La ca¨ªda de una superviviente
Ana Mato hab¨ªa superado hasta ahora las acusaciones por G¨¹rtel y la crisis por el ¨¦bola Tiene p¨¢nico a hablar en p¨²blico
Ana Mato (Madrid, 1959) se acababa de recuperar de la crisis del ¨¦bola o, al menos, el tiempo hab¨ªa sepultado aquellas semanas de incertidumbre, cuando las sombras del pasado volvieron otra vez sobre ella. El pasado siempre vuelve, porque, en realidad, nunca hab¨ªa dejado de estar en cuesti¨®n su relaci¨®n con el caso G¨¹rtel, a trav¨¦s de su exmarido, Jes¨²s Sep¨²lveda, y era consciente de que ese asunto segu¨ªa latente hasta la sentencia. Hasta ahora hab¨ªa superado todas las crisis con piel dura y fortaleza y, sobre todo, con respaldo del presidente del Gobierno, a falta de desenvoltura en su defensa p¨²blica. Era una superviviente desde los tiempos de Aznar. Ha superado todas las crisis, pero esta le ha cogido demasiado d¨¦bil y quemada por su pasado y su gesti¨®n. De esta no ha pasado.
Rajoy le ha apoyado hasta el ¨²ltimo momento, pero era demasiado ir al Congreso a hablar de corrupci¨®n con ella sentada en el esca?o.
Este verano Ana Mato explicaba que, a pesar del fatal e inevitable desenlace, estaba muy satisfecha de c¨®mo hab¨ªa funcionado el operativo para traer a Espa?a al misionero Miguel Pajares, enfermo de ¨¦bola. Contaba con detalle c¨®mo se hab¨ªa coordinado el traslado, la eficacia del ej¨¦rcito y la labor de un diplom¨¢tico de solo 27 a?os que, en su primer destino, hab¨ªa ejecutado el operativo en Liberia.
Pese a que entonces no hab¨ªa contraindicaciones en la operaci¨®n, parec¨ªa que hab¨ªa salido todo bien y todo hubieran sido felicitaciones, Mato eludi¨® ir al Congreso y dej¨® en manos de la directora general la comparecencia. Lo hizo porque prefer¨ªa darle un contenido m¨¢s t¨¦cnico y, sobre todo, porque siempre ha tenido prevenci¨®n, pr¨®xima al pavor, a la comunicaci¨®n, a comparecer ante los medios o ante los diputados. Un temor que le atenaza cuando tiene que afrontarlo y que le lleva a usar frases como el "si no hay nada m¨¢s me ir¨ªa¡± con el que cerr¨® una de las ruedas de prensa convocadas en medio de la crisis del ¨¦bola. O aquel ¡°no hay cosa que tenga m¨¢s valor que una medicina que cura enfermedades¡± que pronunci¨® en 2012.
De hecho, se le recuerdan errores notables en sus comparecencias y es tan consciente de que no ha sido llamada por el camino de la comunicaci¨®n como que suele salir con expresiones preparadas como ¡°m¨¢xima transparencia¡± o ¡°respeto a los profesionales¡± que repite sea cual sea la pregunta que se le hace. Como ejemplo de esa circunstancia quedar¨¢ la rueda de prensa en el que dio la palabra a la directora general cuando se le preguntaba por su dimisi¨®n por la gesti¨®n del contagio de Teresa Romero. Ese pavor llevado al l¨ªmite se llama glosofobia y es el peor de los p¨¢nicos que puede sufrir un pol¨ªtico.
Ya le pas¨® cuando se hicieron p¨²blicos informes del sumario de G¨¹rtel en el que aparecen los pagos de viajes y fiestas infantiles a trav¨¦s del que fue su marido, Jes¨²s Sep¨²lveda. Prefiri¨® entonces la explicaci¨®n privada en la que se ve m¨¢s segura que someterse p¨²blicamente a preguntas sobre los regalos de la trama corrupta.
