El euro, Alemania y Espa?a
Michael Pettis es un economista norteamericano. Nacido en Zaragoza, Pettis vivi¨® su infancia en M¨¢laga, y ha trabajado en varios bancos norteamericanos. Entre 1996 y 2001, ocup¨® en el banco de inversiones Bear Stearns el puesto de director-gerente de los mercados de capital de Am¨¦rica Latina. En 1998, cuando Argentina era cortejada como la darling (querida) de los mercados internacionales, Pettis escribi¨® un memor¨¢ndum dirigido al Departamento de Tesoro de Estados Unidos en el que apuntaba que hab¨ªa un 50% de posibilidades de que Argentina suspendiera pagos (default) en tres a?os y que ello ocurrir¨ªa, como m¨¢ximo, en cinco a?os. El Gobierno de Buenos Aires declar¨® el default en diciembre de 2001, tres a?os despu¨¦s de la previsi¨®n de Pettis. Ahora concentra su atenci¨®n en la evoluci¨®n de la deuda p¨²blica y deuda exterior de Espa?a, que se apr¨®xima y supera el 100% del Producto Interior Bruto, respectivamente.
Estos d¨ªas he solicitado autorizaci¨®n a Pettis para traducir su reciente art¨ªculo sobre la crisis el euro del ingl¨¦s al espa?ol, ocasi¨®n en la que hemos mantenido un intercambio de opiniones por correo electr¨®nico. ?l record¨® su experiencia latinoamericana y el memor¨¢ndum sobre Argentina que escribi¨® al Tesoro norteamericano en 1998.
"Mucha gente, incluyendo al ministro Domingo Cavallo, estaba furiosa por el hecho de que alguien pudiera decir una estupidez tan obvia, e incluso el responsable de investigaci¨®n de mi banco estaba en desacuerdo conmigo, que trabajaba entonces en el departamento de trading, aunque de modo m¨¢s cort¨¦s que Cavallo. Ninguno de ellos entend¨ªa la din¨¢mica de la deuda. Una vez que los niveles de deuda alcanzan cierto punto, cambia la manera en que los agentes econ¨®micos se comportan y se vuelve muy dif¨ªcil crecer superando la carga de la deuda. No veo c¨®mo Espa?a gestionar¨¢ la carga de su deuda, que es peor cada a?o que pasa. O bien el pa¨ªs reestructura su deuda con el perd¨®n de una parte de ella, o la carga fiscal sobre los trabajadores y las clases medias debe incrementarse sustancialmente. Es deshonesto pretender otra cosa".
Pettis es actualmente profesor de Finanzas en la Guanghua School of Management de la Universidad de Pek¨ªn y tanto su informaci¨®n como capacidad de an¨¢lisis le convierten en uno de los principales observadores de la evoluci¨®n econ¨®mica de China.
He aqu¨ª su art¨ªculo titulado "?Puede Pedro S¨¢nchez salvar al PSOE?", de fecha 18 de agosto de 2014. que bien podr¨ªa subtitularse El euro, Alemania y Espa?a.
Pedro S¨¢nchez Castej¨®n ha sido elegido nuevo secretario general del Partido Socialista Obrero Espa?ol (PSOE). El nuevo l¨ªder, sin una gran parte del equipaje de la vieja generaci¨®n de l¨ªderes, tiene que hacer frente a una opci¨®n importante. Si espera liderar a Espa?a y a su partido, debe reconocer que la crisis es, en esencia, un conflicto entre los intereses de los banqueros y los trabajadores europeos; y deber¨ªa redise?ar las pol¨ªticas del PSOE a favor de los trabajadores y las clases medias. Si no, va a mirar con nostalgia como la extrema derecha de Europa finalmente se adue?a del debate, ya sea directa o indirectamente.
En toda Europa, no menos que en Espa?a, las autoridades se han negado a reconocer las contradicciones fundamentales creadas por la creaci¨®n del euro. No es un accidente. En la d¨¦cada de 1920, se negaron a reconocer las contradicciones fundamentales creadas por el patr¨®n oro.
