El eco de su voz

Cada 24 de enero desde 1977, la abogac¨ªa madrile?a viste de negro su memoria en homenaje y recuerdo a cinco compa?eros laboralistas asesinados en su despacho de la calle Atocha por ejercer su profesi¨®n y defender los derechos de los trabajadores y, por ende, la libertad, la justicia y la igualdad en el crucial momento hist¨®rico. En enero de 1977 yo ten¨ªa diez a?os.

En enero de este reci¨¦n estrenado a?o, la noticia del ataque brutal en Charlie Hebdo me remonta de inmediato 38 a?os atr¨¢s al salvaje crimen de Atocha, at¨®nita ante la inquietante similitud de ambos atentados. Medito sobre la coincidencia del modus operandi, descartando una conexi¨®n entre los asesinos de Par¨ªs y Madrid que la explique y comprendiendo que solo es fruto de la determinaci¨®n de los asesinos y de nuestra indefensi¨®n frente a ellos.

La noticia del ataque brutal en Charlie Hebdo me remonta de inmediato 38 a?os atr¨¢s al salvaje crimen de Atocha

Hoy tengo 48 a?os. Se me hiela la sangre al tratar de imaginar el terror de vivir en primera persona la irrupci¨®n de asesinos, fusil en mano, en tu lugar de trabajo y al pensar que alguien es capaz de hallar motivos para ejecutar a sangre fr¨ªa a otro ser humano. Medito sobre las v¨ªctimas de los atentados. Ante todo, personas; padres, hijos, hermanos, amigos y vecinos, cuyo asesinato atenta por ello contra muchas otras personas. Y eran, adem¨¢s, profesionales comprometidos con la defensa de las libertades y los derechos. Unos y otros luchaban a su manera por las libertades en nuestra sociedad moderna; los primeros en una democracia incipiente, los segundos en una democracia ya consolidada.

Armados con sus togas y sus l¨¢pices sin duda se alzar¨ªan todos ellos de nuevo en lucha

Y meditando sobre todo ello, comprendo, casi como en una revelaci¨®n, el legado de los abogados y periodistas asesinados en toda su grandeza. Nuestros derechos y libertades, tan preciosos como fr¨¢giles, son universales e inalienables, incluso para los canallas entregados a la sinraz¨®n de la violencia que asesinan precisamente a aquellos que les proporcionan tales derechos y libertades. Tambi¨¦n por ellos lucharon y murieron los letrados y los periodistas asesinados. Por ello, jam¨¢s entender¨ªan que su lucha y sacrificio justificaran cualquier limitaci¨®n de nuestros derechos y libertades. Armados con sus togas y sus l¨¢pices sin duda se alzar¨ªan todos ellos de nuevo en lucha.

Pr¨®ximo ya el 38? aniversario del brutal crimen de Atocha y reciente su espejismo de Par¨ªs, m¨¢s que nunca emociona y cobra sentido la leyenda del homenaje eterno a los abogados madrile?os de la plaza de San Ant¨®n en Madrid en palabras de Paul Eluard, que ahora comparten con los dibujantes de Par¨ªs: ¡°Si el eco de su voz se debilita, pereceremos¡±.

Sonia Gumpert es decana del Colegio de Abogados de Madrid.