Del GAL a sopl¨®n del narco
El exinspector Dom¨ªnguez trabajaba como chivato para una red colombiana de traficantes
El exinspector Michel Dom¨ªnguez recibi¨® un WhatsApp el 19 de julio de 2012: "M¨ªrame esta matr¨ªcula¡±. Un narco le encarg¨® indagar si el coche que merodeaba por una vivienda del barrio madrile?o de Vallecas pertenec¨ªa a la polic¨ªa.
El juzgado 8 de Vilanova i la Geltr¨² (Barcelona) acumula decenas de pinchazos telef¨®nicos in¨¦ditos como este que apuntan a Dom¨ªnguez como un chivato a las ¨®rdenes de la presunta red dirigida por el colombiano Eduardo Orjuela Salazar, El Gordo. Los investigadores sostienen que el exagente condenado en 1991 a 108 a?os de prisi¨®n por seis asesinatos frustrados de los Grupos Antiterroristas de Liberaci¨®n (GAL), la guerra sucia que se cobr¨® la vida de 23 miembros de ETA, recurr¨ªa a sus antiguos contactos policiales para informar a los narcos. Era el sopl¨®n de un grupo con tent¨¢culos en Madrid, Barcelona y Valencia, seg¨²n el sumario al que ha tenido acceso EL PA?S.
Dom¨ªnguez, de 56 a?os, se encuentra en libertad provisional desde mayo tras pagar una fianza de 10.000 euros. Y se sentar¨¢ en el banquillo por tr¨¢fico de drogas en los pr¨®ximos meses. La polic¨ªa sospecha que su organizaci¨®n distribuy¨® en Espa?a 500 kilos de coca que se colaron por el puerto de Valencia en abril de 2012. La mercanc¨ªa sumar¨ªa en el mercado negro del menudeo 16 millones de euros. La banda operaba como una multinacional de la droga. Planeaba importar estupefacientes desde Rep¨²blica Dominicana y Venezuela para garantizar el abastecimiento en Espa?a.
El antiguo GAL trabajaba a las ¨®rdenes de Julio Andr¨¦s D¨ªaz, el presunto coordinador de dos laboratorios en Madrid donde se procesaba el polvo entre probetas y disolventes. Tambi¨¦n transportaba la mercanc¨ªa en un ciclomotor Peugeot y cobraba a los clientes. Jefe y empleado se comunicaban en clave. "Hay que ir a la habitaci¨®n de los 50", le ped¨ªa D¨ªaz para encomendarle a su subordinado una entrega de 50 gramos. ¡°Solo me faltan 200¡±, replicaba el exagente en alusi¨®n a la cantidad pendiente.
Un subalterno de confianza
Tras trabajar en una empresa de reformas, el inspector Michel Dom¨ªnguez (Chamb¨¦ry, Francia, 1957) sufri¨® el vac¨ªo de la c¨²pula policial de los 80, seg¨²n denunci¨® su compa?ero en la guerra sucia contra ETA, el subinspector Jos¨¦ Amedo. Su ¨²ltimo episodio vital le dibuja como un subalterno a las ¨®rdenes de una red colombiana de narcos.
Los pinchazos policiales recogidos en 28 tomos de sumario -cuatro est¨¢n bajo secreto- revelan la inferioridad del exagente ante sus superiores sudamericanos. As¨ª, cu¨¢ndo su jefe en el grupo, el treinta?ero Julio Andr¨¦s D¨ªaz, le ped¨ªa "un favor" (chequear si una matr¨ªcula pertenec¨ªa a la polic¨ªa), Dom¨ªnguez reacciona como un resorte. "El lunes sin falta lo tienes". Respuestas como estas permiten concluir a los investigadores qui¨¦n mandaba. "Se desprende la superioridad de Julio sobre Michel", apunta un informe de la Brigada de Estupefacientes.
Los m¨¢s de 5.000 folios de pesquisas no desvelan la identidad de los compinches uniformados de Dom¨ªnguez. No hay constancia de que el exinspector mantuviera demasiados contactos entre sus antiguos compa?eros. En ocasiones, la comprobaci¨®n de matr¨ªculas requer¨ªa dos o tres d¨ªas de espera cuando libraba el presunto topo en el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa (CNP).