La flexibilidad en los tipos de cambio es uno de los mecanismos a trav¨¦s de los cuales una econom¨ªa se ajusta a la volatilidad en el crecimiento y a las variaciones en los precios relativos. Cuando un pa¨ªs cede el control de su moneda, empero, la volatilidad no desaparece. El ajuste que permite el tipo de cambio de la moneda debe ocurrir ahora por otro mecanismo.
Uno de ellos es el ajuste de los salarios. Bajo un patr¨®n oro estricto, los pa¨ªses con monedas sobrevaluadas normalmente se ajustaron mediante la ca¨ªda de sus salarios en relaci¨®n a la de sus socios comerciales, y, por supuesto, el impulso m¨¢s fuerte para provocar la ca¨ªda de esos salarios fue el desempleo causado por la expansi¨®n del sector de bienes de exportaci¨®n en detrimento de los bienes dom¨¦sticos. La volatilidad que podr¨ªa haber sido absorbida por la moneda, en otras palabras, se resolvi¨® principalmente a expensas de los trabajadores.
El economista norteamericano Barry Eichengreen ha argumentado en Golden Fetters (Grilletes de oro. El Patr¨®n Oro y la Gran Depresi¨®n 1919-19139) que el patr¨®n oro dur¨® tanto tiempo durante el siglo XIX probablemente debido a la conexi¨®n entre el tipo de cambio y el desempleo, que no fue plenamente comprendida y, a¨²n m¨¢s importante, que los trabajadores no estaban suficientemente organizados y emancipados para protegerse del ajuste que resolv¨ªa los desequilibrios de los tipos de cambio. Debido a que estas condiciones han cambiado, sobre todo en las democracias liberales, Eichengreen consideraba improbable en su libro publicado en 1996 que vi¨¦semos un retorno al patr¨®n oro.
Pero dentro de la zona del euro, el ajuste, al igual que en el patr¨®n oro, se debe hacer. Dentro de esta zona de Europa los ajustes de los tipos de cambio no son posibles, y como resultado Europa se ve obligada a realizar el cl¨¢sico ajuste del patr¨®n oro cuando los precios y los salarios est¨¢n mal alineados internamente.
Y as¨ª llegamos a que un pa¨ªs como Alemania ha devaluado efectivamente el euro durante la d¨¦cada posterior a su creaci¨®n con respecto a pa¨ªses como Espa?a, que soporta un euro sobrevaluado. En consecuencia, una mala alineaci¨®n de salarios y precios (en Espa?a) se debe resolver en primer lugar a trav¨¦s de ajustes de precios y salarios. Y esto implica, como es l¨®gico, que pa¨ªses como Espa?a se hayan visto obligados a sufrir altas tasas de desempleo hasta conseguir ajustar los salarios.
La forma "correcta" para resolver los desajustes internos ser¨ªa para Alemania una reactivaci¨®n de la demanda interna y la subida de los salarios nacionales, pero por una variedad de razones, que tienen que ver principalmente con la determinaci¨®n de Alemania de proteger a sus bancos respecto a decisiones sobre pr¨¦stamos realizados en la ¨²ltima d¨¦cada, esta alternativa es poco probable si no existe una gran presi¨®n de las naciones llamadas perif¨¦ricas. Con el fin de proteger a los bancos, que quieren una moneda fuerte, y para que todas las deudas sean totalmente reembolsadas o resulten subsidiadas con transferencias del sector de las familias, el mayor coste del ajuste debe recaer claramente sobre los trabajadores y una clase media ansiosa.
