨ªa¡±, aseguraba su hija.
En el pueblo les hicieron la vida imposible. Hab¨ªa ni?os que la apedreaban cuando la ve¨ªan pasar con su hermana y adultos que se divert¨ªan haci¨¦ndoles pasar un calvario que Mar¨ªa se enorgullec¨ªa de haber logrado ocultarle a su padre, para que no sufriera m¨¢s, y que describi¨® por carta al juez Garz¨®n muchos a?os despu¨¦s: ¡°Nos llevaban atadas al cuartel de la Guardia Civil para obligarnos a comer aceite de ricino con guindillas. Un litro y 20 guindillas para las mujeres embarazadas y sin embarazar y para los ni?os como mi hermana, de 12 a?os y yo, de seis, medio litro y diez guindillas. Y yo me preguntaba: ¡®?D¨®nde est¨¢ Dios?¡¯ Porque este desaguisado lo hac¨ªan personas buenas de comuni¨®n diaria...¡±.
Al volver a su casa en La Ventura (Toledo) tras declarar aquel 1 de febrero de 2012 ante el Supremo, preguntaba: ¡°?Qu¨¦ quieren? ?Qu¨¦ esperemos 75 a?os m¨¢s?¡±. Mar¨ªa, que dec¨ªa que hubiera desenterrado a su madre de la fosa com¨²n ¡°con las u?as¡± si hubiera podido, ha muerto esperando, sin haber logrado cumplir el encargo que su padre le hab¨ªa hecho antes de morir: intentar recuperar los restos de Faustina para enterrarles juntos. Pero hasta el ¨²ltimo d¨ªa estuvo peleando, pidiendo ayuda, y ni los a?os, ni los problemas de salud, ni los desenga?os, lograron nunca que esta mujer menuda que siempre parec¨ªa exhausta se acomodara en la resignaci¨®n.
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