Ubi libertas, ibi patria
No procede tapar las corrupciones en aras de evitar perjuicios a la causa
Donde est¨¢ la libertad, all¨ª est¨¢ mi patria, es el lema b¨¢sico que deber¨ªamos honrar de Ovidio en adelante. Todo lo que sea condicionar ese principio, alterar el orden de las cosas, y subordinar la libertad a otras conveniencias equivaldr¨ªa a deslizarse por la pendiente del desastre. Don Miguel de Cervantes lo dijo claro tambi¨¦n: ¡°La libertad es uno de los m¨¢s preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, as¨ª como por la honra, se puede y debe aventurar la vida¡±. Pero el nacionalismo cuando alcanza las temperaturas de ebullici¨®n del soberanismo rompe este principio y considera que ante el designio de la construcci¨®n nacional la libertad debe ceder. El buen soberanista entiende la libertad como un lujo sin sentido, al que se aferran esos par¨¢sitos que posan de intelectuales.
Cuesti¨®n diferente es que los hijos de la ilustraci¨®n no debamos dejarnos arrastrar a esa trampa. Porque, en medio de tanto infortunio, cuando afloran toda clase de corrupciones, cuando venturosamente se incrementa el civismo exigente y desciende el umbral de la tolerancia, tenemos claro que la libertad en absoluto puede sacrificarse en el altar de otros principios porque le corresponde la primac¨ªa sobre todos los dem¨¢s. Por eso tampoco hubiera procedido mantener tapadas las corrupciones de Jordi Pujol en aras de evitar perjuicios a la pretendida causa catalana, ni aplazar las revelaciones de la Operaci¨®n P¨²nica con Granados al frente para no debilitar a Mariano Rajoy en v¨ªsperas del 9-N.
Las huestes pol¨ªticas siempre aplauden con entusiasmo lo peor. Falta un estudio del Diario de Sesiones del Congreso para ofrecer la confirmaci¨®n de este principio pero, mientras tanto, bastar¨ªa observar c¨®mo en C¨¢ceres este fin de semana los peperos aplaudieron los peores pasajes de las intervenciones de Jos¨¦ Antonio Monago. Y lo mismo sucede cuando intervienen Oriol Junqueras o Artur Mas. Nunca se aplauden los momentos de racionalidad, de comprensi¨®n, de impulso a la concordia y al entendimiento, siempre se prefiere aplaudir todo lo que subraye el enfrentamiento. En cuanto a lo sucedido en Catalunya, quien llegara a Barcelona el s¨¢bado y prefiriera desconectarse de los medios para observar en directo sin intermediarios, ver¨ªa mustias y disminuidas las banderas residuales de pasadas movilizaciones, escuchar¨ªa triste los pobres ecos de caceroladas irrelevantes, sin capacidad de prender en el vecindario, se cruzar¨ªa indiferente con los oficiantes del copeo de fin de semana, sin advertir por parte alguna entusiasmo ni ambiente de v¨ªsperas del momento hist¨®rico anunciado. Amanecido el domingo de las votaciones ver¨ªa colas en los puntos con urnas, desamparo de quienes confiaban en el cumplimiento de la ley, desolaci¨®n en las filas del PP, comprobaci¨®n de que Rajoy es solo palabrer¨ªa, ¨¢nimo en los afines a Albert Rivera de Ciutadans, impresi¨®n de haber funcionado la disuasi¨®n del d¨¦bil al fuerte, suma del nacionalismo hispan¨®fo-bo, de la ola populista que azuza la crisis y del utopismo activo que forman el caldo t¨®xico del independentismo. Continuar¨¢.
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