Dicho de otra manera, Europa sufre una demanda estructuralmente d¨¦bil en gran parte debido a la demanda estructuralmente d¨¦bil en su mayor econom¨ªa, Alemania. El resultado es que durante muchos a?os Alemania se ha basado en el exceso de demanda de los pa¨ªses perif¨¦ricos de Europa para equilibrar la oferta y la demanda. La crisis de 2008 puso fin a esta forma de equilibrio por lo que es imposible para los pa¨ªses perif¨¦ricos de Europa volver a un "consumo excesivo". En lugar de resolver el problema mediante el fomento de la demanda en Alemania, la f¨®rmula que est¨¢ aplicando Europa es reducir la demanda en el resto de la regi¨®n (la reducci¨®n de los salarios merma el consumo). Si Europa fuera una econom¨ªa peque?a, un aumento en la cuenta corriente {super¨¢vit exterior] podr¨ªa compensar esta creciente debilidad de la demanda interna, pero Europa es demasiado grande como para depender de la demanda externa. La alternativa elegida para "resolver" la d¨¦bil demanda interna, pues. ha sido confiar la tarea al desempleo.
Proteger el valor de la moneda y la deuda exterior es considerado generalmente como comportarse "de manera responsable", pero tiene un coste. La ¨¦lite pol¨ªtica, tanto de izquierda como de derecha, ha sido reacia a hacer expl¨ªcita la conexi¨®n entre las pol¨ªticas alemanas, el euro y el desempleo nacional, prefiriendo en lugar de ello culpar a pol¨ªticas laborales internas equivocadas, a pesar de que estas pol¨ªticas laborales sean muy anteriores a la crisis del euro. Esta confusi¨®n no s¨®lo afecta a Espa?a. Mario Draghi, por ejemplo, culpa a "la falta de reforma del mercado laboral y las regulaciones comerciales excesivas" del fracaso actual de Italia para crecer, como si ¨¦stos s¨®lo se convirtiesen en problemas despu¨¦s de 2008.
El ascenso de los marginales
No sorprende el hecho de que oscurecer la causa fundamental de la crisis haya dejado la pol¨ªtica europea m¨¢s vulnerable ante los partidos marginales y populistas. Pero mientras que la extrema izquierda hace poco m¨¢s que dar publicidad a la indignaci¨®n, la extrema derecha ha montado un ataque h¨¢bil y coherente contra la estructura monetaria de Europa y el establishment bancario. Sus ataques no siempre son racionales - culpar a la inmigraci¨®n extranjera, o a EE.UU, o China, de los problemas de Europa produce un nivel de confusi¨®n muy alto - pero se han posicionado con claridad.
He aqu¨ª, pues, la raz¨®n por la cual la extrema derecha va tan bien en toda Europa, y seguir¨¢ haci¨¦ndolo, e incluso es probable que con el tiempo, tambi¨¦n en Espa?a, a expensas de los grandes partidos. Ni el PSOE ni el PP reavivir¨¢n la econom¨ªa de Espa?a actuando "con responsabilidad", dada la intransigencia de las fuerzas subyacentes en la crisis econ¨®mica. Excepto en el caso muy poco probable de que Alemania invierta en¨¦rgicamente las pol¨ªticas de contenci¨®n salarial de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, Espa?a realmente s¨®lo tendr¨¢ dos opciones pol¨ªticas, ambas muy dif¨ªciles.
Madrid puede provocar confusi¨®n en el consenso de la ¨¦lite y moverse agresivamente hacia la reestructuraci¨®n de la deuda externa de Espa?a, mientras redefine su participaci¨®n en el euro, por ejemplo, abandonando la uni¨®n monetaria al tiempo que comprometi¨¦ndose de manera cre¨ªble (con apoyo de Alemania) a reintegrarse en una fecha determinada. En tal caso, Espa?a sufrir¨¢ un a?o de caos antes de que las reformas puestas en pr¨¢ctica, ir¨®nicamente, por Mariano Rajoy puedan generar el retorno a un crecimiento r¨¢pido.
