Guatemala juzga la masacre en la Embajada de Espa?a en 1980
En el asalto murieron 37 personas, entre ellas el c¨®nsul y dos empleados de la legaci¨®n El proceso judicial se inicia contra el ¨²nico detenido, un exjefe de la polic¨ªa guatemalteca
Han tenido que pasar 34 a?os y ocho meses para sentar en el banquillo de los acusados al exjefe del comando seis de la Polic¨ªa, Pedro Garc¨ªa Arredondo, quien el 31 de enero de 1980 dirigi¨® el brutal asalto y quema de la Embajada de Espa?a en Guatemala, acci¨®n que se sald¨® con 37 personas calcinadas, entre ellos el primer secretario de la misi¨®n diplom¨¢tica, Jaime Ruiz del ?rbol.
¡°Soy inocente¡±, fueron las ¨²nicas palabras pronunciadas por Garc¨ªa Arredondo a su ingreso al Tribunal de Alto Impacto. Seg¨²n la Fiscal¨ªa, Garc¨ªa Arredondo es culpable de impedir el auxilio a las v¨ªctimas cuando las llamas empezaron a consumir la sede de la representaci¨®n diplom¨¢tica. Entre los rehenes murieron calcinados dos de los m¨¢s destacados juristas del foro guatemalteco de todos los tiempos: Adolfo Molina Orantes, exministro de Exteriores, y Eduardo C¨¢ceres Lehnhoff,??vicepresidente de 1970 a 1974. Entre los ocupantes an¨®nimos, Vicente Mench¨², padre de la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Mench¨².
Solo logr¨® salir vivo el embajador, M¨¢ximo Cajal y L¨®pez, porque un segundo sobreviviente, el campesino Gregorio Yuj¨¢ Xon¨¢, rescatado bajo una monta?a de cad¨¢veres de sus compa?eros de ocupaci¨®n, fue secuestrado por escuadrones de la muerte del hospital donde convalec¨ªa, torturado hasta la muerte y su cuerpo lanzado al campus de la universidad nacional de San Carlos de Guatemala.
Tras esa demostraci¨®n de fuerza y desprecio absoluto por la legalidad, M¨¢ximo Cajal fue llevado a la residencia del Embajador de Estados Unidos, cuya sede fue tiroteada por grupos represores absolutamente fuera de control.
Para la Fiscal¨ªa, la acci¨®n violenta fue una decisi¨®n del presidente Romeo Lucas, quien habr¨ªa ordenado de que nadie saliera vivo de la Embajada, y acus¨® directamente a Garc¨ªa Arredondo de cumplir fielmente el mandato recibido: ¡°impidi¨® la salida de los ocupantes, funcionarios y empleados de la sede diplom¨¢tica y otros ciudadanos guatemaltecos; hizo caso omiso a las peticiones del embajador Cajal y L¨®pez, quien en repetidas ocasiones pidi¨® que las fuerzas de seguridad no ingresaran a la sede diplom¨¢tica; impidi¨® y obstaculiz¨® cualquier comunicaci¨®n, mediaci¨®n y negociaci¨®n pac¨ªfica; vulner¨® flagrantemente la inmunidad diplom¨¢tica de la Embajada espa?ola al ordenar el ingreso de las fuerzas de polic¨ªa¡¡± ley¨® la fiscal en el inicio del juicio.
Desde aquel suceso se teji¨® una leyenda negra sobre la actuaci¨®n del embajador Cajal quien, semanas antes hab¨ªa visitado Quich¨¦, para alertar a una treintena de sacerdotes Misioneros del Sagrado Coraz¨®n, en su mayor¨ªa espa?oles, quienes atend¨ªan las necesidades espirituales de los habitantes de la zona. Uno de ellos, Faustino Villanueva, natural de Yesa (Navarra), cont¨® a este periodista que el diplom¨¢tico se reuni¨® con ellos para alertarlos del peligro que corr¨ªan ante el incremento de la represi¨®n. Villanueva fue asesinado por el Ej¨¦rcito en su despacho parroquial de Joyabaj, el 10 julio de 1980.
Los diarios del d¨ªa siguiente narraban el suceso como un asalto, violador de todos los convenios internacionales signados por Guatemala. A partir del 2 de febrero se hablaba ya de una ¡°conspiraci¨®n comunista¡±, orquestada por Cajal y L¨®pez, acusado abiertamente de marxista, la descalificaci¨®n m¨¢s fuerte en un pa¨ªs marcado por la Guerra Fr¨ªa.
Lo anterior complica, tres d¨¦cadas y media despu¨¦s, el esclarecimiento de esos hechos tr¨¢gicos. El tiempo transcurrido, lejos de facilitar un an¨¢lisis sereno de los hechos, ha servido para que las partes se atrincheren en sus posturas.
