El desterrado que aspir¨® al trono
Rato lo fue todo en AP y el PP, pero Aznar y Rajoy acabaron con sus aspiraciones
Rodrigo Rato siempre estaba all¨ª cuando pasaban las cosas importantes. Desde 1982, cuando fue elegido diputado por primera vez, casi nada suced¨ªa en Alianza Popular sin que tuviera algo que decir el hijo de Ram¨®n de Rato Rodr¨ªguez San Pedro y Aurora Figaredo Sela, dos grandes familias de empresarios asturianos.
Tanto que este hombre, nacido en Madrid en marzo de 1949, fue uno de los cuatro protagonistas de la reuni¨®n en el chal¨¦ de Manuel Fraga en Perbes (A Coru?a), en agosto de 1989, en la que convencieron a don Manuel para que apostara por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y no por Isabel Tocino para ser cabeza de lista de AP.
Cuando Mariano Rajoy a¨²n estaba en la segunda fila del aparato, organizando actos y campa?as del PP y pasando muchas horas en la sede nacional de G¨¦nova 13, ¡°don Rodrigo¡± ya era la gran figura ascendente de la derecha y portavoz parlamentario del PP con Aznar. Y ya aspiraba a todo.
En 1996, al llegar al Gobierno, Aznar lo nombr¨® vicepresidente econ¨®mico cuando Rajoy a¨²n era solo un ministro m¨¢s. Rato acumul¨® un poder enorme especialmente en el mundo del poder econ¨®mico y financiero, en el que siempre se movi¨® muy c¨®modo por sus ra¨ªces y su educaci¨®n entre la ¨¦lite madrile?a, rematada en EE UU con un a?o en la universidad de Berkeley.
Rato y Aznar culminaron las privatizaciones iniciadas por el PSOE de las grandes compa?¨ªas p¨²blicas de energ¨ªa, transportes, finanzas o tabaco: Telef¨®nica, Iberia, Endesa, Argentaria, Tabacalera... Y al frente colocaron a personas de su absoluta confianza, incluso compa?eros de pupitre.
Esas decisiones de entonces marcar¨ªan el futuro de la historia empresarial espa?ola, a¨²n dominada por algunos colosos privatizados en esa ¨¦poca y personajes que empezaron all¨ª su ascenso, y dar¨ªan a Rato un enorme poder y muchas deudas pendientes.
Dentro del Gobierno, Rato y los ratistas, que eran legi¨®n, iban fabricando una especie de poder paralelo, enfrentado en muchas ocasiones al entorno m¨¢s cercano de Aznar. Pero su relaci¨®n segu¨ªa intacta. Era uno de los pocos que se permit¨ªa llamarle ¡°Jos¨¦ Mar¨ªa¡± y no ¡°presidente¡±. Rajoy nunca ha llegado a eso, ni siquiera ahora, cuando ¨¦l mismo es presidente y Aznar solo ex.
Poco a poco, con la ayuda de muchos fieles en el Gobierno y el PP y otros en el mundo empresarial, el entonces vicepresidente econ¨®mico ya iba construyendo su gran apuesta: el ascenso a la presidencia del Gobierno. Pero para eso ten¨ªa que contar con la voluntad de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Aznar asegura en sus memorias que le propuso dos veces a Rato que fuera su sucesor, y ¨¦l lo rechaz¨®
El expresidente asegura en sus memorias que le propuso dos veces a Rato que fuera su sucesor, y ¨¦l lo rechaz¨®. Rato nunca lo ha desmentido. Pero en 2003, Rato le avis¨® de que s¨ª quer¨ªa ese puesto. ¡°T¨² me has dicho dos veces que no¡±, le dijo Aznar, seg¨²n su versi¨®n. ¡°Pero ahora te digo que s¨ª¡±. El presidente call¨®. Pero cuando tuvo que tomar la decisi¨®n definitiva, no opt¨® por el que era el gran aspirante, sino por Rajoy. La relaci¨®n, ya por entonces muy tensa despu¨¦s de discusiones intensas por el apoyo de Espa?a a la guerra de Irak, se rompi¨®.
Rato siempre busc¨® el poder. Rajoy era la ant¨ªtesis. Le lleg¨® sin pedirlo. Y nunca se entendieron. As¨ª que Rato, despechado, empez¨® a buscar una salida. A¨²n ser¨ªa el n¨²mero dos en la candidatura de 2004, pero solo tres meses despu¨¦s, tras la derrota, se iba camino del FMI con el apoyo del socialista Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Era la gran apuesta, el mayor cargo que ocupaba un espa?ol desde que Javier Solana fue secretario general de la OTAN.