Alternativamente, Espa?a puede seguir sufriendo muchos m¨¢s a?os de alto desempleo y, con ello, una carga creciente de la deuda. La reciente mejora an¨¦mica de la econom¨ªa espa?ola, anunciada a bombo y platillo, no ayudar¨¢ casi nada a resolver cualquiera de estos problemas, sobre todo con Alemania y Francia debilit¨¢ndose. El desempleo se mantendr¨¢ elevado durante muchos a?os y la combinaci¨®n de desempleo prolongado, la emigraci¨®n de muchos de los mejores y m¨¢s brillantes profesionales, la infraestructura deteriorada del pa¨ªs, y una erosi¨®n en el panorama pol¨ªtico consolidar¨¢n a Espa?a como una de las naciones enfermas de Europa durante d¨¦cadas.
Para evitar la irrelevancia del PSOE, Pedro S¨¢nchez deber¨ªa reconocer expl¨ªcitamente que los fracasos de las pol¨ªticas acumuladas en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, incluyendo la rigidez laboral y la corrupci¨®n fuera de control, aunque muy reales, no son la causa de la crisis. La alta tasa de desempleo de Espa?a, la deuda excesiva y el estancamiento del crecimiento son el resultado indirecto de las pol¨ªticas puestas en pr¨¢ctica por Alemania dirigidas a reducir la participaci¨®n de los salarios alemanes en el PIB y reducir la inversi¨®n nacional. Estas pol¨ªticas han creado en Espa?a los mismos problemas que afectaron simult¨¢neamente a Portugal, Francia y al resto de la Europa perif¨¦rica.
Desde el a?o 2001, con el consumo y la inversi¨®n decreciente en relaci¨®n con la producci¨®n de bienes y servicios de Alemania, la ¨²nica forma de que Alemania pudiese evitar un aumento del desempleo era conseguir un super¨¢vit creciente en su cuenta corriente. Las restricciones impuestas por el euro, que garantizaron las exportaciones masivas de capital alem¨¢n al resto de Europa, permitieron a Alemania obtener este super¨¢vit, mientras que sus vecinos europeos, sin control de su pol¨ªtica monetaria e incapaces de impedir que las importaciones de capital alem¨¢n provocaran la subida del precio de los activos y de los productos de consumo, se vieron obligados a sufrir fuertes d¨¦ficits exteriores.
Estos pa¨ªses ten¨ªan s¨®lo dos posibles respuestas a los desequilibrios alemanes. En primer lugar, los tipos de inter¨¦s bajos y las importaciones de capital creciente de Alemania desencadenaron un auge del consumo, no sostenible, y elevaron los costes internos en relaci¨®n con Alemania; esto es lo que pas¨® antes de 2008. En segundo lugar, la renovada competitividad obtenida por la industria alemana obligar¨ªa a los vecinos europeos de Alemania a absorber el desempleo que deber¨ªa haber afectado Alemania; esto es lo que hicieron despu¨¦s de 2008, una vez agotado el auge del consumo.
Su compromiso real con Europa hizo dif¨ªcil a los pol¨ªticos la tarea de reconocer que la crisis fue causada por muchas de las pol¨ªticas, incluyendo la creaci¨®n del euro, que parec¨ªan fundamentales para la unificaci¨®n europea, por lo que se culp¨® a las distorsiones internas, y sobre todo a los altos salarios, de la crisis. Una vez que el Banco Central Europeo (BCE) expres¨® su disposici¨®n [julio de 2012] a proporcionar liquidez ilimitada, y a pesar de la carga elevada y creciente de la deuda y el fuerte desempleo, Bruselas declar¨® que la crisis del euro, en gran medida, hab¨ªa quedado atr¨¢s.
La crisis no es por el precio de los bonos
Pero aunque los inversores puedan ser perdonados por pensar as¨ª, la crisis europea no es por el precio de los bonos [los precios de los bonos funcionan de manera inversa a los tipos de inter¨¦s de modo que cuando el tipo o yield sube, el precio baja, y viceversa].