¡°Que no haya presiones, chantajes o intimidaciones a los testigos y familiares de las v¨ªctimas¡± Rigoberta Mench¨², querellante
Para la Fiscal¨ªa, todas estas acciones descritas ten¨ªan la intenci¨®n de dar muerte a todos los ocupantes de la Embajada, ¡°por considerarlos enemigos internos¡± y, por parte de Pedro Garc¨ªa, ¡°dar cabal cumplimiento a las ¨®rdenes recibidas¡±. El abogado Mois¨¦s Galindo, defensor de Garc¨ªa Arredondo, asegur¨® que su cliente es inocente y pidi¨® a la acusaci¨®n demostrar, fehacientemente, las acusaciones en su contra.
Este martes, Rigoberta Mench¨² dijo, en rueda de prensa, que conf¨ªa en la imparcialidad de los jueces. ¡°Tenemos la esperanza en que este juicio transcurra apegado a derecho. Queremos que la justicia impere¡±, coment¨®.
La premio Nobel pidi¨® respeto y garant¨ªas para las partes procesales. ¡°Que no haya presiones, chantajes o intimidaciones a los testigos y familiares de las v¨ªctimas¡±, pidi¨® Mench¨², quien tambi¨¦n advirti¨® que no aceptar¨¢ ning¨²n tipo de provocaciones. ¡°Tenemos que cerrar un cap¨ªtulo abierto hace 34 a?os. Si no cerramos las cicatrices conforme al derecho, nunca habr¨¢ reconciliaci¨®n en nuestro pa¨ªs, subray¨®.
Pedro Arredondo est¨¢ sujeto, desde este mi¨¦rcoles 1 de octubre, al Tribunal B de Mayor Riesgo, integrado por tres mujeres y presidido por la togada Janneth Valdez. El mismo tribunal que, a partir de 2015 tendr¨¢ a su cargo el juicio a Efra¨ªn R¨ªos Montt, despu¨¦s de que su condena a 60 a?os por genocidio fuera anulado por el Constitucional, en una decisi¨®n discutible por razones de competencia.
Durante el proceso legal, que se estima a priori que no durar¨¢ m¨¢s de una semana, se escuchar¨¢n testimonios brindados como prueba anticipadas, entre ellos el del extinto embajador Cajal y L¨®pez, el de su esposa, Beatriz De Laiglesia, ofrecidos meses atr¨¢s desde Madrid por v¨ªdeo conferencia.
Entre sus testigos se encuentra en el listado el ex ministro de Exteriores Rafael Castillo Valdez, quien, junto al ex ministro del Interior, Donaldo ?lvarez Ruiz, pr¨®fugo de la justicia desde marzo de 1982, son los ¨²nicos jerarcas del r¨¦gimen luquista que sobreviven. Los otros protagonistas de primera fila, los generales Romeo Lucas, presidente y quien abr¨ªa ordenado el asalto, y Germ¨¢n Chupina Barahona, ex director General de la Polic¨ªa, murieron impunes.
Un poco de historia
El 31 de enero de 1980, un grupo de campesinos originarios del departamento (provincia) de Quich¨¦, al norte del pa¨ªs, ocup¨® la Embajada de Espa?a, en b¨²squeda de resonancia internacional para sus denuncias de las atrocidades en su contra por parte de los militares, y que la prensa local callaba.
Era la ¨¦poca de la guerra fr¨ªa y, a lo interno, la polarizaci¨®n hac¨ªa que el Gobierno de Fernando Romeo Lucas Garc¨ªa (1978-1982) considerara como ¡°subversivo¡± cualquier asomo de oposici¨®n al Gobierno.
Eran, adem¨¢s, tiempos cuando los sandinistas hab¨ªan tomado el poder en Nicaragua y la guerrilla salvadore?a ten¨ªa, literalmente, en jaque al Ej¨¦rcito de su pa¨ªs. Los avances de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) eran importantes, al grado de que se hablaba de una inminente declaraci¨®n de un gobierno revolucionario en ¡°territorio liberado¡±, en el altiplano ind¨ªgena guatemalteco.
Ante ello, el alto mando militar dise?¨® una ofensiva militar sin precedentes, para eliminar de tajo un posible triunfo de la insurgencia. Para esa fecha, el operativo militar era ultimado en los despachos, y solo se pondr¨ªa en marcha meses despu¨¦s.
El hecho de que M¨¢ximo Cajal hubiera decidido que la Embajada de Espa?a era una misi¨®n de ¡°puertas abiertas¡± facilit¨® la ocupaci¨®n. Al solo conocerse la misma, el gobierno de Romeo Lucas, envi¨® a la polic¨ªa con la consigna de desalojar a los ocupantes a cualquier costo, desoyendo las s¨²plicas de Cajal de que se retirar¨¢n, para resolver la ocupaci¨®n por medio del di¨¢logo.
La brutalidad del hecho motiv¨® que el gobierno de Adolfo Su¨¢rez rompiera relaciones diplom¨¢ticas con Guatemala, las que solo fueron restablecidas a finales de 1985.
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