No una equivocaci¨®n, sino varias
Dadas las caracter¨ªsticas de esta enfermedad, sorprende que el control del personal sanitario que atendi¨® a los enfermos haya sido tan laxo
Aunque no se haya podido determinar con exactitud d¨®nde se produjo el fallo, es evidente que los protocolos aplicados en la atenci¨®n de los dos enfermos de ¨¦bola repatriados en agosto y septiembre pasado no han funcionado correctamente. Una auditor¨ªa cl¨ªnica debe determinar lo m¨¢s pronto posible d¨®nde se ha producido el error que ha permitido el contagio de una auxiliar de enfermer¨ªa para evitar que se repita. Pero lo que s¨ª sabemos ya es que ese no ha sido, en todo caso, el ¨²nico fallo. Y probablemente ni siquiera el m¨¢s grave. En toda actividad humana, y mucho m¨¢s en la atenci¨®n sanitaria de alto riesgo como es el cuidado de este tipo de pacientes, por estrictos que sean los protocolos, el error humano y el contagio accidental no son nunca del todo descartables. Pero lo que resulta incomprensible es el periplo que ha seguido la auxiliar infectada, porque revela que el seguimiento ha sido, cuando menos, muy deficiente.
Dadas las caracter¨ªsticas de esta enfermedad, sorprende que el control del personal sanitario que atendi¨® a los enfermos haya sido tan laxo: la toma de temperatura dos veces al d¨ªa, dejando a su criterio la evaluaci¨®n del estado. Los protocolos parten del criterio de que el virus no es contagioso hasta que no aparecen los s¨ªntomas de la enfermedad, es decir, fiebre alta, cefalea, v¨®mitos, etc¨¦tera. Pero si se tiene en cuenta que el periodo de incubaci¨®n va entre 2 y 21 d¨ªas, nadie puede asegurar en realidad en qu¨¦ momento se puede iniciar la fase infectiva. Y lo que resulta absolutamente incomprensible es que cuando cuatro d¨ªas despu¨¦s de haber estado por ¨²ltima vez en la habitaci¨®n del enfermo, la auxiliar llam¨® al Servicio de Prevenci¨®n de Riesgos del Carlos III refiriendo algunos s¨ªntomas, no se tomara la decisi¨®n de ingresarla y aislarla. Es decir, que tenemos los protocolos, los medios y los profesionales, y a la hora de la verdad, no se aplican correctamente. Los seis d¨ªas que transcurrieron desde el 30 de septiembre y el 6 de octubre, fecha en la que ya acudi¨® a urgencias con todos los s¨ªntomas, han dado al virus una ventana de oportunidad para crear un posible foco que hubiera podido evitarse.
La crisis es fenomenal y su gesti¨®n requiere, adem¨¢s de la m¨¢xima capacidad t¨¦cnica y cient¨ªfica, de una direcci¨®n pol¨ªtica s¨®lida, de la que lamentablemente carecemos. La ministra Ana Mato es seguramente la titular menos competente que ha tenido la cartera de Sanidad. Su comparecencia en rueda de prensa no solo no sirvi¨® para tranquilizar, sino que fue un factor de alarma adicional. No es la primera vez que puede observarse el escaso dominio que tiene la ministra de la materia de la que ha sido nombrada m¨¢xima autoridad pol¨ªtica. Y si en todas resulta grave, en un asunto como el ¨¦bola, que puede desencadenar una crisis sin precedentes y de proyecci¨®n internacional, mucho m¨¢s. La gesti¨®n de esta crisis exige una autoridad indiscutible y solvente que genere confianza. Y eso no se improvisa. El riesgo, ahora, se llama Ana Mato.
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