Los gemelos de ¡®Alicia ante el espejo¡¯
Si las recetas econ¨®micas les separan s¨®lo un cent¨ªmetro ideol¨®gico, muchos ciudadanos prefieren el original a la copia
No es una ocurrencia que Pablo Iglesias se reivindique de la socialdemocracia cl¨¢sica, la anterior a la tercera v¨ªa de Tony Blair y Bill Clinton. Busca unas se?as de identidad frente a tanta ambig¨¹edad esparcida por Podemos desde que consigui¨® presencia en el Parlamento Europeo. Otra cosa es que sean aut¨¦nticas esas se?as de identidad.
El programa de Podemos se parece mucho al que present¨® el PSOE cuando gan¨® las elecciones en 1982
Cuando hace un cuarto de siglo cae el Muro de Berl¨ªn no s¨®lo se destruye el comunismo, sino que el socialismo occidental, la socialdemocracia, entra en una grave crisis de credibilidad y de eficacia a la hora de hacer frente a los desequilibrios que genera un ciclo largo de crecimiento econ¨®mico: fundamentalmente la desigualdad, cuya persecuci¨®n formaba parte de la esencia misma de la socialdemocracia cl¨¢sica.
Frente a esa crisis surge la tercera v¨ªa, que pretende que los ciudadanos se olviden de cualquier identificaci¨®n de la socialdemocracia con el comunismo, como dos familias de la misma izquierda. Los l¨ªderes de esa tercera v¨ªa, conscientes adem¨¢s de que en ese momento ya no tienen competencia en ese campo, se acercan al terreno de los conservadores: abandonan las pol¨ªticas socialdem¨®cratas tradicionales relacionadas con la fiscalidad, el gasto p¨²blico y el papel de la inversi¨®n p¨²blica en caso de necesidad para expandir la demanda (la revoluci¨®n keynesiana); apoyan de modo casi indiscriminado y acr¨ªtico la pol¨ªtica de privatizaciones de los servicios p¨²blicos y del sector p¨²blico empresarial; se sienten m¨¢s cercanos al poder empresarial que a los sindicatos (a los que critican por ser dinosaurios propios de la sociedad industrial); se niegan ¨Cya lo hemos dicho- a actuar con radicalidad contra la desigualdad exponencial en el seno de los pa¨ªses; y mantienen una gran complicidad con los conservadores (una coalici¨®n de hecho) a la hora de desequilibrar el binomio seguridad-libertad, en beneficio de la primera y en detrimento de la ¨²ltima.
Esta contorsi¨®n a la derecha de la tercera v¨ªa est¨¢ en el origen de la crisis de representaci¨®n pol¨ªtica que ha emergido ahora en muchas sociedades. Algunos polit¨®logos han subrayado que en esta etapa los conservadores y los socialdem¨®cratas se han parecido mucho a Tweedledum y Tweedledee, los gemelos de Lewis Caroll en Alicia a trav¨¦s del espejo, que eran iguales en su apariencia externa y s¨®lo un poco menos en su comportamiento. Si las recetas econ¨®micas les separan s¨®lo un cent¨ªmetro ideol¨®gico, muchos ciudadanos prefieren el original a la copia.
El texto presentado ayer y titulado Un proyecto econ¨®mico para la gente (que no es el programa econ¨®mico de Podemos sino las ideas que presentan para el mismo dos profesores de Econom¨ªa, Vicens Navarro y Juan Torres, no precisamente unos indocumentados) se parece mucho al programa Por el cambio, con el que el PSOE gan¨® las elecciones generales en 1982 con la mayor mayor¨ªa absoluta de su historia. Ya se ha contado como fue recibido tal programa basado en la expansi¨®n de la demanda, la rebaja de la jornada laboral y de la edad de jubilaci¨®n, la planificaci¨®n, la democratizaci¨®n de la econom¨ªa, y el papel de la banca p¨²blica (v¨¦ase Programa para gobernar ya): muchos economistas se echaron las manos a la cabeza, aument¨® la evasi¨®n de dinero hacia el exterior y disminuyeron las reservas del pa¨ªs. La CEOE distribuy¨® un comunicado en el que dec¨ªa que el programa de Felipe Gonz¨¢lez ¡°se trata de un aut¨¦ntico objetivo de cambio, pero de cambios en aspectos esenciales de nuestro modelo de sociedad que lo aproximar¨ªan en gran medida a los modelos marxistas de la Europa del Este¡±.
Cuando Felipe Gonz¨¢lez lleg¨® a la Moncloa tir¨® a la basura ese programa y aplic¨® otra pol¨ªtica econ¨®mica. Lo mismo que muchos a?os m¨¢s tarde hizo Mariano Rajoy. La diferencia es que hoy ha cambiado la sensibilidad de los ciudadanos ante los programas electorales (como ante la corrupci¨®n): ahora los escrutan para que se cumplan y castigan a los incumplidores. Ello ha de hacerse con el de Podemos, con la misma intensidad que con los programas del resto de los partidos pol¨ªticos. Sin distintas varas de medir, que es lo que en muchos casos est¨¢ ocurriendo. S¨®lo as¨ª se podr¨¢n denunciar con rigor sus debilidades y sus incoherencias.
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