El colapso de los precios de los bonos en 2008-09 reflejaba los temores muy reales a la insolvencia [default], y el hecho de que el BCE expresara su compromiso a dar liquidez ilimitada no ha resuelto en absoluto el riesgo de insolvencia. Lo que es m¨¢s, los precedentes hist¨®ricos sugieren que la determinaci¨®n del BCE s¨®lo durar¨¢ hasta que los bancos europeos, y especialmente los bancos alemanes, hayan sido recapitalizados suficientemente (a expensas de los hogares, por supuesto) como para reconocer que muchos pa¨ªses europeos nunca pagar¨¢n sus deudas. Una vez que tengan el capital para absorber los incumplimientos soberanos, el apetito de Alemania y de otros pa¨ªses para seguir financiando una deuda impagable se desvanecer¨¢.
Un reciente art¨ªculo de los economistas Barry Eichengreen y Ugo Panizza pone de relieve esta clara contradicci¨®n. Los autores muestran que pa¨ªses como Espa?a pueden pagar su deuda s¨®lo bajo supuestos inveros¨ªmiles sobre el tama?o de los super¨¢vit fiscales necesarios para hacerlo. Su conclusi¨®n: "Para que las deudas de los pa¨ªses de Europa con problemas sean sostenibles, en ausencia de reestructuraci¨®n, ayuda externa o un aumento inesperado de la inflaci¨®n, los Gobiernos tendr¨¢n que conseguir grandes super¨¢vit presupuestarios primarios [sin contar el pago de intereses de su deuda], en muchos casos superiores al 5% del PIB, durante per¨ªodos de hasta diez a?os. La historia sugiere que este tipo de comportamiento, aunque no del todo desconocido, es excepcional. Los pa¨ªses que han logrado esos grandes super¨¢vit por per¨ªodos tan prolongados se han enfrentado a circunstancias excepcionales. A fin de cuentas, este an¨¢lisis no nos hace optimistas respecto a que los pa¨ªses en crisis de Europa sean capaces de mantener super¨¢vit presupuestarios primarios tan grandes y persistentes seg¨²n lo proyectado oficialmente".
http://www.voxeu.org/article/can-large-primary-surpluses-solve-europe-s-debt-problem
En otras palabras, en alg¨²n momento, cualquiera de los los pa¨ªses perif¨¦ricos europeos tendr¨¢n que o bien exprimir a sus ciudadanos mucho m¨¢s de lo que parece posible en una democracia, o estos pa¨ªses tendr¨¢n que reestructurar su deuda con el perd¨®n de una parte significativa de ella.
La extrema derecha, y sobre todo el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, ha dise?ado un ataque frontal sobre la fuente real de la crisis del euro. Reconocen que las pol¨ªticas que obligaron a bajar los salarios alemanes han creado el colapso de la demanda, y que el euro fuerza al resto de la regi¨®n a competir con Alemania reduciendo los salarios nacionales, lo cual, parad¨®jicamente, reduce todav¨ªa m¨¢s la demanda general en Europa. Mediante el abandono de la Uni¨®n Europea y la recuperaci¨®n del control sobre la pol¨ªtica monetaria, Francia seguramente podr¨ªa lograr un descenso del paro, una fuerte mejora en su cuenta corriente, y el crecimiento m¨¢s r¨¢pido del PIB.
El establishment franc¨¦s insiste en que Le Pen no es una amenaza, porque si alguna vez se vuelve demasiada poderosa, la izquierda y el centro se unir¨ªan contra ella para impedir que el Frente Nacional gane cualquier elecci¨®n. Pero incluso si tuviesen raz¨®n, habr¨ªan perdido el debate. La ¨²nica manera de que los partidos de centro puedan evitar una victoria del Frente Nacional solo ser¨ªa posible mediante la adopci¨®n de la mayor parte de sus pol¨ªticas. Es lo que apunta un reciente art¨ªculo en Le Monde Diplomatique: "Sin embargo, la principal raz¨®n [para el fracaso anterior del FN en llegar el poder] puede haber sido la adopci¨®n por Sarkozy de pol¨ªticas de primera necesidad avanzadas por el FN: la promoci¨®n de una identidad francesa; preferencia de los nacionales en el trabajo; acceso a la protecci¨®n social y servicios p¨²blicos; hostilidad hacia la inmigraci¨®n de bajos ingresos; las leyes de delitos especiales para los inmigrantes nacidos en el extranjero. Los votantes simpatizantes del FN vieron a Sarkozy como un instrumento m¨¢s viable para su pol¨ªtica. Como Le Pen Jr. ha explicado, "lo ¨²nico que debilit¨® el Frente Nacional fue la estrategia de Sarkozy de presentarse como una especie de doble del FN". Sarkozy vio que "el pueblo franc¨¦s se estaba volviendo cada vez m¨¢s hacia la opci¨®n del Frente Nacional. Se las arregl¨® para aprovechar la fuerza de ese r¨ªo y desviarlo para su propia ventaja. Pero ahora, r¨ªe Marine Le Pen, el r¨ªo ha vuelto a su propio lecho".
