La hora de la regeneraci¨®n
Los grandes partidos empiezan a discutir medidas ¨¦ticas y de transparencia
Son capaces los partidos de regenerarse a s¨ª mismos y al sistema sin que medie una cat¨¢strofe electoral? La pregunta lleva a?os enunciada, sobrevolando la escena pol¨ªtica espa?ola, pero es ahora, en momentos de convulsi¨®n y catarsis, cuando est¨¢ siendo puesta a prueba. Desde que han tocado a rebato, particularmente tras los pasados comicios europeos, las grandes formaciones anuncian medidas de regeneraci¨®n democr¨¢tica que puedan actuar de cortafuegos ante la oleada de indignaci¨®n y desafecci¨®n levantada en la sociedad. ?Se quedar¨¢n en la cosm¨¦tica de las apariencias y el lavado de cara o llegar¨¢n al fondo de la cuesti¨®n?
¡°Saben que tienen que hacer algo. El impacto de la crisis ha hecho que la gente caiga en la cuenta de que ¡®el rey (las instituciones) est¨¢ desnudo¡¯ y perciba que por impotencia, insolvencia o puro clientelismo los que regentan las instituciones van a lo suyo, se conchaban entre ellos, incumplen las leyes, burlan los controles y nos enga?an¡±. Lo dice el exdiputado socialista y catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de C¨¢diz Ram¨®n Vargas Machuca y lo suscribir¨ªa de corrido buena parte de la opini¨®n p¨²blica. La oferta regeneradora tropieza con la dificultad primera de la falta de credibilidad y el obst¨¢culo mayor de que el objetivo requiere que los mismos partidos promotores se recorten sus propias alas y tent¨¢culos.
Estamos pagando los errores de la Transici¨®n que fio el sistema?a la autorregulaci¨®n?
de los partidos
Los espa?oles estar¨ªamos pagando ahora el error en el que incurrieron nuestros legisladores durante la Transici¨®n cuando fiaron el funcionamiento del sistema a la capacidad de autorregulaci¨®n de las formaciones pol¨ªticas. En su libro p¨®stumo Corrupci¨®n y pol¨ªtica, el periodista Javier Pradera nos advierte de que estamos pagando tambi¨¦n el error de no habernos dado cuenta en su d¨ªa de que aquello que en las d¨¦cadas de los ochenta y noventa parec¨ªan ¡°las andanzas de una serie de pillos¡± era, en realidad, un rasgo casi sist¨¦mico.
¡°En el marco institucional de la democracia espa?ola prima la b¨²squeda de la gobernabilidad sobre la garant¨ªa de representatividad, aunque, en la pr¨¢ctica, eso no garantiza que los Gobiernos sean eficaces¡±, se afirma en el estudio sobre la integridad pol¨ªtica institucional en Espa?a, llevada a cabo en 2012 por Transparencia Internacional a cargo del proyecto ENIS, financiado por la Comisi¨®n Europea. Seg¨²n ese informe, en el que participaron miembros de la judicatura, la universidad, la pol¨ªtica y las fuerzas de seguridad, el sistema pol¨ªtico espa?ol estar¨ªa caracterizado por el presidencialismo, los gobiernos monocolor, el bipartidismo imperfecto, la primac¨ªa del Ejecutivo sobre el Legislativo y la capacidad de los l¨ªderes de decidir los componentes del Tribunal de Cuentas, el Tribunal Constitucional, los Ombudsman, el Banco Central, la Junta de Energ¨ªa Nuclear, los Organismos Reguladores y la Fiscal¨ªa General del Estado, entre otros, adem¨¢s de influir en el nombramiento de la c¨²pula del Poder Judicial.
¡°Los partidos han ido colonizando poco a poco las instituciones y eso ha anulado la indispensable rendici¨®n de cuentas a la sociedad. A la falta de controles efectivos, se ha sumado la brutal opacidad de nuestro modelo que les permite no dar explicaciones y actuar con impunidad¡±, sostiene Manuel Villoria, catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad Juan Carlos I de Madrid e investigador principal del estudio.
¡°Sacad vuestras manos de los ¨®rganos reguladores, dejad respirar a la democracia¡±, ese viene a ser el mensaje. El informe confirma la tendencia espa?ola a la partitocracia, una deformaci¨®n del sistema democr¨¢tico en el que las oligarqu¨ªas dirigentes se erigen en actores ¨²nicos de la soberan¨ªa nacional y tienden al control efectivo de todas las instituciones del Estado. La alternancia regular en el poder, la escasa predisposici¨®n a los pactos de Estado ¡ªcompatible, por lo visto, con el reparto al¨ªcuota en el control de los organismos p¨²blicos¡ª y la beligerancia dial¨¦ctica permanente entre las respectivas siglas ser¨ªan algunas de sus caracter¨ªsticas. ?Espa?a est¨¢ a tiempo de soslayar el peligro de la partidocracia?