Rato nunca dej¨® de hacer pol¨ªtica, de viajar a Madrid, de influir en los c¨ªrculos de ratistas dispuestos a que en cualquier momento se decidiera a volver y arrebatar el puesto a Rajoy, que no lograba consolidarse. Por eso lo que para la mayor¨ªa, incluido el Gobierno espa?ol, fue un enorme chasco, esto es que Rato dimitiera como director del FMI tras solo tres de los cinco a?os de mandato, en 2007, para los ratistas fue un momento de euforia.
El anuncio caus¨® un enorme impacto en el PP. Rato solo sabe y quiere hacer pol¨ªtica, dec¨ªan los suyos. Viene a ver si Rajoy cae en 2008 tras la segunda derrota, aseguraban otros. Pero ¨¦l insisti¨® a todos: no es eso, lo dejo por motivos personales, estoy cansado de Washington. Ven¨ªa a dedicarse al mundo de la empresa. A ganar dinero. Y enseguida acumul¨® diversos cargos, aunque todo empez¨® con el banco Lazard.
Los marianistas, al ver que Rato no ven¨ªa a disputarle el puesto a Rajoy, se relajaron poco a poco
Los marianistas, al ver que Rato no ven¨ªa a disputarle el puesto a Rajoy, se relajaron poco a poco, aunque siempre hubo muchas desconfianzas mutuas. El nombre de Rato, con la comparaci¨®n entre las capacidades pol¨ªticas de ambos, siempre ha causado grandes recelos y discusiones.
Pero Rajoy estaba muy tranquilo, dec¨ªan los suyos. Eran otros sus enemigos. Rato dio la batalla en 2003, perdi¨® y no la iba a volver a dar, explicaban. No eran amigos, nunca lo fueron. Rajoy no le llamaba nunca. Pero hab¨ªa un cierto respeto. El presidente se concentraba en luchar contra Esperanza Aguirre, Jaime Mayor y otros, sobre todo en la prensa conservadora, que s¨ª se lo hicieron pasar mal en 2008.
De esa guerra surgi¨® la gran oportunidad de Rato. En 2009, Aguirre quer¨ªa colocar en Caja Madrid a Ignacio Gonz¨¢lez, su mano derecha. Rajoy le hab¨ªa dicho a Gonz¨¢lez que le iba a apoyar en esa aventura. Pero Rato lanz¨® el mensaje de que le gustar¨ªa ese puesto, y Rajoy, con el apoyo de Alberto Ruiz-Gallard¨®n, aprovech¨® el momento para ganarle una batalla clave a Aguirre. Vet¨® a Gonz¨¢lez, impuso a Rato y este se hizo con todo el poder en Caja Madrid y luego en Bankia. Volv¨ªa a ser un referente en el PP, alguien con quien hab¨ªa que contar para las grandes decisiones.
Rato hizo lo que sab¨ªa hacer: pol¨ªtica. Acud¨ªa a seguir las noches electorales con Rajoy, y actuaba como un pol¨ªtico m¨¢s. Convenci¨® a sindicatos, PSOE e IU y logr¨® apaciguar la caja, usando tambi¨¦n las tarjetas opacas y los enormes sueldos, como antes hab¨ªa hecho Blesa. El suyo lo fij¨® en 2,4 millones de euros.
Bankia era el gran quebradero de cabeza del Gobierno de Zapatero y sobre todo de Rajoy despu¨¦s
Pero la gesti¨®n no funcionaba. Bankia era el gran quebradero de cabeza del Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y sobre todo de Rajoy despu¨¦s. Luis de Guindos, que fue colaborar de Rato, presionaba al presidente para que interviniera Bankia. Los fondos internacionales, los grandes inversores, las autoridades europeas, solo preguntaban al Gobierno de Rajoy una cosa: ?qu¨¦ va a hacer con Bankia?
Hasta que al final, en abril de 2012, Rajoy decidi¨® acabar definitivamente con la carrera de Rato: nacionaliz¨® la caja y lo apart¨®. ?l se ha resistido desde entonces a desaparecer del todo, y ha logrado que le fichen en empresas como Telef¨®nica, que se privatizaron bajo su mandato, pero sab¨ªa que su carrera estaba acabada. Hasta que lleg¨® el esc¨¢ndalo de las tarjetas opacas, que le ha obligado a dejar incluso el PP, en el que lo fue todo. El hombre que pudo reinar acab¨® desterrado.
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