M¨¢ster en aznarismo
Aznar presenta al p¨²blico a su ¨²ltimo v¨¢stago pol¨ªtico, el Instituto Atl¨¢ntico de Gobierno
Terno negro, corbata negra sobre almidonada camisa blanca, atusada pelambrera ala de cuervo. Aznar se present¨® en la Casa de Am¨¦rica con toda la pompa y circunstancia que acarrea de serie m¨¢s toda la solemnidad indumentaria de las grand¨ªsimas ocasiones. No era para menos. Presentaba al p¨²blico a su ¨²ltimo v¨¢stago pol¨ªtico y, casi, seg¨²n quiso enfatizar ¨¦l mismo, biol¨®gico. A la ni?a de sus ojos, con permiso de su hija Ana. Su Opus Magnum, con permiso de sus ocho a?os al tim¨®n del Gobierno de Espa?a. El acto fundacional de su propia escuela de l¨ªderes, dirigentes y gobernantes: el Instituto Atl¨¢ntico de Gobierno. Un m¨¢ster que, pontific¨®, pretende ser el ¡°alma m¨¢ter¡± de un ¡°grupo especial¡± de jerarcas globales que piensen, debatan y act¨²en ¡°en los mismos t¨¦rminos¡±. Los suyos y los de los suyos.
Aznar dej¨® claro que, mientras Mariano Rajoy le reprocha cr¨ªpticamente ¡°confundir la pol¨ªtica con el serm¨®n de la monta?a¡±, est¨¢ seguro de que habr¨¢ quien est¨¢ dispuesto a pagar entre 1.500 y 18.000 euros para tener privilegiado acceso a lo mejor de sus homil¨ªas y la impagable posibilidad de instruirse a su imagen y semejanza. Eso es lo que cuestan, respectivamente, el curso de fin de semana, y el m¨¢ster de un a?o que el Instituto comenzar¨¢ a impartir en septiembre y cuya primera promoci¨®n est¨¢ llamada a erigirse, seg¨²n su fundador, en la pomada de la pomada de los gestores p¨²blicos ¡ªy privados¡ª a este y al otro lado del Atl¨¢ntico de sus obsesiones. De ¨¦l y de los suyos, ya se ha dicho.
Seguro que habr¨¢ quien est¨¢ dispuesto a pagar entre 1.500 y 18.000 euros para tener privilegiado acceso a lo mejor de sus homil¨ªas
El claustro de profesores, colaboradores y miembros del Consejo Acad¨¦mico y Social parecen sacados, de hecho, de su agenda personal. Desde el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, padrino de honor del bautizo de la criatura, hasta C¨¦sar Alierta, presidente de Telef¨®nica, presente tambi¨¦n en la ceremonia, hasta el exsindicalista Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, pasando por ministros, presidentes, empresarios e intelectuales variopintos. Personalidades m¨¢s o menos afines al aznarismo, pero que, desde luego, no parecen sospechosos de ¡°manifiestar inequ¨ªvoca animadversi¨®n al ideario¡± del nuevo think-tank, ¨²nica condici¨®n de admisi¨®n que puso Aznar a los aspirantes a formar parte de esa nueva camada de prebostes mundiales criada a sus pechos.
De momento, y hasta que se formalice la matr¨ªcula, la legendaria capacidad de convocatoria de Aznar se manifest¨® en su esplendor, dejando peque?o un auditorio de m¨¢s de mil personas sin nada mejor que hacer a las doce y media de un lunes que asistir al nacimiento de una nueva cantera de ¨¦lites. A codazo limpio se hicieron hueco algunos se?ores y se?oras enjaretados como para ir a misa que se confiaron demasiado a esa hora tonta entre el desayuno y el aperitivo. El orgulloso padre de la criatura lleg¨® con su se?ora esposa y alcaldesa de Madrid, Ana Botella, muy ufana y bien atalajada con un abrigo rosa chicle. De fresa, por supuesto.
El claustro de profesores, colaboradores y miembros del Consejo Acad¨¦mico y Social parecen sacados de su agenda personal
A su lado, la vicepresidenta S¨¢enz de Santamar¨ªa pasaba desapercibida para las masas, aunque iba de rojo lo suficientemente encendido como para que se la viera de lejos, quiz¨¢ porque era eso lo que buscaba. Los defenestrados exministros Ana Mato y Alberto Ruiz-Gallard¨®n y los aznaristas habituales, con Ignacio Astarloa y Eduardo Zaplana a la cabeza, pasaban, pobres, ante las c¨¢maras sin que nadie tuviera la bondad de hacerles el menor caso. Esperanza Aguirre, sin embargo, se dejaba querer a conciencia por los focos. Para eso hab¨ªa ido. La pelota de la candidatura al Ayuntamiento de la capital no est¨¢ en su tejado, hab¨ªa dicho. Pero, por si acaso, hab¨ªa que acercarse a hacerle la ¨ªdem al l¨ªder eterno de sus siglas. Por cierto que Esperanza vest¨ªa la misma rutilante chaqueta de pedrer¨ªa de Zara con la que tambi¨¦n se ha visto a Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, y presunta rival en la presunta carrera a la presunta alcald¨ªa. De Cifuentes, ni rastro. Seguro que Aznar tom¨® nota.
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