Ellos tambi¨¦n cr¨ªan
Grupos de hombres con hijos exploran c¨®mo ganar protagonismo en la paternidad y c¨®mo redefinir los roles de g¨¦nero en la pareja
Sentada la pareja en la consulta, la pediatra mira a la madre para explicarle c¨®mo debe suministrar el antibi¨®tico al peque?o. Cuando el profesor les cuenta c¨®mo va el ni?o, ella es tambi¨¦n el blanco de las miradas. Si salen a comprar ropa de beb¨¦, la opini¨®n de ¨¦l no cuenta.
Estas situaciones ilustran din¨¢micas sociales y familiares contra las que una creciente minor¨ªa de hombres comienza a rebelarse. Cada vez m¨¢s padres se encuentran inc¨®modos en el papel de actores secundarios en la crianza de sus hijos. Quieren dejar de ser ayudantes de unas madres todopoderosas a las que se les atribuye el don innato de criar. No quieren ayudar, quieren compartir decisiones, emociones y trabajo dom¨¦stico a partes iguales. Quieren ser padres mucho m¨¢s presentes. Este magma de reflexiones y frustraciones es el que ronda las cabezas de los nuevos padres, hombres que se juntan por toda Espa?a para explorar otras formas de ejercer la paternidad, distintas de las que aprendieron de sus padres.
A ¨²ltima hora de la tarde, media docena de padres se deja caer por La cocinita de Chamber¨ª, una tienda de alimentaci¨®n infantil de Madrid en la que se re¨²nen cada 15 d¨ªas. Ra¨²l Fern¨¢ndez, asiduo desde hace nueve meses explica su porqu¨¦: ¡°Quiero vivir la paternidad de un modo m¨¢s intenso que mi padre. Ellos lo hicieron lo mejor que pudieron, pero nosotros lo queremos hacer de otra manera. No nos gusta el rol de padre macho ni autoritario; buscamos la autoridad por otras v¨ªas, con m¨¢s afecto¡±, explica Fern¨¢ndez, trabajador de una empresa de telefon¨ªa m¨®vil con una ni?a de cinco a?os. Luego llegan Fernando ¡ªpadre de dobles mellizos¡ª, Abraham, Chema y el resto del grupo, al que han llamado Si los hombres hablaran. En este espacio comparten dudas, frustraciones, consejos y encuentran refugio entre unos iguales que nadan a contracorriente en una sociedad en la que la mayor¨ªa de los hombres no acaba de participar plenamente en la crianza de los hijos.
Si las mujeres han dado pasos de gigante, se han incorporado al m trabajo y han ganado en libertades, los hombres a menudo viven los cambios con cierto desconcierto, a remolque, sin tener muy claro el lugar que quieren ocupar en el nuevo reparto. ¡°Ante estos cambios, el hombre moderno intenta reubicarse y buscar un nuevo espacio, pero resulta muy complejo y, con frecuencia, se encuentra perdido¡±, escribe Ram¨®n soler, coautor de Una nueva paternidad (Pedagog¨ªa Blanca).
En la crianza, el cambio definitivo queda a¨²n muy lejos. Ellas son por ejemplo, las que mayoritariamente solicitan la prestaci¨®n por maternidad, a pesar de que el padre puede compartirla si quiere. Apenas 3.771 hombres disfrutaron de ese permiso frente a 206.884 madres de enero a septiembre de este a?o, seg¨²n datos de la Seguridad Social. Es decir, los padres que se acogieron a prestaciones m¨¢s all¨¢ de los 15 d¨ªas de paternidad suman el 1,7% del total de permisos. Algo parecido sucede con las excedencias por cuidado de un familiar, de las que solo el 7,7% las solicitaron hombres. Ellas son tambi¨¦n mayoritariamente las que se reducen la jornada, las que se ausentan del trabajo cuando el ni?o est¨¢ enfermo o las que le llevan al dentista. Es cierto que cada vez se ve a m¨¢s hombres en los parques y en las reuniones escolares, pero son a¨²n casi la excepci¨®n. ¡°Para que la sociedad realmente cambie, resulta ineludible definir y delimitar el papel del nuevo padre¡±, apunta Soler.
Madrid, Barcelona, Alicante o Pamplona son algunas de las ciudades en las que funcionan grupos de crianza de hombres. ¡°Es una explosi¨®n¡±, se?ala Javier Domingo, el psic¨®logo que el a?o pasado puso en pie Si los hombres hablaran. ¡°Y crecer¨¢n, porque detectamos mucho inter¨¦s. Los hombres no suelen hablar de lo que les pasa como padres, mientras que para las mujeres es m¨¢s f¨¢cil compartir preocupaciones con las amigas, la familia o los grupos de lactancia¡±.
Como psic¨®logo, Domingo se topa a menudo con parejas en crisis cuyas relaciones se agrietan con la llegada de los ni?os y en las que el dif¨ªcil ajuste de reparto de roles no acaba de producirse. ¡°Muchos hombres nunca han tenido que cuidar a nadie¡±, explica. ¡°Cuando tienen hijos son frecuentes dos tipos de comportamientos. Por un lado, la evasi¨®n: se quedan en el trabajo hasta que los ni?os est¨¢n ba?ados, se entregan al running, al Candy crush o se apuntan a webs de contactos. Por otro lado, se someten a los dictados de su pareja, que decide c¨®mo se cr¨ªa al ni?o, y se frustran, porque se sienten permanentemente juzgados¡±. El grupo de Domingo se mira en un espejo llamado The good man Project, cuyos creadores definen como ¡°una conversaci¨®n internacional sobre lo que significa ser un hombre en el siglo XXI¡± para tratar de ¡°comprender su papel en un mundo en pleno cambio¡±.
