Momento escalera
En el PSOE hab¨ªa ganas de sacar a alguien por la puerta grande
El primer encuentro en La Moncloa del nuevo l¨ªder socialista, Pedro S¨¢nchez, con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, fue preparado en detalle. La fecha, para que precediera a la visita del presidente de la Generalitat, Artur Mas; los temas de conversaci¨®n y los que pasar¨ªan en silencio; el minutado; el protocolo de la llegada y despedida; las banderas, la indumentaria de la Guardia Civil a uno y otro lado del port¨®n; el lugar y el tenor de las declaraciones subsiguientes ante la prensa; todo es el resultado de un c¨¢lculo que pondera el valor de las apariencias y las consecuencias que de ella se derivan. Aqu¨ª es muy relevante, por ejemplo, el momento escalinata: cu¨¢ntos escalones baja el anfitri¨®n, si llega a pie de coche para abrirle la portezuela al visitante. Tambi¨¦n punt¨²a esa manera absurda de prolongar el saludo, estrech¨¢ndose la mano mientras se ignoran visualmente porque ambos est¨¢n instruidos en la actitud de la mirada clara y lejos y la frente levantada para complacer a los fot¨®grafos, agrupados todos delante en la lucha final por la misma instant¨¢nea, salvo que acaeciera alguna celebrada anomal¨ªa.
La propensi¨®n de Rajoy a emular a Don Tancredo (l¨¦ase el cap¨ªtulo correspondiente en Obra Taurina, de Jos¨¦ Bergam¨ªn, editada por el CSIC) podr¨ªa verse alterada desde las elecciones europeas de mayo por el cambio de interlocutores: el nuevo Rey, el nuevo secretario del PSOE, el reemplazo como primera fuerza pol¨ªtica catalana de la Convergencia de Artur Mas por la Esquerra Republicana de Oriol Junqueras, la aparici¨®n de Podemos y de otras siglas con probada capacidad de arrastre en las urnas. As¨ª las cosas, la conversaci¨®n con el invitado de ayer podr¨ªa haber sido la del paciente con su odont¨®logo, a quien propondr¨ªa, agarr¨¢ndole de sus partes pudendas, aquello de: ?Verdad que no nos vamos a hacer da?o? Esa ser¨ªa la patolog¨ªa del consenso, siempre conforme en oscurecer lo que a cada una de las partes averg¨¹enza. Pero cabr¨ªa imaginar tambi¨¦n que el nuevo secretario Pedro S¨¢nchez, en vez de pedir cuentas a su anfitri¨®n por la corrupci¨®n en los entornos del Partido Popular, prefiriera avisarle con lealtad de su prop¨®sito aut¨®nomo de emprender la limpia que el PSOE tiene pendiente en sus propias filas. Se tratar¨ªa de un acto de coherencia, con efectos radiactivos, adem¨¢s de que esa fue la promesa m¨¢s aplaudida de las que hizo el domingo a los congresistas cuando se?al¨® eso de ¡°mi pulso no temblar¨¢ para barrer a los corruptos de nuestras filas¡±.
El domingo d¨ªa 27 de julio, en la clausura del Congreso Extraordinario del PSOE, se observaba clara la deriva de estos congresos hacia el modelo festivo norteamericano, aunque falten las fanfarrias y coristas de las convenciones de dem¨®cratas y republicanos. En todo caso, si esta liturgia congresual fuera a mantenerse habr¨ªa que volver a solemnizar las escaleras que, como explicaba ?scar Tusquets, habiendo sido el elemento m¨¢s representativo, donde el arquitecto daba el do de pecho, se han relegado a la funci¨®n instrumental de ayudar a la evacuaci¨®n en caso de incendio.
El domingo qued¨® claro que el nuevo secretario general ten¨ªa determinaci¨®n y voluntad de serlo y que en el PSOE hab¨ªa ganas de sacar a alguien a hombros por la puerta grande, como sucede en San Isidro cuando el p¨²blico quiere que haya un triunfador.
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