La ¨¦lite pol¨ªtica de Europa se niega a reconocer lo que es bastante obvio. La uni¨®n monetaria, tal como funciona en la actualidad, fuerza a que los desequilibrios en un pa¨ªs afecten a los vecinos dentro de la uni¨®n, y no existe un mecanismo para la resoluci¨®n de los desequilibrios en el lugar de origen. Pa¨ªses como Francia y Espa?a no tienen manera de hacer frente a las pol¨ªticas en Alemania que forzaron al aumento de la tasa de ahorro nacional del pa¨ªs (reduciendo los salarios), al tiempo que disminuyeron la inversi¨®n nacional, excepto mediante la reducci¨®n de sus propios ahorros nacionales, ya sea bajo la forma de un boom de consumo insostenible [a?os 2000-2008] o un aumento en el desempleo [2008 en adelante].
Banqueros responsables vs. trabajadores hambrientos
En esta divisi¨®n entre la "responsable" ¨¦lite pol¨ªtica y la derecha anti-euro "irresponsable", Europa est¨¢ reproduciendo una de las batallas cl¨¢sicas de la historia entre banqueros y trabajadores. A lo largo de los siglos XIX y XX (y de hecho mucho antes), la deuda y las crisis monetarias han enfrentado a unos contra otros. A veces, los banqueros ganan, como lo hicieron durante la d¨¦cada perdida de Am¨¦rica Latina de la d¨¦cada de 1980, y los EE.UU a finales de 1970, y, otras veces, aunque nunca sin lucha, ganan los trabajadores, como lo hicieron en la d¨¦cada de 1930, tanto en los EE.UU bajo Roosevelt, o en Alemania (aparentemente) bajo Hitler [programa de obras p¨²blicas y fabricaci¨®n de armamentos].
Tanto si los banqueros tienen raz¨®n sobre los beneficios a largo plazo de mantener el curso o son los trabajadores quienes la tienen (y la historia deja claro que ninguna de las partes siempre tiene la raz¨®n), los responsable pol¨ªticos de Europa, por defender la moneda y la santidad de la deuda, respaldan a los banqueros. Con el fin de proteger la estructura monetaria actual han permitido que el desempleo de los trabajadores se eleve y la incertidumbre y el miedo se propague a trav¨¦s de la clase media.
Pero aunque en el largo plazo puedan estar en lo cierto para adoptar esa posici¨®n, los precedentes hist¨®ricos sugieren que los votos de los descontentos ir¨¢n a cualquier partido, hacia la izquierda o la derecha, que defienda m¨¢s vigorosamente la causa de los trabajadores contra los banqueros. Si los partidos de centro no lo hacen, como hizo Roosevelt en la d¨¦cada de 1930, los extremistas lo har¨¢n. Mientras los pol¨ªticos centristas europeos se nieguen a abordar la causa fundamental de la crisis europea, y la extrema izquierda gaste su energ¨ªa sobre el teatro y la rabia, la cuota de la extrema derecha de votos ir¨¢ aumentando.