Los padres que se acogieron a prestaciones m¨¢s all¨¢ de los 15 d¨ªas de paternidad suman el 1,8% del total de permisos
A ese cambio le dan tambi¨¦n vueltas en El Arenero, un grupo nacido hace mes y medio en Madrid. Andr¨¦s Mu?oz est¨¢ detr¨¢s de la iniciativa. Su motivaci¨®n naci¨® de una reflexi¨®n sobre las relaciones afectivas entre padre e hijo: ¡°Quer¨ªa encontrar mi manera de relacionarme con mi hijo, sin reproducir los roles que hab¨ªa aprendido. Los hombres desarrollamos mucho lo racional, pero menos los sentimientos. Yo no quer¨ªa ser el duro, el que castigaba, y su madre la que le consolara. No me apetec¨ªa ese papel¡±. Mu?oz busc¨® libros de autoayuda sobre crianza, pero vio que sobre todo estaban dirigidos a mujeres y opt¨® por montar su grupo. ¡°La receptividad ha sido brutal¡±, dice. ¡°Hay mucha necesidad de hablar y de cuestionar¡±. Al Arenero los hombres van con sus hijos, porque creen que de lo contrario la actividad supondr¨ªa una carga m¨¢s para la madre.
El reparto de las tareas en casa es uno de los temas estrella en este y otros grupos. A estas alturas. S¨ª, porque incluso en los universos dom¨¦sticos m¨¢s igualitarios, la llegada de los ni?os desbarata cualquier equilibrio de g¨¦nero posible. Lo certifica Leandro Carmona, coordinador de La Tribu, un grupo de Barcelona. ¡°Los padres que vienen se plantean una distribuci¨®n m¨¢s equitativa de las tareas. Quieren responsabilizarse m¨¢s all¨¢ de llevar el salario, pero no siempre es f¨¢cil. A veces, las mujeres no quieren perder su exclusividad, que es toda una identidad¡±.
Ese es otro de los grandes temas del debate de los nuevos padres. Alejandro Busto, psic¨®logo y fundador de El div¨¢n de Peter Pan disiente de Carmona. Para ¨¦l, el latiguillo de que las mujeres no ceden espacio corre el riesgo de convertirse en coartada. ¡°Hay parte de inseguridad en los hombres, pero tambi¨¦n comodidad. Cuando t¨² quieres ser parte, eres parte. Si desde el principio te implicas, lees desde el embarazo, participar¨¢s¡±. A¨²n as¨ª, Busto piensa que el entorno sociolaboral est¨¢ plagado de prejuicios sobre el papel de los padres. ¡°Lo que est¨¢ claro es que cuando nos apetece ser parte de esta historia, los hombres lo tenemos m¨¢s complicado¡±.
La papesfera despega
La Red es un buen espejo de la mutaci¨®n que ¨¢traviesan los llamados nuevos padres. Al boom de tuiteras y blogueras sobre asutnos de crianza -desde el blog de qu¨¦ bonito es mi ni?o, pasando por el de q¨²e agotada estoy o la conciliaci¨®n es poco m¨¢s que un mito- le ha seguido su n¨¦mesis en versi¨®n paternal. Aunque hay much¨ªsimos menos, en Espa?a hay ya decenas de iniciativas en Internet dedicadas a la crianza y dise?adas por y para padres (hombres).
Armando Bastida es padre, enfermero y un bloguero con mucho tir¨®n. ¡°Este es un momento en el que estamos rompiendo con la educaci¨®n que recibimos de peque?os. Muchos padres no quieren repetir la educaci¨®n autoritaria que recibieron y buscan otro camino¡±, cuenta por tel¨¦fono desde Catalu?a mientras cambia el pa?al a uno de sus hijos que gimotea al fondo.
¡°Cada vez veo m¨¢s padres implicados. En las charlas, cada vez vienen m¨¢s y cuelgan m¨¢s comentarios en mi blog¡±. Lo abri¨® hace ya ocho a?os, al poco de nacer uno de sus hijos. Fue entonces cuando sinti¨® la necesidad de expresar lo que iba viviendo, lo que le iba pasando. Desde entonces, ha escrito m¨¢s de 2.500 entradas dedicadas a la crianza.
Las vivencias de padre primerizo y la incomprensi¨®n de una sociedad en la que no acaban de cuajar los nuevos modelos de paternidad son los grandes temas de la que ya se conoce como papaesfera. Relat¨® con humor algunos de esos econtronazos con el mundo real Enric Bastardas, otro ciberpadre, durante la presentaci¨®n de #papiconcilia, una iniciativa que pelea por horarios de conciliaci¨®n para padres que trabajan y que aspiran a llegar a casa antes de que sus hijos est¨¦n ya en la cama. ¡°Despierto a mi hijo, le doy el desayuno, le visto, le monto en el carrito y salimos a la calle a pasear. Una se?ora se para a mirarnos y le dice al beb¨¦: ¡®Ay hijo c¨®mo te ha abrigado tu madre¡±. Es lo que Bastardas llama con cierta sorna las abuelas sin fronteras, espont¨¢neas de la vida, propensas a ofrecer consejos no solicitados y considerar a los hombres incapaces de criar a sus propios hijos.
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