La comunicaci¨®n sobre el ¨¦bola agrav¨® la cadena de errores y la sepult¨® en un ministerio con pocas competencias pero en el que, precisamente, es imprescindible la capacidad de gestionar crisis sobrevenidas. Por ejemplo, a Celia Villalobos le toc¨® la de las vacas locas, a Trinidad Jim¨¦nez la de la gripe A y hace muchos m¨¢s a?os a Jes¨²s S¨¢nchez Rof le sepult¨® la de la colza, sobre todo por la famosa frase del ¡°bichito tan peque?o que si se cae de la mesa se mata¡±. La comunicaci¨®n en caso de alarma sanitaria o alimentaria termina marcando a casi todos los titulares de Sanidad y a Mato le ha sepultado. En el caso del ¨¦bola, adem¨¢s, hubo una clara cadena de errores de gesti¨®n y una v¨ªctima que, por fortuna, se recuper¨®.
Ya estuvo a punto hace m¨¢s de un a?o de ser sepultada pol¨ªticamente en confeti porque un error en un informe policial le atribu¨ªa un gasto desproporcionado en este material para fiestas infantiles que s¨ª pagaba G¨¹rtel. Se demostr¨® que el confeti era para la fiesta del equipo de f¨²tbol del Getafe y no para su chal¨¦ de Pozuelo, pero nunca podr¨¢ quitarse la etiqueta de la ministra del confeti.
Pero qued¨® como cierto que la trama corrupta le pagaba las fiestas y los viajes, por m¨¢s que ella siempre dec¨ªa que no sab¨ªa nada.
Tampoco se quitar¨¢ la imagen cierta y demostrada del Jaguar pagado por G¨¹rtel que su marido (ya separados aunque segu¨ªan viviendo juntos) aparcaba en su garaje y que ella dice no haber visto. A eso sobrevivi¨® contra algunos pron¨®sticos, pese a que en su entorno m¨¢s pr¨®ximo hab¨ªa quien, abrumado por las cr¨ªticas, le aconsejaba salir del foco p¨²blico y abandonar la pol¨ªtica. Hizo frente a esa crisis tambi¨¦n sin comparecencias p¨²blicas. Pero aquello le debilit¨® y luego la crisis del ¨¦bola le cogi¨® con menos defensas pol¨ªticas. Aguant¨®.
Ahora la pesadilla del confeti, las fiestas y los gastos pagados una trama corrupta ha vuelto a caerle encima, hasta acabar con ella y ennegrecer su presente y su futuro. El pasado casi siempre vuelve y a ella le persigue.
Se va a su estilo: con un comunicado con proclamaci¨®n de lealtad al partido al que tantas horas dedic¨® y sin comparecer ante los periodistas para no enfrentarse a su p¨¢nico.
?Mato se siente m¨¢s c¨®moda en el despacho, en el contacto directo y, sobre todo, en la organizaci¨®n. En ello llevaba desde los ochenta cuando form¨® parte del llamado ¡°clan de Valladolid¡± que acompa?¨® a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en la presidencia de la Junta de Castilla y Le¨®n. Fue subdirectora del Gabinete del presidente de la Junta de Castilla y Le¨®n de 1987 a 1990 y en ese gabinete estaban tambi¨¦n Sep¨²lveda, Miguel ?ngel Cort¨¦s, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, Carlos Aragon¨¦s y Arturo Moreno.
En 1990 desembarcaron en la sede de G¨¦nova para convertir la Alianza Popular de Manuel Fraga en el Partido Popular de Aznar. Siempre dentro de su equipo, casi como un miembro m¨¢s de la familia de Aznar y, sobre todo, como la guardiana de G¨¦nova, la organizadora de los actos y la prolongaci¨®n del que era entonces el l¨ªder del partido. Entre 1996 y 2004, durante los gobiernos del PP, Aznar tuvo opciones para llevarla a su Gobierno, pero prefiri¨® dejarla en las entra?as del partido, organizando convenciones, congresos, elecciones y campa?as. En la jornada de reflexi¨®n de 2004, cuando la sede del PP era rodeada por quienes cuestionaban la versi¨®n oficial del 11-M, Mato fue la ¨²nica dirigente que permaneci¨® en su despacho. Con fama de trabajadora en el partido, hizo de todo, desde inflar globos a negociar con barones d¨ªscolos, pero casi siempre pinchaba en la comunicaci¨®n p¨²blica.
