El divorcio entre Catalu?a y Espa?a
Crece la sensaci¨®n de que el actual Estado de las autonom¨ªas est¨¢ agotado
Lo muestran todas las encuestas: Espa?a se encuentra inmersa en una profunda crisis de confianza pol¨ªtica. El Gobierno, el Parlamento, la administraci¨®n p¨²blica, la Corona, la Justicia y, muy particularmente, los partidos y la clase pol¨ªtica est¨¢n sufriendo un severo deterioro de su imagen. Seg¨²n el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS), la preocupaci¨®n por la corrupci¨®n se encuentra en m¨¢ximos hist¨®ricos y pr¨¢cticamente nadie conf¨ªa en los partidos.
La crisis de confianza pol¨ªtica que vive Espa?a ha afectado a cada una de las piezas que conforman nuestro sistema, incluyendo tambi¨¦n el modelo de organizaci¨®n territorial. En efecto, en los ¨²ltimos a?os se ha producido un aumento considerable del n¨²mero ciudadanos que valoran negativamente el funcionamiento de nuestro Estado de las autonom¨ªas. Si bien antes de la crisis econ¨®mica la mayor¨ªa ten¨ªa una opini¨®n favorable hacia las autonom¨ªas, en la actualidad ocurre lo contrario.
Es un error pensar, pues, que la desafecci¨®n hacia el modelo territorial es un problema exclusivamente catal¨¢n, pues se trata de un fen¨®meno que ha tenido lugar en todas las comunidades aut¨®nomas, sin excepciones. Y es que las diferencias entre Catalu?a y el resto de Espa?a no se encuentran tanto en el diagn¨®stico de que el modelo territorial est¨¢ en crisis como en las soluciones que se proponen. Si bien entre los espa?oles han aumentado los partidarios de un Estado unitario sin autonom¨ªas, entre los catalanes se apuesta cada vez m¨¢s por la independencia.
En Catalu?a se ha producido en los ¨²ltimos a?os un ascenso sin precedentes de las tesis soberanistas. Los partidarios de la independencia han crecido entre un 50% (seg¨²n el CIS) y un 85% (seg¨²n el CEO) desde 2011. Este espectacular auge del soberanismo se ha producido de forma relativamente transversal, al margen de la edad, el nivel educativo, la clase social o el lugar de residencia. A¨²n con ello, los ritmos de crecimiento han sido desiguales, pues el apoyo al independentismo se ha producido de forma notoriamente m¨¢s acusada entre las clases m¨¢s acomodadas.
Si el soberanismo ha ganado terreno de forma muy notable entre los catalanes, en el resto de Espa?a la opini¨®n p¨²blica se ha movido en la direcci¨®n opuesta. Seg¨²n el CIS, entre 2011 y 2012 se produjo un aumento muy considerable de los ciudadanos partidarios de deshacerse de las comunidades aut¨®nomas. Incluso algunas destacadas empresas demosc¨®picas (por ejemplo, MyWord) mostraban entonces que una Espa?a unitaria sin autonom¨ªas se situaba como la principal preferencia territorial de los espa?oles. Desde finales de 2012, esta tendencia se ha estancado e incluso se ha revertido muy ligeramente. A pesar de esta t¨ªmida reconciliaci¨®n con el Estado de las autonom¨ªas, la demanda de una Espa?a unitaria se mantiene como el modelo territorial favorito entre los ciudadanos de regiones como Madrid o Arag¨®n.
En suma, tanto entre la opini¨®n p¨²blica catalana como entre la espa?ola ha crecido de forma muy notable la sensaci¨®n de que el actual Estado de las autonom¨ªas est¨¢ agotado. Sin embargo, el modelo alternativo que propone cada uno es diametralmente opuesto. No hay duda de que este panorama representa un verdadero problema para el entendimiento entre las diferentes comunidades aut¨®nomas. Hoy m¨¢s que nunca necesitamos a gobernantes con liderazgo y voluntad de compromiso que ayuden a revertir este divorcio entre catalanes y espa?oles. Por el momento, ninguna de las partes parece estar por la labor.
Llu¨ªs Orriols es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Carlos III de Madrid.
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