El sustituto de Rouco pide hacer de la Iglesia una ¡°casa de armon¨ªa¡±
Osoro, el elegido por Francisco, toma posesi¨®n en la archidi¨®cesis de Madrid
Este mediod¨ªa lleg¨® a Madrid el prelado elegido por el papa Francisco para sembrar en Espa?a la primavera eclesi¨¢stica que parece proponer el pont¨ªfice argentino. Carlos Osoro Sierra ya es arzobispo de la archidi¨®cesis que marca el rumbo del catolicismo romano en este pa¨ªs. Sustituye al cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco, que se va tras 20 a?os y tres d¨ªas en el cargo y de un mandato de grandes luces, pero tambi¨¦n de muchas sombras. Como si la meteorolog¨ªa quisiera unirse a la fiesta con una met¨¢fora, la larga ceremonia de entronizaci¨®n fue primaveral, festiva y soleada, con varios miles de alegres fieles dentro y fuera de la catedral de la Almudena saludando con regocijo e interminables aplausos a su nuevo pastor, que no paraba de dar besos y abrazos. Hace veinte a?o, el cardenal Rouco entr¨® en el templo apresuradamente mientras ca¨ªa una tromba de agua oto?al.
¡°Gracias, queridos hermanos; Madrid acogi¨® a mi familia, aqu¨ª se conocieron mis padres, hoy me acog¨¦is a m¨ª como padre, hermano y pastor. Sigamos haciendo de Madrid un lugar de encuentro, de acogida, de promoci¨®n de todo ser humano¡±, dijo el nuevo prelado nada m¨¢s comenzar su primera homil¨ªa.
Osoro tiene 69 a?os y fue vocaci¨®n tard¨ªa. Antes de meterse a cura tuvo novia, estudi¨® Magisterio y se gan¨® la vida como civil. Es, por tanto, un prelado experimentado, tambi¨¦n en varios cargos eclesi¨¢sticos, entre otros el de cura en una iglesia con fama de revoltosa en Torrelavega, rector del seminario de Santander, obispo de Orense y arzobispo de Oviedo y de Valencia. Llega a Madrid en una edad tard¨ªa, en comparaci¨®n con la de su predecesor Rouco, que lo hizo con 58 a?os. A cambio, es un jerarca probado, del que se esperan pocas sorpresas. Parece que Francisco le ha escogido por eso. Cuando se vieron en Roma el invierno pasado, el Papa le salud¨® con especial cari?o y lo llam¨® ¡°el peregrino¡±. Lo ha sido, si se le compara con prelados que muchas veces empiezan y terminan su carrera en la misma di¨®cesis.
Hijo de pasiegos que emigraron a Madrid desde la Cantabria rural, para volver muy pronto a su lugar de origen, la comarca pasiega de Casta?eda, Osoro es de trato f¨¢cil, cercano, cordial, que da su tel¨¦fono y lo atiende siempre, en persona, de vida austera, poco amigo de parafernalias y que, si se tercia en la conversaci¨®n, puede a veces acompa?ar sus palabras con un taco venial. Es adem¨¢s, un buen cantante, que sabe m¨²sica y ha compuesto alguna canci¨®n ya famosa en las iglesias de Espa?a. En las ¨²ltimas semanas, ha vivido en un convento de monjas en Aravaca, fuera de Madrid, y tiene decidido instalarse en un piso en el barrio de Chamber¨ª. Por utilizar la met¨¢fora del Francisco, huele a oveja, no es un pastor distante, poderoso ni autoritario. Y no tiene mano de obispo, dicen sus amigos, refiri¨¦ndose a que, cuando da la mano, lo hace con energ¨ªa, apretando, no como tantos de sus colegas, que saludan melifluamente porque esperan que quien toma sus manos lo hacen para inclinarse y bes¨¢rsela.
Si su programa para Madrid est¨¢ en la larga homil¨ªa de ayer ante cinco cardenales, sesenta obispos, mil sacerdotes y miles de laicos (adem¨¢s de varias autoridades, con la alcaldesa Ana Botella y los presidentes de la Comunidad de Madrid y de Cantabria, Ignacio Gonz¨¢lez e Ignacio Diego, a la cabeza), de Osorio cabe esperar un mandato tranquilo y dialogante, muy humano, sin la negatividad y las bronca del pasado reciente.
Esta ma?ana us¨® muchas veces la palabra evangelio, que quiere decir ¡°buena noticia¡±. Dijo al comienzo, despu¨¦s de acordarse de uno de sus predecesores, el cardenal Vicente Enrique y Taranc¨®n:_¡±La gran novedad que nosotros hemos de entregar y presentar es a Cristo mismo, que acoge, acompa?a y ayuda a encontrar la buena noticia que todo ser humano necesita y ans¨ªa en lo m¨¢s profundo de su coraz¨®n. No defraudemos a los hombres en este momento de la historia, que puedan encontrar las puertas abiertas de la Iglesia. La Iglesia es casa de armon¨ªa, en la que todos hacen el mismo canto, pero con ritmos, acentos, notas diferentes, que hacen un bell¨ªsimo canto de amor para todos los hombres. Nos necesitamos todos. Nadie sobra¡±.
Se pregunt¨® el arzobispo si se puede cambiar el mundo, ¡°frente a la mara?a de problemas que existen, frente a la impotencia que muchas veces sentimos¡±. He aqu¨ª sus preguntas y la respuesta: ¡°?Podemos hacer algo frente a esta situaci¨®n? ?Vale la pena intentarlo? Claro que vale la pena, pero no basta solamente con ser buenos y generosos, hay que ser audaces, inteligentes, capaces y eficaces. Pero con la bondad, la generosidad, la inteligencia, la capacidad y la eficacia que nos regala y de las que nos llena Jesucristo. Esta es la misi¨®n, a esto os invito, a llevar la alegr¨ªa del Evangelio. Sin coraz¨®n nos hacemos indiferentes; globalicemos el coraz¨®n, no globalicemos la indiferencia que nos quita la capacidad de llorar y de preguntarnos qui¨¦n es mi pr¨®jimo. Hay que tener proyectos, y es imposible hacerlos desde la confrontaci¨®n, desde la falta de acuerdos, desde el conflicto; se pueden hacer si cultivamos y construimos la cultura del encuentro, donde el acuerdo es m¨¢s importante que el conflicto, donde la unidad tiene m¨¢s fuerza que la dispersi¨®n¡±.
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