Hallados en un pozo en Zamora los cuerpos de una mujer y su hija
La polic¨ªa sospecha que el compa?ero de la madre las mat¨® en junio pasado
Polic¨ªa, juez y fiscal trabajan con la hip¨®tesis de que los restos humanos hallados hoy en la Fondalada del Poz¨®n, a medio kil¨®metro del centro del pueblo de San Vicente de Cabeza (Zamora) son de dos v¨ªctimas de un nuevo caso de violencia machista. Una furgoneta blanca los traslad¨® al mediod¨ªa al Instituto Anat¨®mico Forense de Madrid para analizarlos y comprobar si se corresponden con los de Adolfina Puello, una mujer dominicana de 32 a?os desaparecida el pasado 29 de junio, y su hija Argelys Leonela S¨¢nchez, de nueve a?os. Al d¨ªa siguiente, la peque?a ten¨ªa previsto viajar a Santo Domingo para reunirse con su abuela materna. Nunca m¨¢s se supo. Ra¨²l ?lvarez, compa?ero de la mujer ¡ªla ni?a era fruto de una pareja anterior¡ª es el ¨²nico sospechoso. Fue arrestado el lunes. La zona del hallazgo est¨¢ a medio kil¨®metro en l¨ªnea recta de la casa de verano de sus padres.
Los familiares de Adolfina hab¨ªan denunciado su desaparici¨®n a finales de junio y relataron a la polic¨ªa el car¨¢cter violento de su novio, un espa?ol de unos 30 a?os y residente en Madrid que, seg¨²n estos testimonios, la hab¨ªa maltratado durante meses. Los consejos familiares nunca lograron que ella lo dejara durante los m¨¢s de tres a?os que dur¨® la relaci¨®n. Fuentes de la investigaci¨®n confirman que Ra¨²l confes¨® el lunes el crimen durante el interrogatorio, pero que ofreci¨® un relato confuso sobre el lugar donde escondi¨® los cuerpos. El lunes, los investigadores rastrearon sin ¨¦xito la Dehesa de la Villa, en Madrid, cerca de donde resid¨ªa la pareja en un piso alquilado. El juez ha decretado secreto de sumario.
La abuela nunca se fio de Ra¨²l
Arropada por un buen n¨²mero de amigos, Leonarda S¨¢nchez acaba de recibir la peor de las noticias: los restos humanos hallados en San Vicente de la Cabeza (Zamora) pueden pertenecer a su nieta de nueve a?os y a su nuera. ¡°Pens¨¦ que pod¨ªa tenerlas secuestradas o atadas en alg¨²n sitio, pero no que las hubiera matado¡±, comenta desde su casa, en el madrile?o barrio de Legazpi. La mujer nunca se fio de Ra¨²l ?lvarez. No hablaba con ¨¦l desde enero de este a?o, cuando su nieta le confes¨® que le hab¨ªa puesto la mano encima y ella interpuso una denuncia. El documento ¡°fue rechazado porque dec¨ªan que no era legible¡±. ¡°Si me hubieran hecho caso en su momento puede que esto no hubiera pasado¡±.
En agosto, cuando Adolfina y Argelys llevaban un mes desaparecidas, una amiga le coment¨® que la familia del presunto homicida ten¨ªa unos terrenos en un pueblecito de Zamora. Leonarda asegura que pidi¨® a la polic¨ªa que buscasen por all¨ª, pero que por segunda vez no le hicieron caso. ¡°Estoy con el ¨¢nimo en el suelo. Me siento muy mal y con mucho dolor, pero no parar¨¦ hasta que se haga justicia con ellas¡±.
Hoy, la b¨²squeda se traslad¨® al municipio de San Vicente de Cabeza, a 63 kil¨®metros de Zamora. La polic¨ªa pein¨® las orillas del r¨ªo Aliste, que parte en dos este Ayuntamiento con un censo de 450 habitantes de los que solo reside habitualmente un centenar. El despliegue de fuerzas de seguridad despert¨® al pueblo. Los restos humanos aparecieron finalmente en el pozo abandonado a medio kil¨®metro de la plaza de la aldea.
Pasadas las tres de la tarde, cinco agentes de polic¨ªa registraron, en presencia del detenido, la casa de verano de su familia. Seg¨²n varios testigos, la comitiva policial pas¨® cerca de una hora en el domicilio.
Los vecinos describen al detenido como un hombre ¡°callado, hura?o, que apenas se relacionaba con nadie cuando llegaba en agosto al pueblo para pasar unos d¨ªas con su familia durante las fiestas¡±. ¡°A veces pasaba d¨ªas enteros en casa con las persianas bajadas y, cuando sal¨ªa a pasear, se guardaba hasta el saludo¡±, comenta uno de ellos. Tampoco daba problemas ni se le recuerdan ri?as. La pasada primavera, sin embargo, varios vecinos fueron testigos de una bronca a voces de la pareja a altas horas de la madrugada. ¡°Ella le insultaba desde la calle hacia su ventana. Al d¨ªa siguiente, desaparecieron, y ya no regresaron juntos al pueblo¡±. La ¨²ltima vez que el sospechoso pis¨® San Vicente fue hace unas semanas, durante el puente de Todos los Santos.
Ra¨²l es el segundo hijo de Jes¨²s y Angelita, una pareja muy querida que emigr¨® de San Vicente a Madrid, all¨¢ por los sesenta. El padre trabaj¨® de calefactor y fontanero hasta que enferm¨®. Ella, limpiando casas. Algunos allegados creen recordar que el sospechoso ayud¨® un tiempo a su padre pero ignoran a qu¨¦ se dedicaba ¨²ltimamente. Otras fuentes sostienen que llevaba tiempo sin trabajar y que alg¨²n d¨ªa se dedic¨® a algo relacionado con la inform¨¢tica. Hace unas semanas, comiendo con un familiar, Ra¨²l asegur¨® que estaba siendo seguido por la polic¨ªa pero no le dio importancia. Incluso lleg¨® a re¨ªrse de sus investigadores. ¡°?Mira que son tontos! Han mandado que me sigan a los mismos tipos que me segu¨ªan hace meses¡±, dijo, seg¨²n el relato que ha hecho un pariente cercano a EL PA?S. ¡°Durante este tiempo, su actitud fue pausada, tranquila, sigui¨® siendo como es ¨¦l¡±, asegur¨® la misma fuente.
La pasada primavera, varios vecinos fueron testigos de una bronca a voces de la pareja a altas horas de la madrugada
Tres d¨ªas despu¨¦s de la desaparici¨®n de Adolfina y su hija la polic¨ªa que registr¨® el domicilio donde la pareja conviv¨ªa hall¨® la maleta de la ni?a sobre una cama, con la ropa perfectamente doblada y las pertenencias de la madre metidas en bolsas de basura. Faltaba el colch¨®n donde dorm¨ªa la peque?a, asegura Manuel, un familiar que acompa?¨® a los agentes a la casa durante esa visita.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.