Carta al ministro de Sanidad
La exclusi¨®n de los ya excluidos supone un atentado a la salud p¨²blica y a la dignidad
Estimado se?or ministro de Sanidad:
Queremos darle la enhorabuena por su reciente incorporaci¨®n a la cartera del Ministerio de Sanidad. Est¨¢ usted en disposici¨®n de cumplir el sue?o que muchas personas anhelan: tener la posibilidad de hacer un mundo un poco mejor. Felicidades.
Como titular del Ministerio de Sanidad, suponemos que es consciente de la enorme responsabilidad que contrae en ese objetivo de mejorar el nivel de salud de los ciudadanos que habitan en nuestro territorio nacional. En un panorama socioecon¨®mico tan adverso como el que estamos viviendo, no es nuestra intenci¨®n opinar sobre algunas decisiones tomadas en otros ministerios, aunque somos conscientes de su trascendencia en el nivel de salud de la poblaci¨®n. La situaci¨®n de pobreza, paro y desarraigo social denigran al ciudadano y le sit¨²an en una realidad muy alejada de los est¨¢ndares de salud entendidos como un equilibrio de su entorno biopsicosocial.
La atenci¨®n primaria no s¨®lo constituye un nivel asistencial de atenci¨®n sanitaria, sino una estrategia para disminuir las desigualdades de salud de las sociedades modernas
El nivel de salud de la poblaci¨®n no s¨®lo se ve afectado por decisiones que afectan a los ministerios de Hacienda, Trabajo, Econom¨ªa o Educaci¨®n. Se nos antoja que todo aquello que nos aleja de la cultura (y la gravaci¨®n del 21% en el IVA es un ejemplo) atenta contra un bien com¨²n que se debiera preservar y contra una dimensi¨®n trascendental del ser humano como es el deleite por la belleza, el arte y el conocimiento. Como ciudadanos tenemos nuestra propia opini¨®n, y como profesionales de la salud entendemos que la cultura y todo aquello que estimule nuestra sensibilidad son b¨¢lsamos que ayudan a digerir los desajustes del cuerpo y a aliviar los conflictos entre una qu¨ªmica rota y un entorno deshabilitado. La cruda realidad que constata que la esperanza de vida es menor dependiendo del barrio en el que vivas (y no digamos ya la calidad de vida) nos aleja de la visi¨®n cartesiana de la salud en la que alma y cuerpo discurren por sendas diferentes y nos sit¨²a ante el espejo de una realidad en la que es dif¨ªcil separar una biolog¨ªa desordenada de un proceso de desadaptaci¨®n social.
Pero en relaci¨®n con el ministerio que ahora coordina, y como profesionales de la sanidad y responsables de la Sociedad Cient¨ªfica de M¨¦dicos de Familia, s¨ª nos permitimos indicarle algunas sugerencias que esperamos tenga a bien considerar.
Como ya sabr¨¢, el ministerio que ahora ocupa tiene una trascendencia vital en eso que podr¨ªamos denominar armon¨ªa social, y que las pol¨ªticas desacertadas, en t¨¦rminos de empleo, igualdad o educaci¨®n, se ven aliviadas cuando la sanidad funciona. La Sociedad Cient¨ªfica, que tenemos la satisfacci¨®n de presidir, aglutina a un n¨²mero importante de m¨¦dicos de familia que desarrollan su trabajo en el entorno de la atenci¨®n primaria. Para muchos epidemi¨®logos y estudiosos de los sistemas de salud, la atenci¨®n primaria no s¨®lo constituye un nivel asistencial de atenci¨®n sanitaria, sino una estrategia para disminuir las desigualdades de salud de las sociedades modernas (Barbara Stanfield, 2002).
La implantaci¨®n del Real Decreto Ley 16/2012 ha supuesto una vulneraci¨®n del derecho a la salud al restringir la atenci¨®n sanitaria a las personas contribuyentes, en un r¨¦gimen de aseguramiento, y no a la totalidad de la poblaci¨®n
Como ya sabr¨¢, el ministerio que ahora ocupa coordina el trabajo de miles de trabajadores que creen en una profesi¨®n a la que dedican esfuerzos y dedicaci¨®n. Que la valoraci¨®n que tienen los ciudadanos de su sanidad es muy alta como prueba la defensa un¨¢nime que han hecho, saliendo a las calles cuando la han visto amenazada por diferentes derivas privatizadoras. La responsabilidad que ahora adquiere en su nuevo cargo es important¨ªsima y, al margen de la designaci¨®n acertada o err¨®nea de la anterior ministra de Sanidad, siempre hemos combatido los comentarios maledicentes que se?alaban dicha designaci¨®n como el acomodo de una persona controvertida a un ministerio sin contenido. Por mucho que las transferencias est¨¦n realizadas, son muchos los aspectos que el Ministerio de Sanidad debe vertebrar para conseguir una sanidad ejemplar, habida cuenta de lo que nos jugamos. Por cierto, que hubi¨¦ramos querido escuchar alg¨²n posicionamiento de la anterior titular del Ministerio de Sanidad cuando en una Comunidad Aut¨®noma se plante¨® la privatizaci¨®n, de la noche a la ma?ana y sin contar con los profesionales, del 10% de los centros de salud (27 en total) y de 7 hospitales.