Pese a no ocupar un puesto de mando en la c¨²pula de Eduardo Orjuela Salazar, El Gordo, Dom¨ªnguez manejaba con soltura el argot absurdo de la banda, dispon¨ªa de varios m¨®viles para comunicarse y ten¨ªa la confianza para cobrar y ajustar cuentas con los compradores del servicio de telecoca, que el mismo prestaba con una moto.
Dom¨ªnguez y su superior viv¨ªan obsesionados con la seguridad. El jefe acostumbraba a pedir a su empleado referencias de los veh¨ªculos estacionados cerca de su casa de la calle Villamayor de Santiago en Madrid. Tambi¨¦n sol¨ªa desconcertar a la polic¨ªa con abruptos cambios de itinerario. Ocurr¨ªa cuando sospechaba que un veh¨ªculo formaba parte del ¡°otro equipo¡± (polic¨ªa de inc¨®gnito). La relaci¨®n D¨ªaz-Dom¨ªnguez se remontar¨ªa a la ¨¦poca en la que ambos coincidieron como trabajadores de una empresa de reformas, seg¨²n el abogado del expolic¨ªa, Jorge Manrique.
El Gordo, como fact¨®tum, supervisaba las operaciones del grupo. El presunto capo manejaba desde su casa en Cubelles (Barcelona) 14 m¨®viles, siete veh¨ªculos -cuatro Mercedes y un Jaguar- y disfrutaba de un tren de vida imposible para un desempleado de 51 a?os. Un cruce de datos internacional alert¨® de que este cabecilla ya fue arrestado en 1993 en Heredia (Costa Rica) por tenencia de droga.
El modus operandi de la organizaci¨®n mutaba a diario. Su modelo de negocio combinaba la venta con la importaci¨®n. Y planeaba utilizar los puertos de Barcelona y Tarragona para desembarcar centenares de paquetes precintados. Para evitar sospechas, ideaban camuflar la droga en dos contenedores mensuales cargados con 20.000 litros de aceite de palma. Su destino: una f¨¢brica de patatas fritas y aperitivos en el pol¨ªgono de Og¨ªjares (Granada). La polic¨ªa vincula a esta empresa en el entramado del narcotr¨¢fico tras conocer que la red le abon¨® una deuda con la Seguridad Social de 70.000 euros.
El gancho ciego era otra t¨¦cnica elegida para introducir la droga en los puertos. Antes de pasar la revisi¨®n aduanera, los miembros de la red extra¨ªan una bolsa con la coca¨ªna del contenedor con mercanc¨ªa legal. Se sustitu¨ªa el precinto de seguridad en una de las zonas de sombra (sin c¨¢maras) y la carga pasaba desapercibida los controles. El cambalache requer¨ªa de dos a cuatro personas. La banda dispon¨ªa de una quincena de operarios -estibadores, vigilantes y camioneros- a sueldo en las terminales de Barcelona y Tarragona. Cobraban entre 20.000 y 50.000 euros, seg¨²n su responsabilidad. Los empleados deb¨ªan acreditar con documentos internos que eran capaces de moverse con soltura de noche por las instalaciones sin despertar sospechas. Yul, Max o Uru eran los nombres de guerra de los portuarios que completaban con sobresueldos il¨ªcitos sus n¨®minas legales de m¨¢s de 5.000 euros.
El grupo lleg¨® a comprar un GPS encriptado. Exploraba como alternativa al gancho ciego tirar la droga al mar en boyas para su posterior localizaci¨®n. Sus ¨²ltimos proyectos apuntaban a una mega operaci¨®n con un buque procedente de Venezuela con destino al puerto de Rotterdam. El negocio se bautiz¨® como Operaci¨®n piscina. Nunca se fragu¨®.
El esquema piramidal salt¨® por los aires en junio de 2013. Los agentes desmantelaron la organizaci¨®n cuando intentaba colar por el puerto de Tarragona 100 kilos de coca en dos contenedores refrigerados. ¡°Ma?ana seremos pap¨¢s¡±, confi¨® en clave la v¨ªspera del golpe policial que arrest¨® a 14 personas el presunto coordinador de esta misi¨®n Juan A., Camionero. Su hijo nacer¨¢ con su progenitor en prisi¨®n.
?investigacion@elpais.es
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