Pedro S¨¢nchez, el nuevo l¨ªder del PSOE, tiene una opci¨®n. Puede mantener las pol¨ªticas de "responsabilidad", en cuyo caso ceder¨¢ el liderazgo de los trabajadores y la clase media que luchan a la derecha racista y xen¨®foba, con las terribles consecuencias a largo plazo que ello implicar¨ªa para Europa, incluyendo una muy baja probabilidad de que la Uni¨®n Europea pueda revivir. O puede ejercer el liderazgo en toda Europa, exigiendo un debate significativo sobre la deuda europea y sobre el euro. Esto exige, entre otras cosas, una discusi¨®n sobre la forma de introducir la flexibilidad cambiaria como una altenativa m¨¢s eficiente para ajustar los costes relativos en Europa, e implica el reconocimiento muy expl¨ªcito de que gran parte de la deuda europea s¨®lo se puede pagar bajo la forma de una transferencia masiva e inaceptable de riqueza de los trabajadores europeos a los bancos alemanes.
Contrariamente a los alarmistas que ven cualquier paso atr¨¢s como una amenaza existencial para Europa, este debate no significar¨ªa el fin del sue?o de una Europa unificada. Ser¨ªa simplemente admitir que Europa no cuenta a¨²n con las instituciones necesarias para garantizar la supervivencia de la uni¨®n monetaria, y que el capital, el trabajo, la banca y las diferencias fiscales actualmente existentes aseguran que la flexibilidad eliminada por la uni¨®n monetaria resurgir¨¢ por medios m¨¢s destructivos. Puede haber una Uni¨®n Europea exitosa, y muchos de los cambios que son necesarios para asegurar el ¨¦xito probablemente sean relativamente f¨¢ciles de aplicar, sobre todo si son parte de un paquete global que incluya la reestructuraci¨®n significativa de la deuda y el perd¨®n. Pero la estructura actual no lo permite.
Al socavar la fuerza irresistible de los que quieren destruir la Uni¨®n, un debate serio que reconozca el coste insoportable para los trabajadores europeos de la estructura actual en realidad podr¨ªa ser la mejor manera de salvar a Europa. Insistir en que la Europa actual es la ¨²nica Europa posible no tiene sentido, e incluso muchos de los partidarios m¨¢s fuertes de Europa pueden entender esto. Pero argumentar que la versi¨®n actual de Europa puede evolucionar gradualmente a pesar de los enormes costes que deben ser asumidos por los trabajadores, especialmente en pa¨ªses como Espa?a, sobreestima el atractivo popular de Europa y subestima el grado en que las ¨¦lites pol¨ªticas han exagerado sus compromisos particulares con su creaci¨®n.
Los viejos dirigentes del PSOE no lo han elegido para este papel, pero si Pedro S¨¢nchez toma la delantera, en Europa y en Espa?a, y abre el debate sobre el euro, si afirma que la estructura actual no funciona y define, con la ayuda que ofrecen los desequilibrios descritos, las vulnerabilidades a abordar en una Uni¨®n Europea reformada, el nuevo l¨ªder del partido puede detener el declive del PSOE y revertir el repugnante nacionalismo que se propaga por Europa. Espa?a y otros pa¨ªses que sufren elevadas tasas de desempleo deben unirse y presionar a Alemania para que resuelva su d¨¦bil demanda estructural interna, por un lado, y la deuda excesiva que padecen estos pa¨ªses, por el otro.
Sin embargo, si Pedro S¨¢nchez contin¨²a pretendiendo que la crisis se ha resuelto por la disposici¨®n del BCE a refinanciar la deuda de Espa?a, una disposici¨®n que el banco probablemente mantenga mientras los bancos alemanes no est¨¦n suficientemente capitalizados como para reconocer lo obvio [que la deuda es impagable], el nuevo l¨ªder socialista puede encontrarse a s¨ª mismo en una Espa?a y una Europa que gira todav¨ªa m¨¢s hacia la derecha nacionalista. En la batalla entre trabajadores y banqueros ser¨¢n los trabajadores quienes, en ¨²ltima instancia, decidan qui¨¦n habr¨¢ de fijar la pol¨ªtica.
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