Al margen de nuestra opini¨®n sobre la competencia de la anterior ministra, se?ora Ana Mato, s¨ª queremos constatar que a la misma le cabe el triste m¨¦rito de haber atentado contra uno de los pilares que hac¨ªan nuestra sanidad ejemplar: su universalidad.
La implantaci¨®n del Real Decreto Ley 16/2012 ha supuesto una vulneraci¨®n del derecho a la salud al restringir la atenci¨®n sanitaria a las personas contribuyentes, en un r¨¦gimen de aseguramiento, y no a la totalidad de la poblaci¨®n. Una sanidad no universal deja de ser sostenible y de calidad al no favorecer atributos imprescindibles como la equidad, la accesibilidad y la continuidad de cuidados. Cualquier forma de exclusi¨®n (por situaci¨®n econ¨®mica, nacionalidad, situaci¨®n legal o administrativa) favorece las desigualdades en salud, m¨¢xime si esa exclusi¨®n se dirige a la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable como es la poblaci¨®n inmigrante. La exclusi¨®n de los ya excluidos socialmente no s¨®lo supone un funesto ep¨ªteto, sino un atentado a la salud p¨²blica y a la dignidad de las personas.
El supuesto ahorro econ¨®mico de esta medida es m¨¢s que controvertido y dicho ahorro adquiere un car¨¢cter p¨ªrrico si analizamos los perjuicios que de esta medida se derivan. Y una prueba de ello la hemos tenido en el reciente "brote" del virus ¨¦bola. ?Se imagina alguien las consecuencias funestas que puede tener el no atender a personas con fiebre, procedentes de zonas end¨¦micas de ?frica del virus ¨¦bola? ?O a personas que hayan estado en contacto con personas enfermas procedentes de zonas end¨¦micas de ?frica??No es m¨¢s razonable estimular su derivaci¨®n a los diferentes dispositivos sanitarios, en lugar de ponerles barreras disuasorias y cortapisas administrativas?
El supuesto ahorro econ¨®mico de esta medida es m¨¢s que controvertido y dicho ahorro adquiere un car¨¢cter p¨ªrrico si analizamos los perjuicios que de esta medida se derivan
Desde luego, as¨ª lo han entendido muchas Comunidades Aut¨®nomas, que al no tener potestad para derogar la norma, s¨ª la han incumplido casi por decreto ley. As¨ª lo han entendido tambi¨¦n muchos profesionales m¨¦dicos que han hecho prevalecer su ideal ¨¦tico de atenci¨®n a los pacientes, y as¨ª lo ha entendido la Sociedad Cient¨ªfica que presidimos y que, con argumentos bio¨¦ticos y de lex artis, ha defendido la desobediencia civil en una cuesti¨®n tan vital como la atenci¨®n y seguimiento de las personas enfermas. Dicha sociedad participa en su p¨¢gina web en el Registro Estatal de Exclusi¨®n Sanitaria (REDES) y en el que se constata que en el 50% de las personas a las que se les puso dificultades para recibir atenci¨®n sanitaria se encontraban amparados por los supuestos legales en los que la ley les reconoce su derecho a asistencia. Hasta ese punto de ineficiencia y de inequidad hemos llegado, se?or Alonso.
Estimado se?or Alonso, los abajo firmantes le reiteran sus felicitaciones por el cargo al que se acaba de incorporar, y le desean un feliz desempe?o. Le pedimos un deseo y un ruego: que facilite que los profesionales sanitarios podamos atender a nuestros pacientes con la dignidad que requieren y el ruego de que derogue la actual ley 16/2012.
Atentamente,
Alberto L¨®pez Garc¨ªa-Franco y Jose Luis Quintana G¨®mez, presidente y vicepresidente de la Sociedad Madrile?a de Medicina Familiar y Comunitaria (Somamfyc).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.