¡°Tenemos dos salidas falsas y una acertada¡±, indica Ram¨®n Vargas Machuca. ¡°La m¨¢s comprensible y recurrente en estos casos es la antisistema. Aciertan al subrayar las met¨¢foras m¨¢s hirientes de lo que est¨¢ ocurriendo, pero proponen una respuesta imposible y nada nueva. La segunda salida falsa es la populista. Algunos de los culpables del despilfarro, la corrupci¨®n y el desmantelamiento de los servicios p¨²blicos se envuelven en su particular ense?a nacional y culpan a otros para huir de la quema¡±, se?ala el catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Pol¨ªtica.
A la falta de controles efectivos se ha sumado la brutal opacidad de un modelo que permite actuar con impunidad
En su opini¨®n, la ¨²nica v¨ªa posible es la aplicaci¨®n de controles institucionales que impidan la impunidad, la arbitrariedad, las corruptelas, los enga?os y la inseguridad jur¨ªdica. ¡°Empezar¨¦ a creer en su oferta de regeneraci¨®n cuando se garantice por ley el funcionamiento democr¨¢tico de los partidos y la transparencia de su financiaci¨®n, cuando me hagan creer que el Tribunal de Cuentas sirve para fiscalizar y no tanto para proporcionar canonj¨ªas a los cesantes de los partidos y un puesto a los parientes¡±, subraya Vargas Machuca.
Tras evaluar la ley de transparencia y las medidas dirigidas a reducir el n¨²mero de aforados, prohibir que los bancos les condonen deudas, apartar a los pol¨ªticos convocados a juicio oral, restringir las donaciones de las empresas y crear el estatuto del alto cargo, que el Gobierno plantea actualmente en busca de consenso parlamentario, Manuel Villoria ha llegado a la conclusi¨®n de que la oferta regeneradora se est¨¢ quedando a medio camino. ¡°Hay avances en el proyecto de ley de financiaci¨®n, porque se establecen sanciones y se incluye la responsabilidad de los partidos en el C¨®digo Penal, pero no se resuelve la independencia del Tribunal de Cuentas, ni se modifica la elecci¨®n del Tribunal Constitucional. En el PP, se oponen a las elecciones primarias internas. Su idea es gobernar el partido con mano de hierro¡±, se?ala.
?Qu¨¦ medidas consideran imprescindibles? Adem¨¢s de un gran pacto nacional de lucha contra la corrupci¨®n que implique al Gobierno, partidos, ONG, sindicatos, asociaciones empresariales y medios de comunicaci¨®n, el estudio pone el acento en la necesidad de modificar la normativa de financiaci¨®n de los partidos, de forma que queden obligados legalmente a hacer p¨²blicas sus cuentas de manera detallada y sometidos a la supervisi¨®n de un organismo independiente.
La experiencia muestra que, lejos de ser intolerantes con las corruptelas dom¨¦sticas, los partidos han tendido a respaldar a los suyos cuando han sido pillados en falta. En el pa¨ªs de los G¨¹rtel, B¨¢rcenas, Filesa, Naseiro, Pallerols, Palma Arena, N¨®os, Palau de la M¨²sica, Pujol, Malaya, ERE fraudulentos¡ no ha habido sanciones por incumplimiento de la normativa de financiaci¨®n. Y es que el Tribunal de Cuentas, supremo ¨®rgano fiscalizador de las cuentas del Estado, se ha revelado ineficaz. ¡°Los dos grandes partidos no pod¨ªan permitir que un ¨®rgano de esta importancia quedara fuera de su control. La lucha contra la corrupci¨®n en Espa?a se juega esencialmente en el ¨¢mbito de los dos grandes partidos nacionales y de los tres grandes regionales: CIU, PNV y CC¡±, se apunta en el informe. De ah¨ª, quiz¨¢s, que subrayen la necesidad de impulsar la democracia interna en los partidos. ¡°Deben comprometerse p¨²blicamente a no incluir en sus listas a personas procesadas por corrupci¨®n y aplicar elecciones primarias¡±, indican. Dentro de la bater¨ªa de medidas que recomiendan, hasta 44, la despolitizaci¨®n de los ¨®rganos superiores del poder judicial ocupa un lugar central. ¡°La politizaci¨®n en los nombramientos del Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, el Defensor del Pueblo y el Tribunal de Cuentas es un grave problema para la integridad del sistema y para la legitimidad de los propios ¨®rganos¡±, se?alan, aunque a rengl¨®n seguido admiten que la soluci¨®n no es f¨¢cil. Evitar la reelecci¨®n de los integrantes de estas instituciones y hacer que los miembros del Consejo General del Poder Judicial sean nombrados por sorteo entre magistrados cualificados y abogados y juristas de reconocido prestigio y sometidos, posteriormente, a una entrevista p¨²blica selectiva en el Congreso y el Senado es una de las f¨®rmulas que plantean.
