Palabra de Rey
El discurso de Nochebuena ser¨¢ recordado por la ausencia de alusiones a la Infanta Cristina
El Rey pronunci¨® su esperado primer discurso de Navidad seis meses despu¨¦s de asumir la Corona y concluir la renovaci¨®n generacional que ha mejorado sensiblemente la imagen de la Monarqu¨ªa. Hemos vivido medio a?o de primeros gestos. Todo lo inicial, antes de devenir en rutina, lleva consigo un plus de expectativa y de buena voluntad de la ciudadan¨ªa hacia la persona que se sit¨²a en la c¨²spide del Estado. Un tiempo reducido en el que la cr¨ªtica se suspende y la novedad decae tan r¨¢pido como una tarde del primer invierno.
Todav¨ªa no conocemos al nuevo Rey. Todo en Felipe VI proyecta una imagen de discreci¨®n y gran prudencia. No sabemos lo que piensa realmente y ese hermetismo es constitucionalmente obligado. La Constituci¨®n Espa?ola de 1978 no le concede poder, la Corona est¨¢ sometida al Parlamento. El Rey reina pero no gobierna.
Sus discursos no son suyos aunque tampoco es solo un ventr¨ªlocuo del Gobierno de turno. La costumbre establecida es que La Moncloa redacta las intervenciones del Rey, ¨¦ste las recibe, puede matizarlas, pero b¨¢sicamente lee lo que quiere expresar el Gobierno en cada ocasi¨®n. Con dos excepciones: los discursos de los Premios Pr¨ªncipe de Asturias y el de Navidad en los que que la corriente es inversa: El Rey realiza la primera versi¨®n, propone, la pasa al Gobierno y este finalmente, dispone. Por lo tanto la palabra de Rey no es una palabra libre, sino reglada.
Con la alocuci¨®n de Navidad del mi¨¦rcoles, Felipe VI ha perdido su inocencia. Su discurso de proclamaci¨®n ante el Parlamento pudo quedarse corto, el de Oviedo de hace unas semanas result¨® un intento animador para una sociedad desmotivada. El Rey como impulsor. Tarea ingente la de Felipe VI: hacernos recuperar la fe en nosotros mismos.
La autoridad que ha jurado guardar y hacer guardar la Constituci¨®n dif¨ªcilmente puede ir m¨¢s lejos de lo que lo hizo el Rey la Nochebuena al referirse a Catalu?a: obvi¨® la sugerencia de una reforma de la Ley de Leyes. Algo que Rajoy bloquea. Vaporosas llamadas a la unidad en la diversidad y a la necesidad de atender tambi¨¦n a los sentimientos. Escaso para reconducir un problema de tanto calado. Al hablar de la crisis econ¨®mica, de cuya presunta salida hace bandera electoral el Gobierno, el Rey Felipe introdujo una peque?a enmienda: los ¨ªndices de paro son absolutamente inaceptables y no justifican campanas al vuelo.
Y finalmente no abord¨® lo que muchos le ped¨ªan y por lo que ser¨¢ juzgada su primera charla navide?a con los ciudadanos. Quedar¨¢ en el recuerdo el silencio del Rey sobre lo m¨¢s delicado: la insostenible posici¨®n de su hermana, la ciudadana Cristina de Borb¨®n y Grecia, citada en el banquillo de un proceso penal y que, impert¨¦rrita, mantiene su puesto en la l¨ªnea de sucesi¨®n a la Corona. Ya la ha castigado familiarmente y estableci¨® muy pronto un cortafuegos con ella y su cu?ado. Pero no es solo una cuesti¨®n familiar. Palabra de Rey. Cuando lo posible es insuficiente.
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