Un tribunal pide quitar los ¡°prejuicios machistas¡± de la ley penitenciaria
Los jueces dan el tercer grado ampliado a un hombre condenado por asesinato para que realice las tareas dom¨¦sticas de casa
No solo las reclusas, tambi¨¦n los hombres presos pueden alegar que realizan tareas dom¨¦sticas en sus casas y tiene igual derecho que ellas ¡ªaunque la ley no lo diga as¨ª¡ª a esgrimir tales labores como si fueran un trabajo en el exterior y beneficiarse de los efectos m¨¢s amplios del tercer grado penitenciario (r¨¦gimen de semilibertad).
Aunque la norma s¨®lo otorga este beneficio a las mujeres presas, la Secci¨®n Quinta de la Audiencia de Madrid, m¨¢xima instancia judicial penitenciaria de las nueve c¨¢rceles que hay en esta comunidad, entiende que tambi¨¦n cabe aplicarlo a los hombres y, de hecho, ya se lo ha concedido a un hombre que mat¨® a otro hace 10 a?os en Madrid. El hombre alega que su mujer est¨¢ enferma y que necesita un tercer grado amplio para dedicarse a las labores de la casa. La c¨¢rcel y el juez de vigilancia, incluso el fiscal, se opusieron, pero el tribunal, de oficio, le ha reconocido ese derecho.
Pero no solo eso. Al ser la m¨¢xima instancia penitenciaria de Madrid, la medida podr¨ªa ser extendida a otros reclusos que acrediten una situaci¨®n similar y no puedan aportar un contrato de trabajo en el exterior. Considera la Audiencia que el art¨ªculo 82-2 del Reglamento Penitenciario aprobado en 1996 mediante decreto, durante el mandato como ministro de Justicia de Juan Alberto Belloch (PSOE), contiene ¡°un prejuicio machista¡± puesto que s¨®lo da opci¨®n a considerar como trabajo en casa el de las mujeres, lo que les permite lograr los beneficios del tercer grado en toda su dimensi¨®n (que se les deje cumplir la condena estando en casa pr¨¢cticamente todo el d¨ªa y yendo a la c¨¢rcel solo para dormir determinados d¨ªas de la semana).
En la actualidad, si una mujer accede al tercer grado y alega que su trabajo en el exterior son las tareas dom¨¦sticas, se le concede el tercer grado en toda su dimensi¨®n. Pero si quien alega eso es un hombre, se le deniega sistem¨¢ticamente. La Secci¨®n Quinta de la Audiencia de Madrid, que preside el magistrado Arturo Beltr¨¢n N¨²?ez, ha pedido al Ministerio de Justicia, a trav¨¦s de la Secretar¨ªa General de Instituciones Penitenciarias y del Consejo del Poder Judicial, que reforme ese precepto. La operaci¨®n es ¡°muy simple¡±, se?ala la Audiencia: se trata de ¡°sustituir en el citado art¨ªculo 82-2 el t¨¦rmino mujeres por el de personas¡±. La redacci¨®n actual del art¨ªculo es la siguiente: ¡°(¡) en el caso de las mujeres penadas clasificadas en tercer grado, cuando se acredite la imposibilidad de desempe?ar un puesto de trabajo remunerado en el exterior, pero conste (¡) que va a desempe?ar las labores de trabajo dom¨¦stico en su domicilio familiar, se considerar¨¢n estas labores como trabajo en el exterior¡±.
Se?ala el tribunal que con esta redacci¨®n ¡°es sumamente dificultoso extender ese precepto a los varones¡± y que, aunque cabr¨ªa efectuar una aplicaci¨®n por analog¨ªa, esta ser¨ªa ¡°forzada y no destruye el citado prejuicio machista que permanece en la norma¡±.
De hecho, cuando un hombre esgrime el trabajo dom¨¦stico para ampliar los efectos del tercer grado se le deniega. Y no s¨®lo por la prisi¨®n, tambi¨¦n por los jueces de vigilancia penitenciaria. El tribunal no se ha detenido en pedir la reforma. Ha comenzado a aplicarla de oficio con el interno Lumitor B., condenado a 16 a?os de c¨¢rcel por asesinar en el poblado madrile?o de El Ventorro a una persona, a la que asest¨® tres disparos. El recluso lleva ya una d¨¦cada de prisi¨®n, tiene 65 a?os y pidi¨® un tercer grado ampliado para dedicarse a las tareas dom¨¦sticas alegando que su trabajo exterior seria cuidar de la casa y de su esposa enferma.
La Audiencia deja claro que ¡°no se trata de perjudicar a las mujeres, sino de extender ese beneficio a cualquier persona¡±; sea hombre o mujer, y m¨¢xime cuando ¡°la realidad social actual, con la progresiva y ascendente incorporaci¨®n de la mujer al trabajo¡± ha supuesto ¡°la progresiva conciencia de que los deberes dom¨¦sticos han de compartirse [¡ ]y existen muchos casos de hombres que tambi¨¦n ¡°dedican sus esfuerzos a labores dom¨¦sticas¡±. El tribunal se ampara, adem¨¢s, en el C¨®digo Civil y en la Ley de Igualdad para llegar esta conclusi¨®n.
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