Otra medida aboga tambi¨¦n porque la Fiscal¨ªa refuerce su independencia y proteja, muy particularmente, la de aquellos elementos policiales destinados a la lucha contra la corrupci¨®n para que no puedan ser cesados de forma injustificada.
La creaci¨®n de una direcci¨®n p¨²blica profesional que reduzca significativamente la posibilidad de nombramientos y ceses discrecionales en la Administraci¨®n P¨²blica es otra cuesti¨®n capital. ¡°Hay que garantizar la calidad de los nombramientos. Es imprescindible eliminar la libre designaci¨®n como instrumento de nombramiento y cese en la Administraci¨®n P¨²blica¡±. Los partidos necesitan ahora recolocar a multitud de militantes liberados que dependen profesionalmente del triunfo de sus siglas. A diferencia de otros pa¨ªses europeos, donde la alternancia conlleva cambios m¨ªnimos en la alta direcci¨®n, en Espa?a el cambio de gobierno ya sea municipal, provincial, auton¨®mico o central acarrea el desembarco de militantes o simpatizantes del partido ganador. Una inspecci¨®n somera muestra, adem¨¢s, que tanto en el Tribunal de Cuentas como en empresas p¨²blicas y semip¨²blicas abundan los directivos vinculados familiarmente con dirigentes pol¨ªticos. Eso, pese a que est¨¢ demostrado que las Administraciones m¨¢s proclives a las pr¨¢cticas corruptas son aquellas que tienen un mayor n¨²mero de empleados deudores de un nombramiento pol¨ªtico. La fidelidad prima ah¨ª sobre la excelencia profesional.
¡°Tenemos un modelo diferente del anglosaj¨®n en el que la direcci¨®n de la Administraci¨®n est¨¢ profesionalizada y no dependiente de las ¨®rdenes directas del pol¨ªtico. Aqu¨ª, el ministro, adem¨¢s de definir la pol¨ªtica del ministerio, que ser¨ªa lo suyo, ejerce como jefe de la Administraci¨®n, lo que facilita que los asuntos administrativos tiendan a politizarse y los problemas internos a encubrirse¡±, indica Jos¨¦ V¨ªctor Sevilla, ex secretario de Estado de Hacienda y ex secretario general del Instituto de Estudios Fiscales. Considerado uno de los m¨¢ximos expertos en financiaci¨®n p¨²blica, V¨ªctor Sevilla destaca como segundo elemento distintivo de nuestro modelo la potestad de nombramiento discrecional en los altos cargos de la Administraci¨®n. Esa facultad se ejerce sin m¨¢s cortapisa que la necesidad de que los cargos inferiores a subsecretario tengan la condici¨®n de funcionarios. ¡°Conlleva el problema de que la direcci¨®n pol¨ªtica acostumbra a manejar perspectivas y plazos diferentes de los de la propia Administraci¨®n y, a veces, relega al ostracismo a buenos funcionarios no afines. Mientras los pol¨ªticos operan con una perspectiva de cuatro a?os, la que media entre elecci¨®n y elecci¨®n, la Administraci¨®n trabaja o deber¨ªa trabajar m¨¢s a medio plazo puesto que la continuidad es clave en su tarea¡±, afirma Jos¨¦ V¨ªctor Sevilla.
Establecido que un partido democr¨¢tico no puede contemporizar con la corrupci¨®n ni tratar de confundirse con el Estado sin traicionarse a s¨ª mismo, la disyuntiva de las grandes formaciones es reformarse antes de que el descr¨¦dito mine sus cimientos y queden desbordados por el populismo y el antisistema.
¡°Tienen que ceder parte del poder a la sociedad, abrir puertas y ventanas, atajar la corrupci¨®n¡±, resume Jes¨²s Lizcano, presidente de Transparencia Internacional Espa?a. Seg¨²n Ram¨®n Vargas Machuca, el precio a pagar hoy por los partidos es ¡°el desapoderamiento, su sujeci¨®n a los controles jur¨ªdicos y democr¨¢ticos¡±. Dice que tendr¨ªan que hacer como Ulises, amarrarse al m¨¢stil de la regeneraci¨®n democr¨¢tica para evitar que los cantos de sirena de la corrupci¨®n y el ansia de poder les lleven a conducir el barco de la democracia contra las rocas.
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