En el final de esa etapa, Ana Mato estuvo a un paso de irse a una gran empresa privada de la que ten¨ªa una oferta, pero nunca termin¨® de dar el paso de abandonar la actividad pol¨ªtica en la que lleva m¨¢s de 25 a?os. Lo que s¨ª hizo fue acompa?ar la retirada de Aznar en 2004 con un paso atr¨¢s en el Parlamento Europeo, porque se sent¨ªa parte del equipo m¨¢s pr¨®ximo del expresidente.
Ella nunca entonces fue de Rajoy, sino de Aznar, pero fue recuperada en 2008 por el l¨ªder del PP como vicesecretaria General de Organizaci¨®n y Electoral para encargarse de nuevo de la fontaner¨ªa del partido. Es la l¨ªnea de continuidad de Aznar a Rajoy, casi la ¨²nica que queda de aquella ¨¦poca. Han "ca¨ªdo" Rato, Cascos, Acebes... solo quedaba ella en primera fila, adem¨¢s del propio Rajoy. Una superviviente, hasta ahora.
Ahora era uno de los miembros del Gobierno que mantiene una l¨ªnea directa m¨¢s activa con Rajoy, tuvo su apoyo para superar la crisis de los regalos de G¨¹rtel y hace un mes fue rescatada por el presidente del Gobierno con la crisis del ¨¦bola. Rajoy volvi¨® a ejercer de Rajoy y aplic¨® dos de sus principios tradicionales: evitar los cambios en su entorno esperando a que escampen las tormentas y no matar (pol¨ªticamente) a nadie sino esperar, en todo caso, a que se suiciden. Mato aguant¨® como ministra, porque Rajoy, como hace siempre, esper¨® a que se inmolara, sin destituir a nadie, y conservando su equipo. El presidente es un conservador en el sentido literal, pero era demasiado mantenerla mientras intenta recuperar el impulso perdido frente a la corrupci¨®n.
En esos d¨ªas de la crisis del ¨¦bola, en un Consejo de Ministros todos los presentes acallaron los rumores de destituci¨®n cuando oyeron al presidente elogiar a su ministra de Sanidad, pese a que la vicepresidenta le arrebat¨® la gesti¨®n de la crisis. El gesto inequ¨ªvoco de Rajoy mantuvo viva pol¨ªticamente a Mato y todos los ministros dieron por bueno el mensaje de su continuidad.
Tuvo que pasar el duro trago de tres comparecencias en tres d¨ªas en el Senado y el Congreso en las que tuvo que volver a afrontar el p¨¢nico por el micr¨®fono. Tuvo una dura semana de pasi¨®n y otra m¨¢s de agon¨ªa pol¨ªtica, que ahora le ha caido de nuevo hasta acabar con ella.
En esos d¨ªas el presidente llam¨® a su ministra a su despacho y le marc¨® las pautas de comportamiento. Las frases que deb¨ªa repetir en el Congreso, los pasos que hab¨ªa que dar para afrontar la crisis y hasta sali¨® de Moncloa con un asesor de comunicaci¨®n prestado por la vicepresidenta para enderezar la situaci¨®n.
El presidente le hab¨ªa encargado y ten¨ªa pendiente la salida a uno de los embrollos pol¨ªticos m¨¢s notables de la legislatura, la ley del aborto. Los dos ministros que han tocado ese asunto han acabado dimitiendo, aunque por distintos motivos. Est¨¢ orgullosa del grado de colaboraci¨®n con comunidades aut¨®nomas sobre Sanidad y ten¨ªa sobre la mesa algunos proyectos de ley.
Mato es hija de alf¨¦rez de nav¨ªo, naci¨® en Madrid en 1959, Licenciada en Ciencias Pol¨ªticas y en Sociolog¨ªa por la Universidad Complutense de Madrid y tiene tres hijos.
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